CAPÍTULO 31.- Tan loca como tu madre

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Nunca pensé regresar a la universidad, ni siquiera por obligación

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Nunca pensé regresar a la universidad, ni siquiera por obligación. Sin embargo, aquí me encontraba, en la universidad de Los Ángeles buscando donde estaba la maldita oficina del director.

A pesar de que he venido lo más discreto posible, con jeans y una simple camisa blanca, había decidido dejar mi típica vestimenta oscura de lado, aunque la gente seguía susurrando a mi paso, las chicas me miraban con deseo y los hombres con curiosidad. Las gafas oscuras y la gorra mantienen mi identidad en secreto, aunque dudaba que eso durara más tiempo.

Supongo que era demasiado guapo para pasar desapercibido.

Finalmente encuentro el edificio que me indicó el hombre de seguridad y empujo la puerta de cristal. Una joven está sentada detrás de un escritorio tecleando con furia y una cara de concentración impresionante. Carraspeo un poco para llamar su atención y parece funcionar porque levanta la mirada con desconcierto.

- ¿Hola? - Saludo cuando ella no dice nada.

Su ceño se frunce y señala algo detrás de mí.

- No se permiten gorras ni lentes dentro de las aulas u oficinas. - Anuncia secamente.

Giro para ver el ridículo anuncio y es cierto, efectivamente hay un enorme cartel con las imágenes de una gorra y lentes cubiertos de un enorme símbolo de prohibido. Suelto un resoplido pero me los quito.

- ¿Ya? ¿Ahora si me puedes atender?

La chica ladea su cabeza un poco, probablemente intentando averiguar en donde me había visto antes.

- ¿Qué necesita?

Golpea sus uñas contra el escritorio con impaciencia y eso me molesta como la mierda. ¿Quién mierda se creía esta chica? ¿la maldita secretaria del presidente?

- Quiero ver al director.

- ¿Tiene cita?

- No. - Hago una mueca.

- Entonces haga una cita con su secretaria y regrese ese día.

Dicho eso regresa la mirada al monitor y continúa escribiendo. Me quedo parado sin mover un solo músculo. Nunca en mi vida había sido ignorado de esta manera y era jodidamente molesto.

- No necesito ninguna cita, dile que Bozydar Zielinski quiere verlo.

Su mirada se levanta de golpe y me da un vistazo de pies a cabeza. Jaque Mate. Ahora sabía quién era.

- Sabía que te había visto en algún lugar.

- Anda, ayúdame a ver al director.

- No, necesitas una cita, es parte de los protocolos no importa si eres famoso o no.

- Joder ¿y dónde está la maldita secretaria? - Miro alrededor buscando una oficina aparte.- Seguramente echando un polvo con el conserje.

- Aquí. - Enarca una ceja. - Licenciada Lorena García. Mucho gusto.

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