Capítulo 36
Louis
Fue ya hace varios años pero aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Todo comenzó cuando empecé a tener dificultad en deportes cuando estaba en la prepa. Siempre había sido una persona muy atlética y me extrañó que últimamente me estaba cansando demasiado rápido al hacer ejercicio. Sentía que el aire no llegaba a mis pulmones y mi corazón palpitaba más rápido de lo común. Luego, me mareaba a cada rato e incluso llegué a perder la conciencia. Me sentía muy débil y extraño. Henry bromeaba diciendo que estaba embarazado, incluso lo llegué a creer. El pecho me dolía demasiado y cada noche era como un infierno. Mi mamá me llevó al doctor y me hicieron varios estudios y análisis. Me sacaban sangre a cada rato para analizarla. Tenía mucho miedo de que tuviera algo malo. Al principio no sabían lo que tenía así que tuvieron que internarme en el hospital por una semana la cual fue terrible. Nunca antes había estado en un hospital así que todo era nuevo para mí. Al único que avisé de mis amigos fue a Henry. No quería que los demás se preocuparan. Él estuvo conmigo cada tarde y me ayudaba a distraerme de mis pensamientos negativos. Quería estar afuera disfrutando del aire libre. Falté a varias fiestas y me sentía horrible, lo único que quería era no estar adentro de un cuarto con 4 paredes sin nada que hacer.
Después de otra semana completa, el doctor nos llamó a mi familia y a mí a su consultorio. Me encontraba muy nervioso puesto que me dirían los resultados de todos los malditos análisis que me dolieron hasta la madre. Todavía conservo los documentos de mis resultados. A veces suelo leerlos para entender con claridad lo que tengo. Y tal vez para asegurarme de lo que tengo es realmente verdadero y aceptar el destino que me tocó.
En cuanto entré al consultorio, sentí una vibra negativa.
-Buenos días, señor De Font.
-Buenos días, doctor –contestó mi papá.
Mis papás ya estaban divorciados para ese entonces. Pienso que gracias a mi enfermedad se unieron un poco y se hicieron amigos.
Mi mamá también saludó al doctor y tomamos asiento.
-Bueno, ya tenemos los resultados de su hijo. La enfermedad que tiene es un poco complicada –Ahí sentí miles de sentimientos al mismo tiempo. La piel se me erizó y mi mamá tomó mi mano. No había notado que mis manos estaban temblando. –Ni siquiera nosotros, los doctores, lo podemos creer. Hay muy pocos casos como este en el mundo. Su hijo tiene cáncer.
Volteé a ver a mi mamá. Sus ojos estaban cristalizados. Sentí que la sangre se iba de mi cuerpo. Vi mi reflejo en el espejo que estaba enfrente y estaba pálido como un fantasma. Tenía solo dieciséis años. ¿Había algo peor que el cáncer? Me faltaba mucho que vivir. Quería gritar y maldecirle a medio mundo.
-Cáncer de corazón para ser precisos.
-¿De corazón? Según yo eso no existía –dijo mi papá
-Es un tumor pero maligno. Originalmente se encontraba en los pulmones, por eso tenía dificultad al respirar, pero se trasladó hacia el corazón donde se pegó en el ventrículo derecho. Creemos que no se puede mover de ahí pero cada día crece un poco más. En este momento está demasiado pequeño y tal vez en unos veinte años llegué a abarcar todo el corazón y dejará de funcionar.
-¿Podemos prevenir eso? –dijo mi mamá con la voz cortada
-Tal vez con quimioterapias si el cuerpo de Louis las acepta.
-¿No se puede extraer el tumor?
-Para hacer eso se debería de hacer una operación de corazón abierto pero el tumor está pegado y si lo quitamos podríamos romper o arrancar algo y perjudicaríamos a Louis. Podría morir en la operación, así que esa opción está descartada.
Por mí no había ningún problema si la descartaban. No quería morir en el intento. Después de una plática educativa supe que lo que tenía no era nada fácil. Me dio un medicamento que disminuía la rapidez de crecimiento del tumor. Mis papás se deprimieron demasiado. Al llegar le contaron a mi hermana y mi mamá empezó a llorar. No quería verlas sufrir así que me hice el fuerte y dije que todo saldría bien. Quería llorar y gritar pero no lo hice por ellas. Si no podía vivir mucho lo más que podría hacer por mi familia era ser fuerte y no dejar que se pusieran tristes. Pasé mucho tiempo con ellas y solo le dije a Henry sobre mi situación. Se preocupó mucho y me dijo que no tenía que hacerme el fuerte con él, que podía llorar si quería o gritar. No lo hice porque tampoco quería hacerlo sufrir aunque su manera de ser si cambió un poco. Yo creo que era algo obvio al saber que tu mejor amigo tiene cáncer y del muy malo al parecer. Tenía miedo de que me fuera y lo dejara solo. No quería que los demás se sintieran así, así que solo les dije a mis pocos familiares. Tampoco quería que en las revistas o periódicos saliera una gran nota sobre el hermano de la gran diseñadora de modas y su enfermedad. Al principio tengo que admitir que me sentía muy mal. No podía creer que yo, un chico normal de dieciséis años, tuviera eso. Pensé que era injusta la vida conmigo y que yo no lo merecía pero cada día mis pensamientos iban cambiando para no hacer sufrir a mi familia. Quería lo mejor para ellos.
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Holding on and letting go
Ficção AdolescentePrólogo. -¿Cómo se conocieron? -preguntó Valerie -Es una larga historia -contestó su mamá -¡Oh, vamos! Solo me has contado algunas cosas sobre ellos, quiero saber la historia completa. Cuéntame -Está bien. Te contaré su historia. Deja voy por el li...