Habían pasado algunos meses. Con el Francisco estábamos ahí, como que sí pero nada oficial. Los partidos por la selección habían tomado un receso después de la última fecha de eliminatorias, así que mi rucio había tenido que presentarse en su club de Inglaterra para el inicio de temporada. Aún así siempre encontrábamos un espacio para hablar por teléfono de vez en cuando, y obvio que cuando venía a Chile aunque fuera de pasadita lo secuestraba y salíamos a pasear en su auto, a perdernos del mundo y desconectarnos de todo.
Por mucho que me gustara el rucio no lo quería presionar a nada, ese día cuando me vino a buscar de Cachagua me di cuenta de que tenía los ojos llorosos, y aunque lo intentaba disimular sé que le temblaba la voz.
La Paula había sido su polola de toda la vida, vivían juntos en Londres, habían cumplido muchos sueños juntos... y yo le iba a dar todo el tiempo que necesitara para cerrar ese capítulo y empezar a quererme a mí. Yo te voy a esperar Francisco, no hay prisa.
Llegaron los últimos días de abril y con ello una invitación: Sierralta estaba de cumpleaños el día 6 de mayo y lo iba a celebrar en su casa con sus amigos más cercanos.
Me emocioné tanto cuando me contó. Dijo que iba a ser algo más formal porque celebraba sus 25 años pero que yo podía ir vestida como quisiera. Por supuesto que no quería desentonar, de hecho me gustó la idea de usar un vestido.
En el liceo no tuve gala de cuarto medio, el curso no tenía plata y a nadie le interesaba tampoco hacer un evento así. En ese momento no me importó, pero en el fondo sé que soñé con alguna vez ponerme un vestido de princesa, bien esponjoso y lleno de brillitos.
Le pedí a la Caro que me acompañara a Patronato, ahí siempre tienen vestidos de gala. Encontré uno de color verde agua marina con escote de corazón, apretado hasta la cintura y luego tenía una falda muy arrepollada, como un globito, hasta medio muslo. Habían dejado caer sobre él una lluvia de escarcha que se dispersaba hacia abajo. En cuanto lo vi en la vitrina supe que quería ese, no me había terminado de subir el cierre cuando salí del probador sintiéndome como una reina. Este era mi vestido de princesa soñado.
La vendedora me recordó que las noches de otoño son frescas, y me sugirió comprar también un chalequito de color crema que apenas me cubría los hombros, un bolerito como le dicen.
Mi prima usó la plancha para estilizar mis rulos naturales y convertirlos en ondas bien formadas, recogió todo mi pelo en un tomate desordenado y dejó que algunos rizos cayeran a los costados de mi cara. De maquillaje nada, por supuesto, solo un poco de brillito rosado en los labios.
El rucio sabía que yo iba a querer llegar en micro, mas le preocupara que saliera así, tan lejos y más encima de noche, así que mandó un auto a buscarme.
El chofer me dejó frente a la casa, al lado de una pileta que se iluminaba con las luces de colores de la fiesta. Atravesé el vasto jardín intentando que mis tacos no se clavaran en la tierra.
"Esta wea no abriga nada", me dije acomodándome el bolerito, tironeando de él para que me cubriera un poco más de piel, "es de adorno nomás".
Afuera de la entrada habían grupitos de gente conversando, todos los hombres iban terneados y muy elegantes. Las minas en cambio eran otra cosa: todas de negro, con algún enterito simple, un palazo o una polerita de tirantes suelta, sin estampado, sin detalles, sin diseño. A lo más un poco de encaje pero todo negro y liso, mientras sus manos y orejas rebosaban en joyas de plata.
¿Por qué todos me están mirando?
Crucé los brazos sobre mi torso para intentar cubrirme un poco, fingiendo que era por el frío.
Me sentí ridícula, era obvio que yo desentonaba ahí. Mi vestido era de un color brillante, lleno de escarcha y mi peinado no era menos extravagante. Los invitados murmuraban que me había producido mucho, que se notaba que nunca había venido a un lugar así. "Pobrecita", decían, "se puso todo lo que encontró".
Cuando venía en el auto me imaginaba mi gran entrada: todos mirándome caminar del brazo con el Francisco, muy al estilo de "la nueva Cenicienta", no así.
Seguí avanzando y atrayendo más miradas de esas minas desabridas con el pelo liso como tabla y de los hombres que las acompañaban tomando una copa de espumante.
"¿Por qué vine?", me cuestioné, "yo sabía que esto iba a salir mal". Me incomodaba demasiado tener tanta atención, no me quería ni imaginar la cara de vergüenza que iba a poner el Francisco cuando supiera que vine vestida así a su fiesta. Pero si me había mandado hasta un chofer no podía llegar e irme, más encima era su cumpleaños...
Alguien me agarró del brazo haciéndome parar en seco. Tiró de mí con brusquedad para acercarme a él.
Era ese zorrón insoportable que conocí en la casa de la Claudia: JT.
- No sabía que habían fiestas de 15 hoy – le comentó al grupo y luego me miró a mí con una sonrisa burlona - ¿qué haci acá?
- El Francisco me invitó – intenté soltarme de su agarre pero me estaba sujetando con mucha fuerza.
- Ni cagando – se rio y volvió a hablarle a sus amigos – esta es la mina que hizo que el Pancho terminara con la Paula, y más encima tiene el descaro de venir. Así son las rotas po.
- Ya po weon, suéltame – retrocedí pero no conseguí zafarme – me duele.
- Vira de acá – tironeó de mi brazo para encaminarme a la salida - ¿así hablan las flaites, o no? Vira de acá.
Seguí forcejeando pero él era más fuerte. Intenté retroceder, poner resistencia, salir corriendo... pero me tenía agarrada con demasiada fuerza, sus pasos eran más rápidos que los míos, en cualquier momento me iba a caer.
Escuché pisadas a mi espalda, y luego un grito. Era la voz de Sierralta:
- ¡Suéltala weon!
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Capítulo de regalo <3
Estaba revisando la novela así por encima para escribir los últimos dos capítulos y me di cuenta de lo bacanes que son mis lectoras, así que se merecían un regalito :)
¡No olviden darle amor al fic! Mañana subo una nueva parte a "Emori" (otra obra que encuentras en mi perfil) respondiendo algunas de sus preguntitas y me gustaría que esto fuera interactivo, así que quedan súper invitadas (como siempre) a que conversemos a través de los comentarios.
Ahora, respecto al capítulo de hoy: ¿Les ha pasado que quieren ponerse algo pero se sienten inseguras porque no es lo que está de moda? ¿O que llegan a un lugar y el ambiente es distinto a cómo se lo imaginaron, entonces quedan un poco fuera de lugar? Las leo.
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Suéltate (Francisco Sierralta y tú)
FanfictionÉl pensó que le podía mostrar el mundo. Ella le demostró que no había conocido nada todavía. A Sierralta se le mueve el piso cuando conoce a una mina que es un caos con patas. ¿El problema? Que el rucio anda con su polola de toda la vida. ¿Es muy ta...