Los lentes de sol eran un accesorio esencial para las celebridades, personalmente las consideraba multiusos; disimular una resaca, cubrirte de cámaras fotográficas, esconder tus ojos rojos por tanta droga, como decía, una maravilla. Por ejemplo, a mi me habían ayudado a atravesar una horda de zombis paparazzi, quienes me estaban esperando a la entrada de la agencia e incluso, los hijos de puta me habían seguido desde mi hotel, sin vergüenzas.
- Bozydar, toma asiento. – Tara me señala un horrible sillón rosa y hago una mueca de desprecio.
- Taraaaa, mi representante favorita. – Canto, intentando calmar un poco su humor. - ¿Te he dicho cuánto te aprecio?
- Solamente estás diciendo eso porque soy la única que no ha renunciado en dos años. – Resopla y se recarga en su enorme silla ejecutiva. – La has cagado a lo grande.
Ciertamente no era la primera vez.
- Vamos Tara, solamente saca un comunicado donde me disculpo y di que estaba estresado por el nuevo lanzamiento del álbum o alguna mierda de ese tipo.
- ¿Un álbum nuevo? – Enarca una ceja. – En realidad le encantará escuchar eso a la disquera. Dime ¿lo has terminado ya?
Mierda.
- Aún no, estoy en... - Intento buscar una palabra que me proteja. – proceso creativo.
La realidad era que llevaba siete meses perdiendo el tiempo, no le confesaría a nadie que no había podido escribir, estaba totalmente vacío. Normalmente mi mente se llenaba de letras a lo largo de mi día, esa era la razón de porque cargaba Post-it a todos lados. Últimamente las dosis de droga, por más altas que fueran, no me servían de nada, mi creatividad se quedaba apagada, no tenía inspiración, iniciaba una canción, pero la desechaba días después sin terminar, mi vida era igual de aburrida como siempre, esa era mi teoría.
- ¿Cuántas canciones has escrito? – Pregunta
- Unas cinco o seis. – Respondo vagamente, sin querer dar detalles, porque no los tenía.
- Bien, agendaré una cita en el estudio el próximo mes para que empecemos a ponerles música.
- Seeh.
Afortunadamente soy salvado por un tipo pijo, o al menos eso parece. Lo observo con gracia, su traje gris platinado está un poco demasiado apretado, lo cual no le ayuda, ya que parece tener piernas de pollo, la aburrida camisa blanca lo hace parecer un simple banquero, y estaba seguro de que se pondría morado y su cabeza se empezaría a inflar de lo ajustada que estaba su corbata, también básica, color negro.
- Tara, ya está aquí mi cliente, en cuanto me digas, la paso a la sala de juntas.
Gracias extraño con un horrible gusto por la moda, llévate a Tara por favor y entretenla por el resto del día, así puedo regresar a mi deprimente habitación de hotel a meter más cocaína por mi nariz.
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NO LO DIGAS
RomanceDe todas las advertencias dentro del contrato, solo una es la más importante... no lo digas. [Libro 1: Trilogía Reflectores]. Obra protegida por derechos de autor, se prohíbe su copia, adaptación o distribución sin la autorización del autor. Contien...