Capítulo 23: Quiero volver

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Sierralta's POV

Estaba terminando de ordenar mi closet y metiendo la ropa en la maleta. En unos días más debía volar a Inglaterra para entrenar un par de semanas con el Watford, aprovechando el receso de la selección chilena.

En mi casa en Londres tenía casi todo, sólo tenía que llevar las cosas que fuera a necesitar en el camino: un cambio de ropa, artículos personales, mis audífonos... Me estiré para llegar hasta el final del cajón y tomar un gorro, en su lugar cayó una bufanda de animal print.

"Todavía quedan cosas de la Paula", suspiré. Ahondé un poco más y resulta que en la última repisa del clóset tenía su ropa doblada, tal cual la dejó hace 3 meses. La saqué con cuidado como si se tratara de una reliquia y la dejé sobre mi cama.

- Este pañuelo se lo regalé yo – dije bajito cuando lo sostuve entre mis manos.

Fue un regalo de cumpleaños cuando todavía estábamos en el colegio, ella me gustaba pero aún no se lo decía. Me acuerdo de que ese día salí del entrenamiento en la Católica y recorrí el mall toda la tarde buscando un regalo para ella. Desde chica siempre le ha gustado la moda y es muy detallista con cada prenda que usa, me esforcé mucho para que fuera de su agrado. Después se la ponía cuando salíamos a pololear y yo estaba orgulloso de tener a una niña así a mi lado.

Nos sentábamos a la orilla de la piscina en su casa y hablábamos de nuestros sueños, siempre en secreto, siempre susurrando como si se nos fueran a escapar. Ella quería dedicarse a la moda, era lo que más le apasionaba en la vida, y mencionaba grandes escuelas de diseñadores en Europa.

Cuando tenía 15 años yo le prometí que algún día iba a jugar en la Premier League y me la llevaría conmigo. Viviríamos en Londres, así ella podría cumplir su sueño y yo el mío, y lo más importante, estaríamos juntos.

Me senté en la cama y recordé nuestros primeros días allá. Nos demoramos un poco en escoger la casa, yo quería que ella tuviera todas las comodidades y siempre había algo que arreglar, pero de eso se encargaba mi polola. Ella tenía ese talento de acomodar un par de cosas y conseguir que cualquier lugar se viera bien.

Incluso lo hizo conmigo. Toqué con mis dedos la manga de mi polerón, ¿cuántas veces me detuvo antes de salir y se paró de puntitas para arreglarme el cuello de la camisa? Lo hacía con cuidado, como si se tratara de un orden milimétrico. Yo sonreía y aprovechaba su altura para darle un beso en la frente, y así todos los días.

Seguí recorriendo su ropa. Sostuve entre mis manos un vestido y con ello, otro recuerdo:

En una de nuestras primeras mañanas viviendo el Londres, el cielo nos regaló un ratito de sol, algo inusual en medio del nuboso invierno de Inglaterra. Salimos a tomar el sol a la terraza de nuestro dormitorio, la Paula recogió sus rodillas contra el pecho y, sosteniendo una taza de té caliente echó la cabeza hacia atrás. Los rayos de luz iluminaron sus pecas, y tenía la misma expresión de calma de hace 10 años atrás cuando hacía lo mismo en el patio del colegio. Me enterneció.

- ¿Eres feliz aquí? – le pregunté de repente.

- Sí – me miró a los ojos con una pequeña sonrisa - ¿y tú?

Era tanta la paz del momento, ese sentimiento de realización, de estar satisfecho por el lugar donde estoy ahora, de "esta es la vida que quiero vivir" que supe que no necesitaba nada más.

- Sí – estiré la mano para entrelazarla con la suya – soy feliz porque estoy contigo.

Fin del flashback.

Me pasé las manos por el pelo, confundido.

Con la Paula tuvimos momentos buenos, súper bonitos, ¿en qué momento cambió todo? ¿qué fue lo que nos pasó?

Llevamos 6 años pololeando, todas las parejas tienen altibajos, no podemos mandar todo eso a la cresta por una discusión de una noche. A lo mejor lo único que necesitábamos era un receso, un tiempo para pensar nomás, pero yo no quiero separarme de la Paula.

"Soy feliz con ella, quiero estar con ella", me repetía, "estoy enamorado de ella".

Era una cosa que no sé explicar. La amo, es simplemente eso. Estoy dispuesto a cualquier cosa con tal de recuperar esos momentos de felicidad, de simpleza, de sentir que estoy con la persona correcta.

Paula, mi amor, quiero que volvamos a tomar café en el balcón de nuestra casa en Londres, que nuestras únicas discusiones sean porque quieres comprar nuevos muebles y a mí me de lata armarlos, que me arregles la ropa todos los días antes de salir, que paseemos por Londres, por Italia, por donde tú quieras, que me des besitos en el ascensor por cada piso en el que nos detenemos. Quiero volver a ser feliz contigo, por favor.

Pero luego sonó mi teléfono y se me hizo un nudo a la garganta. No me atreví a contestar altiro, me temblaban las manos y no sabía qué respuesta dar.

Hola rucio, ¿cómo estai?

Escondí la cara entre las manos. ¿Ahora qué mierda voy a hacer?

Quiero volver con la Paula, les prometo que es lo que más quiero en el mundo, pero eso va a tener consecuencias y sé que no soy yo quien las va a sufrir.

Hola Emi.

¿Nos podemos juntar hoy día?

Tenemos que hablar.

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Tengan a mano sus pañuelitos porque el próximo capítulo se viene con todo.

Ya estamos en la cuenta regresiva para terminar este fic, ¿opiniones del capítulo de hoy? ¿cómo creen que va a ser esa conversación entre el rucio y la Emi? Y lo más importante, ¿creen que la Paula de verdad lo vaya a pescar después de que terminaron? Las leo <3

Pd. Por si no lo han visto, en mi perfil encuentras otra obra que se llama "Diario de una fangirl", se supone que iba a ser como un diario de vida pero parece más stand up comedy, les subí un post sobre el regreso a clases presenciales para que vayan a copuchar un ratito.

Pd2. Sierralta no jugó el sábado en el partido del Watford con el Manchester United, ¿le habrá pasado algo? Ni siquiera lo citaron.

Suéltate (Francisco Sierralta y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora