Los días siguientes los pasé como si fuera un zombie. Había llorado tanto que ni siquiera para eso me quedaban fuerzas.
La Caro me observaba preocupada desde los pies de la cama, no fue necesario explicarle nada, ella ya tenía claro el motivo de que yo estuviera así. Me dejó quedarme en su casa por unos días para no tener que darle explicaciones a mis papás, y venía cada tanto a traerme agua, diciendo que había llorado tanto que le preocupaba que me tuvieran que poner suero por la deshidratación. También me despejaba con cuidado el pelo de la cara, que a veces se me quedaba pegado a la piel por las lágrimas o los mocos.
- Las parejas pueden terminar, ¿lo sabes? - intentaba darme ánimos, pero una pareja así de consolidada no se suele separar, no en forma definitiva.
Saqué la cuenta de cuántos días habían pasado y estuve bastante segura de que Sierralta debería haber llegado a Inglaterra antes de ayer. Después de mantener mi teléfono apagado durante todo este tiempo, le pedí a mi prima que volviera a encenderlo pero con la condición de borrar todos los mensajes que tuviera de él antes de pasármelo, así que nunca supe si es que me buscó o intentó contactarme luego de que saliera corriendo. La verdad es que tampoco me interesaba.
Estuve alejada del fútbol un tiempo. El Nacho se fijaba en la nómina para cada partido y en base a eso me avisaba si era buena idea verlo o no, nunca mencionó su nombre pero yo sé que revisaba si habían citado al Francisco para no tener que encontrarme con él aunque fuera por la tele.
- Debí haber aprovechado y pedirle el autógrafo al Alexis - bromeé uno de estos días, haciéndoles saber a mi prima y a su pololo que el tema ya no me afectaba tanto.
Volví a mis clases y a trabajar como guía turístico. Guardé la mayoría de mi ropa de cuica, total ya no tenía caso usarla si no iba a salir con él. Conservé algunas cosas más que nada porque me gustaban los cumplidos que me hacían cuando las tenía puestas.
Deben haber pasado unos dos meses más o menos cuando recibí un mensaje desde un número desconocido:
Hola Emi, tanto tiempo, ¿cómo estás?
Soy la Paula, una amiga del Francisco, él siempre me habla de ti.
No nos hemos conocido todavía pero sé que eres muy importante para él.
Te escribo porque está terminando una temporada súper buena en el Watford y lo queremos celebrar con sus amigos de Chile más cercanos.
Yo sé que le gustaría que estuvieras ahí, él me lo dijo, así que te quería invitar.
Tuve que sentarme a procesar lo que el mensaje significaba:
"Hola Emi, tanto tiempo", primero pensé que me estaba hablando el rucio.
"Soy la Paula, una amiga del Francisco". ¿Amiga? ¿Entonces no habían vuelto? A lo mejor al final no pasó nada y yo nunca lo supe.
"Siempre me habla de ti", "sé que eres importante para él". ¿Sierralta seguiría pensando en mí?
Me sentí culpable. Ese día lo bloqueé, no quise saber nada más de él e hice todo por olvidarlo. ¿Y si él me echaba de menos?
"Le gustaría que estuvieras ahí, él me lo dijo", quizá quiere arreglar las cosas conmigo y está buscando la forma de juntarnos otra vez.
Escribí una respuesta vaga, básicamente le dije que sí iba a ir y ella me mandó todos los detalles: iba a ser un cóctel en su casa, la misma donde celebró su cumpleaños en mayo, mismo código de vestimenta.
Recordé lo desatinado que fue ponerme un vestido de graduación en medio de tanto minimalismo moderno en blanco y negro, y me prometí a mí misma que esta vez no me iba a equivocar.
- Necesito que me acompañes a una parte, te explico en el camino - fue lo primero que le dije a la Caro cuando me presenté en la puerta de su casa y la tomé del brazo.
- Espera, déjame sacar mi cartera por último - puso resistencia, yo literal la estaba arrastrando hasta la parada de la micro.
- Ya, y aprovecha de buscar las llaves, mejor vamos en tu auto - se me ocurrió.
- ¿Pero qué onda? ¿Por qué estai tan acelerada? - me miró con extrañeza mientras conducía - Ni siquiera me has dicho a dónde vamos.
Leí en voz alta los mensajes que me había enviado la Paula un par de horas antes. Ella puso cara de desconfianza.
- Emi... - intentó frenarme - no sé si sea bueno que...
- No me estoy ilusionando - la interrumpí - solo quiero estar con él una vez más, conversar las cosas, que me diga de frente si volvió con la Paula o no.
Mi prima no parecía convencida, yo insistí:
- Quiero saber cómo está él, a lo mejor yo no fui la única que lo pasó mal, no puedo ser tan egoísta. Y si la Paula se presentó como "la amiga del Francisco" debe ser por algo po, a lo mejor el rucio se dio cuenta de que ya no quiere estar con ella y...
- No quiero que llores - no me dejó continuar - es lo único que voy a decir. Cuando pase lo que tenga que pasar no quiero que llores.
Miré por la ventana del copiloto para desviar mi atención. Yo era la primera en frenarme las ilusiones, no necesitaba que me lo sacaran en cara.
- Ya, oye - se ablandó un poco - ¿entonces a dónde tenemos que ir?
Entre las tiendas que seguía la Paula en instagram había una boutique que presumía ser lo más exclusivo en Vitacura. Desde que ponías un pie frente a la vitrina te invadía la seriedad intensa de lo monocromático, todo era blanco, gris o negro, sin diseños, sin adornos, solo cortes lisos, sofisticados y lo que yo asumí que sería el máximo exponente de la elegancia.
Apenas me vio la vendedora me condujo hasta un maniquí en la parte de atrás. Llevaba un vestido negro, liso y asimétrico en la parte superior, solo el brazo izquierdo tenía manga, mientras que del lado derecho la tela cubría desde la axila hasta abajo. Llegaba a media pantorrilla más o menos. Me ofreció como complemento un choker de encaje para el cuello y un par de zapatos con un taco muy tosco en color metalizado.
Nunca pensé que me iba a poner algo tan apagado en mi vida. Tomé la etiqueta y la di vuelta para ver el precio.
Me resigné.
- Emi - la Caro puso su mano sobre la mía para hacerme soltar el vestido - son tus ahorros para las Torres del Paine.
Así es. Este vestido era exageradamente caro y ya todos sabíamos de dónde iban a salir esos fondos.
- Lo sé - suspiré - pero es mi última oportunidad.
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¿Qué está tramando la Paula?
¿Es una invitación inocente o algo más?
¿Sierralta tiene algo que ver en esto?
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Suéltate (Francisco Sierralta y tú)
FanfictionÉl pensó que le podía mostrar el mundo. Ella le demostró que no había conocido nada todavía. A Sierralta se le mueve el piso cuando conoce a una mina que es un caos con patas. ¿El problema? Que el rucio anda con su polola de toda la vida. ¿Es muy ta...