Cinco

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Sakura

Han sólo pasado unas horas desde que entré a esta habitación con Sasori, o eso supongo yo al notar como la mayoría de los ruidos exteriores han ido disminuyendo hasta ser casi nulos y la sombra de la claridad exterior es completamente inexistente. El pelirrojo dormía como un bebé, por lo que me atreví a suponer que estaría cansado, porque si, estaba casi segura que los ángeles se cansaban ante el esfuerzo físico, puesto a medida que caminábamos hacía la sala de Tsunade, pude ver como un hombre tenía las mejillas rojas por el esfuerzo, y mascullaba algo entre dientes al no poder continuar cargando lo que parecía ser un pesado mueble. 

Y desde el momento en el que intenté acomodarme en la por cierto, muy cómoda cama, supe que no iba a conciliar sueño en toda la noche, porque supuse que podría decirle así, no creo que los ángeles cambiasen el significado de las palabras, a fin de cuentas en su momento todos fuimos humanos, o eso es lo que supongo.

Mi negativa a dormir no recae en el que no esté cansada, puesto podría describir como me siento ahora con la palabra agotada, aún cuando mi esfuerzo físico en el día podría considerarse nulo. El problema de mi insomnio se encuentra en mi mente, en ese río profundo y espero de recuerdos en el que no quiero nadar ahora, ciertamente no sé si quiera hacerlo algún día.

Cuando estamos vivos, joder, que raro se siente decir eso cuando hace tan solo unos días disfrutabas de la vida en el mundo terrenal. Pero volviendo al punto, creo que todos nos hemos preguntado alguna vez, ¿el cielo o el infierno existen? ¿Cómo serán? ¿Me encontraré con los fallecidos ahí? ¿A cuál de los dos iría?, en esos momentos llegamos a pensar que ilusamente recordaríamos a los que aún viven con una sonrisa en el rostro y podríamos cuidarlos de quién sabe qué desde arriba.

Pero, la realidad es otra, si pudiera borrar todos y cada uno de mis recuerdos probablemente lo haría, y es que cada uno de los rostros conocidos me acosan al cerrar los ojos, sus sonrisas llenas de alegría, sus llantos o expresiones nostálgicas, y sus voces dirigiéndose a mi solo sirven para recordarme que ya no los veré más, que todo se ha ido, o mejor dicho, que yo me he ido, sin quererlo, pero es irreversible.

He perdido la cuenta de los sollozos que he tenido que contener al recordar que no me encuentro sola en la habitación, aunque lo pareciera, Sasori cuando duerme parece de cierta manera un cadáver, no se mueve, no hace ruido, su respiración es el único indicio de que se encuentra aquí. ¿Nunca les ha ocurrido que intentan no pensar en algo y es en lo único que logran poner la cabeza? Es exactamente la razón por la que mi cómoda almohada de lo que parecen ser plumas se encuentra húmeda con lágrimas que bajan silenciosamente por mi rostro y chocan con ella, deshaciéndose entre la tela de la funda.

Cuando consigo que las pequeñas gotas de agua salada dejen de salir de mis lagrimales es que me permito preguntar, soltar todas mis dudas en mi mente en silencio, hacer nuevamente una lista de qué preguntas haré apenas Sasori despierte. Y ante la idea de ver con calma lo que hay afuera de la habitación, puedo sentir como la curiosidad me absorbe, está ahí como un pequeño diablillo que me dice que salga de aquí y explore, susurrando a mi oído ideas para no despertar al pelirrojo durmiente en la cama contraría.

Por un momento me detengo, antes de siquiera reincorporarme y tomar asiento las dudas llenan mi mente. ¿Qué sucede si mi "compañero" se despierta antes de qué vuelva? ¿Cómo entraré para qué no se de cuenta? Él no me ha dado ninguna llave, y lo poco que pude ver me dice que a menos de que tenga dicha llave, no lograré entrar sin despertarlo. ¿Se molestaría? No lo conocía de nada, por lo que no tenía una respuesta clara a aquella pregunta, si se tratara de Sasuke no dudaría en despe... y sé que ha llegado el momento de despejar mis pensamientos porque ha entrado a un terreno peligroso para mi estabilidad emocional, casi nula ha decir verdad.

Y tomo la decisión, no le doy más vueltas y me pongo en pie.

Camino por la habitación inspeccionando todo a mi alrededor, las grandes cortinas de color rojo con un labrado en dorado cubren un ventanal que hace la función de pared, oh no, miento, acabo de darme cuenta de que en realidad son puertas corredizas de cristal que llevan a ¡un balcón! Que he de destacar, no tiene ningún barandal, decido que dejaré la exploración de ese lugar para mañana, sé que ya he muerto, pero eso no evita que no quiera cuidar lo que sea que tenga, sea vida o no, tampoco el que haya muerto asegura no sienta dolor, o eso creo, y dado que quiero saber exactamente si mi cuerpo tiene tal capacidad me doy un pellizco, si, confirmado, siento dolor.

Luego detengo mi mirada en aquel mueble que imagino contendrá prendas o partes de armadura, en fin, mi armario de madera. Con cuidado de que no rechine, aunque no sé si esté oxidado para hacer tal sonido, solo sé que no despertaré a la bella durmiente por falta de atención al moverme o tocar los objetos.

Dentro del gran armario de madera puedo reconocer algunos objetos que juraba estarían en la habitación que tengo en casa de mi madre, cuando toco un pequeño cuaderno donde anotaba mis sueños siento como la nostalgia me contrae el pecho, esa siempre fue extraña costumbre que tengo desde pequeña ya que mamá siempre me pedía que se los contara en el desayuno, y como en ocasiones no los recordaba, me sentía fatal por no poder complacerla como se merecía, para solucionar todo, ella me regaló algunos cuadernos con el pasar del tiempo para que yo pudiera describir cada uno de mis incoherentes sueños.

Luego de que he visto casi todo mi lado de la habitación, curioseado las cosas nuevas y viejas que se encuentran dentro de ese armario, recuerdo que Sasori me ha advertido que no toque sus cosas, y aunque no he estado ni siquiera un día entero con él, sé que no me quiero ganar su enemistad para toda la eternidad, es mejor simplemente no meter mi pequeña nariz donde no me han llamado, o por lo menos mantener las distancias hasta que pueda asegurar si puedo o no confiar en él, por lo que obedezco y me mantengo alejada de sus pertenencias.

Y ha llegado el momento, con lentitud me preparo mentalmente y cruzo la línea no trazada que divide lo que sería mi lado de la habitación, al de él.

Estoy dispuesta a ir directamente a la puerta, pero me detengo frente a la cama donde el bello durmiente sueña con un quién sabe qué, y dado que no recibiré un comentario sarcástico ya que está dormido, dejo que mis ojos se deleiten con su angelical apariencia.

Tiene facciones finas, que contrastan con sus pobladas cejas que parecen hechas a base de lava, la nariz recta y respingada, su cutis parece sacado directamente de una revista de cosméticos para mujeres, no logré encontrar ninguna mancha, espinilla o peca en el. Su piel es de un color blanquecino, pálida a más no poder, y contrarío a lo que se podría pensar, no se ve como un enfermo al tener este rasgo, su musculosa contextura evita eso. Desde mi posición puedo percibir un olor, se me hace conocido, pero lo consigo encontrar el nombre de la fruta, porque tiene que ser una, a la que pertenece.

Sus respiraciones son lentas y rítmicas, su pecho sube y baja en una danza hipnotizante, tarde varios minutos en siquiera despegar la mirada de el, para volver a ponerla sobre su rostro nuevamente, su boca, esos labios carnosos y rojizos están apenas y separados en una pequeña abertura, la expresión que tiene es una completamente desconocida para mis ojos. La inocencia en su estado más puro, la paz que logro percibir de él, la paz que consigo estando a una distancia prudente con sólo verlo hace que mi cuerpo se estremezca y casi involuntariamente camino en su dirección, llevando mi mano hacía una de sus mejillas, sin que mi mente pueda concebir la idea de que este chico lleno de tranquilidad sea el hombre malhumorado y cínico que tuve que conocer por la mañana.

Justo antes de que mi mano toque uno de sus pómulos, algo la detiene, y no es mi sentido común, sino la mano del poseedor de cabellera cual fuego.

Sasori se ha despertado.

—¿Acosándome mientras duermo? No creí que fueras de esas —Aparta mi mano de su espacio personal con lo que parecer ser molestia—. Por lo que veo, tendré que dormir con un ojo abierto de ahora en adelante.

Y en cuanto se carcajea, sé que mis planes de explorar se han venido abajo.

Tú eres mi Ángel [Sasosaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora