Seis

1.5K 170 43
                                    

—¿Qué pensabas hacerme? —pregunta él en vista de que la sorpresa me ha dejado muda, ser atrapada con las manos en la masa no es nada bonito, ¿aunque debería decir con la mano en la cara?—. Porque quiero saber qué demonios habrías intentado si yo no hubiera estado despierto.

—¿Estabas despierto? —Me veo en obligación de preguntar, a lo que el responde con una especie de risa nasal que encuentro de lo más irritante.

—Bien, ya que la niña no tiene ganas de dormir, responderé sus dudas —dice él—, pero no todo puede ser tan fácil, ¿verdad?, mientras estemos en el fuerte te responderé tres preguntas diarias.

Eso me hace recordar que ha dicho algo sobre sus dominios, o algo parecido, ¿cuántos días tendría para responder mis dudas antes de ir a lo desconocido? Aunque este lugar también es desconocido, todo lo que he visto desde que desperté es nuevo, raro, y no creo poder acostumbrarme nunca a todo este embrollo.

—¿Por qué? Tsunade ha dicho que te encargarías de hacerme saber lo demás.

—Pero ella en ningún momento especificó que debía de hacerlo todo en un momento. —señala con sorna—. Y te quedan dos preguntas, niña.

—¿Qué? Eso no cuenta como una.

—Claro que si, yo tampoco dije que todas las preguntas tendrían que ver con nuestra existencia angelical —hace una mueca, como si le doliera tener que explicar cada una de sus palabras—, y te queda una pregunta.

Decido no tentar mi suerte y guardar silencio, por el rabillo del ojo veo como la luz del día comienza a filtrarse poco a poco por las cortinas, no es mucha, ni siquiera ha salido el sol por completo, pero la oscuridad de la noche se ha disminuido lo suficiente como para no tener que fruncir el ceño intentando descubrir qué hay delante o qué es cada cosa que tocas.

—¿Algún... —carraspeo la garganta al notar como se ha desafinado mi voz— día yo también tendré alas?

Sasori me observa divertido, ya en este punto ambos nos encontramos sentados en su cama cara a cara, yo por mi parte tengo las piernas cruzadas, mientras que él tiene uno de sus pies debajo de su trasero, el otro se encuentra extendido a un lado de mi cuerpo.

—Esa es una pregunta algo dificil —Me mira fijamente—, hay ángeles que carecen de alas, que nunca consiguen el poder suficiente para que se desarrollen, hay otros que las obtienen tardíamente, no podría asegurarte nada dado que es diferente para todos, o eso me ha dicho Mei. Lo normal es que aparezcan entre el primer y segundo año, los que las obtienen con retraso pueden esperar hasta una década.

La manera en la que habla me hace preguntar, ¿cuántos años tendrá? Habla de una década como si fuera un día o dos, un suspiro de tiempo y ¿quién sabe? Posiblemente para él si lo sea, sé que es antiguo, aunque parezca lo contrario. 

El tema de las alas hace que una pequeña punzada de tristeza se instale en mi pecho por un momento, ¿hay ángeles que no pueden volar, qué se conforman con ver a los que si lo hacen desde el suelo? ¿Qué viven con envidia y rencor al destino, por no hacerlos aptos? ¿Podría yo ser uno de esos ángeles? Las alas de Tsunade me emocionaron, volar suena maravilloso, pero el saber que hay una posibilidad de quedar anclada a la tierra mientras muchos se jactan de dicha habilidad no hace más que conseguirme un sentimiento de vacío, mi boca se siente repentinamente amarga.

—¿Tendré que esperar mucho para obtenerlas... si lo consigo? 

—Oh niña, esa es una pregunta que deberá esperar a mañana para ser respondida —sonríe, sabiendo que no me esperaba esa respuesta, por un momento olvidé ese detalle.

Aparto la mirada de él, y recorro con ella su lado de la habitación, todo se encuentra meticulosamente ordenado, y no hay ningún objeto fuera del armario, por lo que no hay nada realmente interesante a la vista.

—Ahí hay una ducha —señala con su dedo índice la pared, haciendo que le de una mirada de extrañeza, por lo que suspira antes de responder—: Acércate y empuja.  

Cautelosamente me levanto de su cama y cruzo todo el camino logrando exitosamente no tropezarme con mis propios pies, me coloco frente a la pared que Sasori ha dicho, y apenas hago una pequeña presión con mis manos, se abre como puerta sin cerradura, y tardo unos cuantos segundos en comprender que se trata de eso.

Entro en el reducido espacio, notando que efectivamente es una ducha, no hay ni siquiera un retrete, y hago una nota mental de la segunda pregunta que le haré mañana a Sasori.

Si, podría insistir y fastidiarle para que respondiera todas mis dudas, pero la fracción de su personalidad de la que he sido testigo me asegura que no se dejaría manipular por mi insistencia, y podría correr el riesgo que se niegue a responderme absolutamente todo.

Con ese pensamiento me deshago de la armadura que me ha dado y abro la llave para entrar en la lluvia artificial.

Minutos después, ya limpia noto que no tengo nada de ropa más que la armadura que utilicé ayer, no tengo una toalla, y mi ropa interior se encuentra sucia, por lo que no es una opción para mi utilizarla. Niego con mi cabeza mientras mascullo una maldición entre dientes.

Con cuidado abro la puerta lo suficiente como para que se vea sólo mi rostro, y por precaución pongo mi mano en el único pomo, que extrañamente se encuentra dentro, para que se mantenga así.

—¿Sasori? —le llamo—. ¿Hay alguna toalla que pueda utilizar?

Intento no mirar a donde se encuentra, y antes de lo pensado, el pelirrojo me lanza una toalla un poco húmeda a la cara.

La cojo antes de que toque el suelo, pero no me he dado cuenta de esta acción ha echo que mi cuerpo salga de la pequeña ducha. En cuanto caigo en cuenta de ese detalle subo mi rostro para observar como un divertido pelirrojo sin camisa me envía una mirada con la ceja enarcada.

Mis mejillas se tiñen de rojo, y solo atino a cerrar las piernas y colocar mis brazos frente a mis pechos a modo de protección de su escaneo visual. Y si, con mis exaltados movimientos el paño se me ha caído de la mano.

Sin descruzar las piernas ni quitar de mi pecho el brazo camino de vuelta al baño, cuya puerta se ha cerrado apenas la solté, pero con el peso de mi cuerpo logro abrir, y así es como salgo del campo visual de aquel hombre que me ve como si fuera un nuevo medio de entretenimiento. Y mi vergüenza no puede aumentar más, o eso creo, antes de notar que me he dejado el paño en el piso de afuera.

Estoy apunto de abrir solo un poco para tomarla sin rebelar mi rostro o cuerpo, cuando la puerta es empujada desde afuera haciendo una pequeña abertura, por donde entra la mano de mi compañero, que sostiene la toalla y me la ofrece.

Titubeo antes de tomarla, pero decido hacerlo en el último momento, y luego la mano desaparece.

Tierra, si es que estoy en la tierra, trágame ahora.

¡Halu bellezas!

Espero que les gustara el cap, en un principio no era esa mi idea de lo que pasaría, pero los personajes tiene vida propia y terminaron haciendo esto :o

Y el capítulo de hoy salió de mi mente mientras escuchaba a Rawayana y Caramelos de Cianuro, esto es obra del efecto youtube.

Y el capítulo de hoy salió de mi mente mientras escuchaba a Rawayana y Caramelos de Cianuro, esto es obra del efecto youtube

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Por cierto, ¿les ha gustado la nueva portada? En lo personal la amo<3

Bueno, yo iré a comer algo, nos leemos luego -w-

¡Cuídense el dulce! ¬u¬

No se olviden de votar y comentar qué tal<3

Tú eres mi Ángel [Sasosaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora