Capítulo Especial❤️ [+18]

389 44 18
                                    

Suelto un suspiro, viendo el atardecer desde la punta de una torre del fuerte. Siento el viento contra mi rostro, haciendo que mi cabello se descontrole por todos lados. Ha estado calmado aquí desde que pasó todo.

Sin Deidara, Sasori ha tenido algunos problemas para manejar todo, pero he estado ahí para él, asumiendo cuanta responsabilidad he podido, aunque no ha sido fácil, teniendo en cuenta que estoy encargada de la sanación de toda su legión. No obstante, me hace sentir útil, me hace sentir que lo ayudo.

Estar con él no ha sido un cuento de hadas, comenzando por su temperamento irritante, y acabando porque a veces nuestras personalidades son como el agua y el aceite. Pero ya no le tengo miedo, y jamás podría volver a tenerlo, por lo que nuestra confianza aumentó, y después de una discusión, alguno de los dos da su brazo a torcer, para volver a estar juntos por las noches.

Después del ataque de Kakuzu, Sasori quedó marcado. Cualquiera diría que para ser un arcángel que ha pasado las de Caín por eones enteros, ya nada tocaría su alma. Pero así fue, había una tensión en su hombros, apenas perceptible para los demás, pero demasiado grande para ser ignorada por mí.

Entonces, con ayuda a sus soldados más leales, decidí que era tiempo de que respirara un poco, y ahí me encontraba, esperándolo para nuestro magnífico escape.

—Me dijeron que necesitabas verme —Una voz conocida a mi lado rompió el silencio, y ni siquiera me inmuté, demasiado acostumbrada a su poder.

—Siempre necesito verte —sonreí, dándole una mirada a la persona que hacia latir mi corazón.

Él sonrió, y tomó mi cintura para atraerme contra sí en un beso, lo amaba.

—¿Y por qué no fuiste a verme entonces? —interrogó Sasori.

—Porque se arruinaría la sorpresa.

—¿Sorpresa? —repitió él, como si se esforzara por fingir curiosidad.

Vale, él siempre estaba un paso por delante de mí, pero ya había previsto eso, por lo que solamente le sonreí, y caminé hasta el borde de la torre. Sasori frunció el ceño, como si no entendiera del todo... Hasta que salté al vacío desde allí.

Tenía tiempo practicando, tanto que mi cuerpo se había acostumbrado al tirón del viento contra mis alas, y ya tenía completamente dominado el planear por en encima del fuerte. No tardé en escuchar como mi arcángel me seguía, manteniendo una distancia lo suficientemente alejada para darme el control de la situación.

Algo se calentó en mi pecho al pensar en que podría superarme con solo pestañear, podría tomarme en brazos, sin pasar por todo ese juego previo. Pero me respetaba tanto que eso ni siquiera pasaba por su mente, lo conocía.

—Creo que me gusta este ángulo de ti —habló por nuestro vínculo mental, y sólo pude reír.

Estaba justo detrás de mi, viendo mi trasero. Le saqué el dedo medio sin voltear, y poco después de adentrarme al bosque, visualicé mi objetivo. Una tierna cabaña donde el humo salía por la chimenea, pese a lo pequeña que podíamos percibirla, yo mejor que nadie sabía la inmensidad que contenía su interior.

Nos detuvimos frente al lugar, donde eché una mirada a su rostro confundido, bien por mi, hace unas semanas aquí no había absolutamente nada. Pero los mejores arquitectos de Sasori eran rápidos, y estaban ansiosos por complacerlo. Saqué la llave de mi cuello, donde había permanecido como un excéntrico collar por semanas, y pasé primero, con toda la intención de ver su rostro cuando cayera en cuenta de lo que hice.

Y no me defraudó, al principio colocó esa sonrisa soberbia en su rostro, como si él fuese demasiado para estar en aquel saloncito atiborrado de objetos, pero en cuanto detalló lo que allí se encontraba, vi el momento exacto en que su manzana de adán dio un salto, a la vez que respiraba hondo.

Tú eres mi Ángel [Sasosaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora