Capítulo 11: Feliz Navidad

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Hoy me vine temprano a la casa de la Caro para ayudarla a preparar la mesa. Años anteriores la tía se ponía histérica con que la mesa tenía que estar lista mínimo dos días antes de la Noche Buena, pero con el tiempo la convencimos de ponerla el mismo día porque sino se juntaba polvo. Fue más chamullo en verdad para no estresarnos antes de tiempo.

Por supuesto que antes de salir ella nos dejó todas las instrucciones e incluso una foto de cómo tenía que ir la decoración. Aunque nos daba mucha lata era mejor copiarlo tal cual, pero de vez en cuando le reclamaba a mi prima que para qué tanto plato si nos íbamos a cagar de hambre con puros canapés.

Nos alejamos un poco para contemplar la mesa completa y nos dimos una sonrisa cómplice. Pese a todos los defectos que tiene mi tía, le tengo que reconocer que tiene buen gusto para decorar: era todo rojo y dorado, súper armonioso y ordenado. No le discutiría tanto si fuera ella la que se encargara de las cosas en vez de mandarnos a nosotras.

Después de estar tres horas en esa tarea, nos desocupamos como a las 5 y nos fuimos a sentar un ratito abajo del árbol.

- ¿Quieres que te pase la plancha de pelo, Emi? – me preguntó la tía saliendo de la cocina. Había llegado recién del súper y fue a guardar las cosas en el refri.

Obvio que no me lo preguntaba de buena onda. Yo tenía el pelo ondulado pero súper desordenado, a mí me gustaba así, me hacía la partidura para cualquier lado y daba la impresión de venir saliendo de la playa. Claramente no era de su agrado.

- No gracias, tía – intenté ser amable – me tengo que duchar todavía, hoy día en la mañana fui a terreno.

- ¿Fue por la pega? ¿te gustó? – la Caro cambió el tema de nuestra conversación previa.

- Sí po, yo feliz – le conté – estoy trabajando de guía turístico, entonces hoy día tuve que llevar a un grupo de gringos al Cajón del Maipo. Son súper simpáticos, se impresionan por todo.

- Qué buena – se alegró por mí - ¿sacaste fotos?

- Sí, unas súper bonitas, de hecho te quería pedir ayuda porque las quiero subir a Instagram, para que después me enseñes a hacerme una cuenta porfa.

- Sí, dale, pero termina de contarme po, ¿qué hiciste?

- Nada, o sea, nos juntamos en la agencia para irnos en la minivan, en el camino les iba contando de Chile po, lo típico: "Chile is a beautiful country, it's an amazing experience to be here because, you know, you'll find every kind of environment" (Chile es un país hermoso, es una experiencia increíble porque, ustedes saben, encontrarán todo tipo de ambiente). Ellos iban más por la onda de sacarle fotos a las aves. Me reí un montón cuando una gringa me pidió que le sacara una foto en una roca a ella le llamó la atención una mancha, me dijo "hey, come here, what kind of rock is this? It's not like any of those I've seen before" (Hey, ven aquí, ¿qué tipo de roja es esta? No es como ninguna de las que he visto antes) y yo quedé como "wait, no, don't touch it, that's poop" (Espera, no, no lo toques, es popó).

- Pero Emilia – se rio – le mataste la ilusión, ¿dónde quedó eso de que Chile era un país hermoso y la volá?

Estuve a punto de responderle pero escuché la voz de su mamá a mis espaldas. Pensé que esta señora se había ido a acostar, no sabía que nos estaba escuchando.

- Emilia, no te puedo creer – se llevó las manos a las mejillas, impresionada - ¡sabes hablar inglés!

- Eh, sí... - no entendí por qué tanto escándalo.

- Es que estoy maravillada, hablas tan bien como la Carolita – mi prima rodó los ojos, le cargaba que le dijeran así.

Me encogí de hombros.

Suéltate (Francisco Sierralta y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora