CAPÍTULO 26.- Viaje de dos

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El primer mensaje que recibo el viernes por la mañana es de mi hermana

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El primer mensaje que recibo el viernes por la mañana es de mi hermana.

Jossie: ¿Estás libre hoy? ¡Muero por verte!

Recuerdo haberle dicho que la vería esta semana pero lo había olvidado por completo. Reviso la hora, son las ocho de la mañana, si me apuraba alcanzaba a llegar para su primer período libre.

Agnes: ¡Nos vemos a las 11 am!

El ruido de una puerta abriéndose y cerrándose me hace fruncir el ceño. Mierda ¿Era la puerta de al lado o la mía? Pasos ruidosos y un silbido alegre me hacen ponerme alerta. Salgo de la cama lo más rápido que puedo y tomo lo primero que veo como un arma - el cargador de mi celular - al menos podría usarlo para asfixiar al intruso.

Me escondo detrás de la puerta de mi habitación, segundos después esta se abre con un ruido espeluznante, veo la silueta de una persona alta con sudadera y reacciono. Salto sobre la espalda del hombre y enrosco el cable alrededor de su cuello. Todo esto mientras grito lo más alto que puedo con la adrenalina bombeando en mi torrente sanguíneo. En un rápido movimiento la persona me hace volar por los aires y termino sobre mi cama de espaldas.

Bozydar me mira como si me hubiera vuelto loca. En una mano tiene una bolsa de papel con el logo de una famosa cafetería y la otra la tiene extendida hacia mí como si fuera un animal rabioso que iba a saltar sobre él en cualquier momento.

- ¿Qué mierda Agnes? - Habla primero.

Suelto un suspiro de tranquilidad y me coloco en una posición sentada.

- Me has dado el susto de mi vida. - Reclamo. - ¿Cómo entraste?

- Tu hermana me dijo de la llave escondida en la entrada. - Se encoge de hombros. - Pude haberte herido gravemente.

- ¿Tu? ¡Yo era la que tenía un cable enredado en tu cuello! - Lo levanto en mis manos.- Totalmente pude haber ganado.

- Pesas la mitad de lo que yo, con una sola mano pude maniobrar para quitarte de mi espalda. - Niega con la cabeza. - Necesitas aprender técnicas de defensa.

- No, no lo necesito, por eso cierro mi departamento siempre que estoy sola, y también pago un servicio de seguridad al señor de la entrada, pero parece que eso no ha funcionado.

- Le di cien dólares para que me dejara entrar, aunque tampoco es como si fuera un asesino sin identidad, estoy seguro de que en al menos tres continentes saben quién soy.

- Presumido. - Le enseño la lengua.

Me levanto y me acerco a él, de la bolsa de papel emana un delicioso aroma que hace que mi hambre despierte. Intento arrebatarla de su mano pero él es más rápido y la esconde detrás de su espalda.

- No tan rápido. - Se agacha unos centímetros para estar a nivel de mi rostro. - Te he traído el desayuno, merezco algo a cambio.

- ¿Un golpe en el rostro por entrar sin mi permiso?

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