CAPÍTULO 7.- Fuegos artificiales

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Mi amigo Ian era un drogadicto hijo de puta, pero era la única persona a la que podía considerar mi amigo

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Mi amigo Ian era un drogadicto hijo de puta, pero era la única persona a la que podía considerar mi amigo. Ambos éramos como el día y la noche, yo era un cantante y él no era nadie, no es que lo juzgara, pero a sus veinticinco años, aún vivía de la herencia de sus padres. Donde yo tenía cabello oscuro, él era rubio, mis ojos eran azules, los de él eran de un verde llamativo.

Cuando estábamos juntos, éramos el sueño húmedo de cualquier mujer, compartir mujeres era parte de nuestro estilo de vida ¿por qué privarle a una o más mujeres la dicha de tener sexo con dos especimenes humanos bien dotados?

Lo único que teníamos en común era que ambos éramos hijos de estrellas. Su madre era una cantante reconocida y su padre era un fotógrafo que había ganado varios premios a lo largo de su vida. Nos conocimos en el colegio y desde ese momento compartimos distintas experiencias juntos desde nuestro primer cigarro hasta la primera dosis de cocaína.

- ¿Entonces ya tienes novia Bozz? - Me pregunta mientras lleva un cigarro de marihuana a su boca. - ¿O solo es un coño más?

Enciendo mi intermitente para avisar al automóvil de atrás que daré vuelta a la izquierda. Odiaba grabar videos musicales, los llamados eran jodidamente tempranos y el pensar en que había gente gritando y tocándome todo el día me hacía molestar. Ian había decidido acompañarme porque la noche pasada habíamos tenido una fiesta, ambos habíamos perdido el control y se había quedado a dormir en mi habitación de hotel, aunque en realidad no tenía nada más que hacer en su día y estaba con una resaca horrible,

- Es solo alguien para entretenerme. - Me encojo de hombros.

No era tan idiota como para decirle que era un contrato, mi amigo podría abrir la boca de más en una de sus borracheras y todo el mundo se enteraría, no estaba dipuesto a pagar una jodida suma de varios cientos de dólares por su culpa.

- Es bastante caliente. - Coloca sus gafas de sol. - Podríamos compartirla en cualquier momento.

Me río ante lo ridícula que suena su idea. Estaba seguro como el infierno que Agnes lo mandaría a la mierda al momento en el que Ian le propusiera participar en un trío.

- Puedes intentarlo, no estoy seguro de que quiera ser parte.

- Hermano, todas son así, fingen ser una vírgenes, pero en realidad son unas zorras.

Niego con la cabeza y estaciono fuera del set de grabación. Bajo de mi convertible y coloco mis gafas de sol. Eran las putas siete de la mañana, de puro milagro me había podido levantar, si no fuera porque Tara reventó los celulares de ambos con cientos de llamadas y mensajes, no hubiera venido.

El concepto del vídeo era muy fantasioso, lo odiaba, odiaba la canción principalmente porque Agnes era la única persona que había logrado inspirarme al punto de lograr terminar una canción en menos de cinco horas.

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