Despierto sudando y acalorada, estas cobijas eran una pesadilla. Me remuevo en el cómodo colchón intentando salir del edredón, pero se siente demasiado pesado, pateo hacia los lados en un movimiento desesperado por zafarme. Solo que no espero sentir algo suave y caliente cuando golpeo la cobija y mucho menos espero que me conteste.
- Auch. - Una voz ronca se queja a mis espaldas.
Abro los ojos asustada. ¿Qué mierda? Solo entonces me doy cuenta de que no tengo un cobertor encima, sino que es Bozydar y sus ochenta y tantos kilos encima de mi. Percibo un brazo alrededor de mi cintura, una pierna encima de las mías y una erección matutina pegada a mi trasero prácticamente desnudo porque el pijama se me ha levantado hasta la cintura dejándome únicamente cubierta con mis bragas.
- ¿Qué diablos haces en mi cama?
Él suelta un quejido y esconde su cabeza en mi cabellera. Intento darle un codazo en el estómago para que se mueva, pero él toma mis muñecas con la mano debajo de mi cabeza, la cual parece ser que usé como sustituto de almohada toda la noche.
- Me duele la cabeza, no grites.
Las vibraciones que causa su voz en mi nuca me hacen temblar. Intento forcejear con él, pero solo logro pegarme más a su pecho. Su erección se clava de una manera placentera en mi culo y me muerdo los labios para evitar soltar un gemido.
Dios, necesitaba tener sexo urgentemente.
- ¿Podrías dejarme levantar? - Pido con la voz ligeramente quebrada.
Empezaba a humedecerme y no quería que se diera cuenta.
- No. - Murmura. - Duérmete otro rato.
- Necesito revisar mi celular.
- Necesitas cerrar los ojos y relajarte, el trabajo puede esperar, te prometo que nadie está buscándote.
Suelto un suspiro y me resigno a que no me va a dejar ir. Cierro los ojos intentando dormir nuevamente. Lo intento por unos cuantos minutos, pero no lo consigo.
- Tengo mucho calor. - Me quejo.
Bozydar no dice nada, pero de repente su mano libre que descansa en mi cintura se mueve y aterriza en mi camisón. Toma la delgada tela en su puño y termina de subirla por todo mi torso. El aliento se me escapa cuando su mano se acomoda entre mis pechos. Su palma queda extendida de manera que su meñique y pulgar rozan ligeramente mis pezones.
- Problema resuelto. Menos ropa, menos calor. - Habla en mi oído.- Ahora déjame dormir
Mi cuerpo parece tomar vida propia, porque de repente me siento caliente... y no por el ambiente. Mi sexo palpita con necesidad e inconscientemente empujo mi culo hacia atrás. El roce de su pene me hace soltar un suspiro de satisfacción.
- Mierda, no hagas eso Agnes.
- ¿Hacer qué? - Pregunto inocentemente mientras continuo con el vaivén de mi cuerpo.
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NO LO DIGAS
RomanceDe todas las advertencias dentro del contrato, solo una es la más importante... no lo digas. [Libro 1: Trilogía Reflectores]. Obra protegida por derechos de autor, se prohíbe su copia, adaptación o distribución sin la autorización del autor. Contien...