Capítulo 30: Suéltate

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Ese día me fui con una sensación extraña. Maripán me guió hasta su auto poniendo una mano en su cintura, no hablamos mucho durante el trayecto hasta mi hotel.

No sé si el Francisco me vio irme, y supongo que eso ya es historia. Lo siguiente que pasó es que adelanté mi vuelo para lo antes posible, en el fondo tenía miedo de que mi dedicatoria despertara algo en él y lo hiciera cometer el arrebato de venir a buscarme sabiendo que estaba en Londres, así que tenía que irme cuanto antes.

Santiago me recibió con ese viento rico de septiembre que me volvió a despeinar haciéndome sentir como en casa. Yo no quise contarle nada a la Caro y ella no preguntó, mientras antes olvidáramos este episodio, mejor. Pero no puedo decir que no me di cuenta de las miradas extrañas que me daba de vez en cuando, como queriendo decir "no te creo que lo hayas superado tan rápido".

"Está bien", quise responderle, "yo tampoco me lo creo".

Sin embargo, debo reconocer que las cosas empezaron a ir bien. Bastante bien.

No pude ir a mi gira de estudios con mis compañeros de carrera porque me había gastado todo el dinero en el vestido que usé para su cumpleaños, pero la agencia de turismo para la que trabajé durante el verano me preguntó si estaría dispuesta a llevar a un grupo de turistas alemanes a las Torres. Yo no hablaba alemán, mas el inglés se nos hizo suficiente.

Vendí el reloj que me regaló Sierralta. Siendo sincera no lo pensé mucho, después de ese ofrecimiento me senté en el parque a un costado del Costanera, tiré una piedra para hacer caer una manzana y me acosté en el pasto. Jugué con la pulsera del reloj entre mis dedos, de pronto se había vuelto demasiado pesada y no era algo que quisiera cargar, así que subí el reloj a instagram y casi que lo regalé. Me lo compró una mina de Viña y con eso pagué los gastos del viaje que no me cubría la agencia.

Y es así como estoy acá. El clima está exquisito, diciembre nos está regalando un día precioso. Comenzamos nuestra cuarta jornada de excursón hace unas horas, vamos con calma, recorriendo menos kilómetros diarios de los que harías en un tour normal, los gringos dijeron que querían sacar hartas fotos y que no les importaba pagar más días. 

Obviamente a mí no me importaba quedarme más días allí.

Desarmé mi carpa y guardé todo en mi mochila mientras mi grupo terminaba de tomar desayuno. Revisé que estuviéramos todos y continuamos la ruta. 

- It's a wonderful view, isn't it? (Es una vista maravillosa, ¿verdad?) - le comenté a la alemana que iba liderando la caminata conmigo.

- Yeah, I thought I saw it all in the Alps but this is magic (Sí, pensé que lo había visto todo en los Alpes pero esto es mágico) - me respondió y sacó su cámara para tomar una foto.

"De alguna forma me siguen sacando el tema de los Alpes", me reí.

- See those mountains over there? (¿Ves esas montañas de allá?) - las apunté con mi dedo - We're going to get there for today, we'll set up the tents and then we can do a little climbing, what do you think? (Vamos a llegar hasta allá por hoy día, armaremos las carpas y luego podemos hacer un poco de escalada, ¿qué opinas?)

Ella asintió, todavía concentrada en su cámara que no dejaba de disparar flashes.

Llegamos a nuestro destino 4 horas después, armamos el campamento siguiendo mis instrucciones para refugiarnos del viento y una vez que me aseguré de que todo estuviera bien anclado en su sitio los reuní a todos.

- It's been a long day, we deserve to have some fun (Ha sido un largo día, merecemos tener algo de diversión) - sonreí y ellos aplaudieron.

Los alemanes se peinan escalando, es impresionante. Se supone que yo era la guía a cargo pero estaba puro dando jugo desenredando mi arnés, estos gringos parece que lo traen incorporado en sus genes. Miré hacia arriba y varios iban por la mitad de la altura, otros incluso ya habían terminado el recorrido y estaban descansando en sus carpas.

Pero yo le echo pa adelante nomás.

Tiré de mi cuerda para estar segura de que me amarré bien y me dispuse a subir. Disfruté cada segundo, la adrenalina de estar ahí suspendida, mitad que te vas a caer y mitad de que te estás afirmando me volvió loca. La alemana de hace un rato me tomaba fotos desde arriba.

- You've never been to the Alps, have you? (Nunca has estado en los Alpes, ¿verdad?) - bromeó, pero no me lo tomé a mal.

- Is it too obvious? (¿Se nota mucho?) - me reí, olvidándome por completo de sujetar la cuerda.

Cuando quise seguir subiendo la cuerda se había torcido. Tiré un poco de ella pero se enredó más, decidí que lo mejor era descender. De pronto sentí otro tope, el nudo en la cuerda era demasiado grande para pasar por la argolla de mi arnés y no podía seguir bajando, miré hacia abajo y mis pies estaban a unos dos metros, quizá dos y medio del suelo.

- Em! - gritó el esposo de la alemana, "Em" era la forma en que me llamaban los gringos que venían conmigo a los tours - don't move, I'll go for you (no te muevas, iré por ti).

Se apresuró en sacar todo de su mochila para encontrar el arnés que había guardado hace poco, yo lo esperé con paciencia, la montaña no se iba a caer ni nada ni mi arnés estaba en mal estado, solo era un poco tedioso estar tan cerca de tocar el suelo sin poder alcanzarlo. Ya me conocen, soy media arrebatada.

Los otros escaladores me daban instrucciones desde las distintas alturas donde se encontraban, para intentar enderezar la cuerda por mientras, en una de esas lograba hacerlo antes de que tuvieran que subir por mí. Me confundí un poco entre tantas órdenes y las voces se mezclaron, solo una sobresalió de repente:

- ¡Suéltate! - me gritaron desde abajo.

- What? No! (¿Qué? ¡No!) - respondí sin darme cuenta de que me habían hablado en español.

"Espera", me paré en seco, "yo vine con puros gringos, ¿quién dijo eso?".

No me atreví a mirar.

- ¡Suéltate! - insistió, ahora un poco más relajado - yo te atrapo, te lo prometo.

No le hice caso, pensé que me estaba volviendo loca. Estaba casi segura de que solo mi grupo iba a acampar aquí esta noche, y la única que sabía hablar español era yo.

- Emilia, soy yo - lo escuché reir - suéltate, en serio. 

Ahora sí, miré hacia abajo y me encontré con sus ojos.

Casi sin pensar abrí de forma manual el seguro, solté la cuerda y la gravedad me hizo caer en sus brazos listos para atraparme.

- Sierralta... - susurré sin poder creerlo.

- Volví por ti - fue lo único que me dijo antes de abrazarme contra su pecho.

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Díganme si no fue un buen plot twist.

¿Cómo quedaron?

El viernes les subo el epílogo y también el primer capítulo de la segunda temporada de "Juega conmigo (Joaquín Montecinos y tú)".

¿Están preparadas?

Suéltate (Francisco Sierralta y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora