CAPÍTULO 21.- Un lío

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Furioso no alcanzaba a describir la manera en la que me sentía

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Furioso no alcanzaba a describir la manera en la que me sentía. Mi piel estaba ardiendo por el coraje, el ceño en mi rostro seguramente había dejado marcas en mi frente y mi polla estaba tan dura que dolía como una hija de puta.

Veo salir los restos de su vestido rojo y cabellera rubia. Esa maldita mujer. Había logrado seducirme al punto en el que mi mente había dejado de procesar sus exigencias y había sobrepuesto mi deseo. Agnes había conseguido que me arrodillara y le pidiera perdón, esto no me hubiera molestado si ahorita me la estuviera follando duro contra los lavamanos de este lugar, pero no, me encontraba humillado sobre el duro azulejo con una vergüenza inmensa. Me incorporo, guardo mi miembro y cierro bien mi pantalón.

Abro la puerta y salgo como vendaval, busco con la mirada el vestido rojo llamativo entre el montonal de gente platicando en la terraza. La encuentro hablando con el bastardo que estaba en su habitación, el muy imbécil tiene el brazo sobre sus hombros y parece susurrarle algo al oído, lo que más me afecta es que no se ve incómoda a su lado, sino que parece disfrutar su cercanía.

- Cariño, te estaba buscando. - Hablo entre dientes cuando me coloco frente a ellos.

- ¿Si? - Los ojos azules de ella brillan con burla. - Creo que estabas en el piso de abajo, porque llevo aquí un rato.

- Puede ser. - Murmuro.- ¿Quién es tu amigo?

- Él es Thomas Hart, mi compañero en esta campaña. - Lo señala y le da una sonrisa. - Tom, él es Bozydar...

- Su novio. - Le ofrezco la mano. - Bozydar Zielinski

- Un gusto, puedes decirme Tom, he escuchado algunas de tus canciones hombre, son muy buenas. Me encantaría ir a un concierto tuyo, he escuchado que son fenomenales.

- Gracias, te avisaré cuando salga de gira.

Por supuesto que no le iba a avisar una mierda.

- Agnes no me había dicho que estaba en una relación, pero es un gusto conocerte. - El idiota suelta una risa. - Propongo que dejemos atrás lo que pasó en el hotel.

El chico me da la mano y le doy un apretón fuerte. Si fuera cualquier otra chica, no me importaría dejar las cosas atrás, ni siquiera me importaría que se hubiera cogido a alguien más. Pero con Agnes era algo completamente distinto.

- Lo que pasó en el hotel no fue nada. - Miento. - Estaba un poco drogado para ser honesto.

Yo no iba a quedar como el idiota al que le pusieron el cuerno e inició una pelea.

- Oh, ¿entonces tienen una relación abierta? - Se atreve a seguir cuestionando.

- Si. - Habla Agnes.

- No. - Contesto al mismo tiempo.

Él nos mira extrañado ante nuestras respuestas.

- A Agnes no le gusta hablar de esto. - Me acerco para bajar mi tono. - Pero ella tiene un serio problema con el sexo, al grado en el que no puede controlarse, le he dicho que no es normal querer hacerlo cinco veces al día, pero ¿quién soy yo para negárselo?

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