Diez

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Pestañeo varias veces, intentando que mi vista se acostumbre a la gran cantidad de luz que entra por la ventana. Al parecer a Sasori se le ha olvidado cerrar las cortinas, o las abrió luego de despertar e irse, porque afirmativamente no se encuentra en la habitación, a no ser que esté en el baño.

Aunque los sueños que tuve no fueron los mejores, dormí como una roca, y me siento de maravilla en lo que respecta a mi cuerpo. Busco la toalla que él me pasó tan amablemente ayer en la cómoda de mi lado, y luego de tomar la armadura y una muda de ropa interior de la cómoda, procedo a tomar un baño. Tiempo después, ya vestida, fresca y limpia una monumental duda se cierne sobre mi. ¿Qué hacer ahora?

Me debato entre quedarme todo el día en la habitación o salir, y dado que mi amable —noten el sarcasmo— compañero me dio un recorrido ayer, tomo eso como un permiso indirecto, no es que lo necesite, para poder recorrer el lugar a mis anchas. Alzando los hombros como si alguien pudiera verme, tomo la llave que Sasori me ha entregado y ordenado cuidar con mi vida ayer y me dispongo a irme.

Mis pasos en un principio son cautelosos, como si en cualquier momento alguien viniera a reprenderme por dejar la habitación, pero a medida que los minutos transcurren sin nada más relevante que las miradas curiosas de algunos ángeles, comienzo a tomar algo de confianza y a ser un poco más detallista con los otros seres del lugar.

Puedo vislumbrar en las armaduras de cada uno al menos un símbolo idéntico al mio, la extraña nube carmín, en conjunto con otro completamente diferente, llegando a encontrarme con una especie de ojo rojo con comillas. Otro ojo, pero blanco cual alabastro. Uno violeta con varios anillos, una especie de babosa, un sapo y una marioneta, sé que vi más, pero esos son los que puedo recordar.

No es hasta que he girado en un pasillo del segundo piso, cuando choco con lo que en primera instancia creo es una pared, el golpe me lleva a estrellar mi trasero contra el piso, no obstante, cuando una mano es puesta frente a mi como un ofrecimiento de ayuda, noto que se trata de un hombre, gigante a decir verdad, creo que nunca he visto tantos músculos y altura junta, por un momento alucino, antes de avergonzarme y tomar su mano, de un "suave" jalón me pone de pie, y aunque eso en él parezca cosa de niños, no puedo evitar pensar que si yo lo intentara con alguien se me saldría el brazo.

—Disculpa, estaba distraída —Me apresuro a hablar, antes de que él lo haga.

—No te preocupes, tampoco me encontraba prestando atención al camino —responde con una sonrisa amable en conjunto con su tono.

Asiento, sin saber si seguir hablando.

—Oh, noto que no has elegido un bando... —murmura observando la nube roja en mi armadura, y por un momento siento que ha dejado la amabilidad atrás, ahora enviándome una mirada aburrida—, cuando lo hagas se sabía, no cometas el error de ir a la guardia de un arcángel solo por lo bien que se habla de él, observa bien y sobretodo está atenta a como trata a sus subordinados.

Abro los ojos como platos, antes de recomponerme y mirar hacía los lados extrañada de que no haya nadie en el pasillo más que nosotros dos.

—Esta bien —Por un momento, las palabras de Tenten vienen a mi, o mejor dicho, una frase en específico.

—¿A qué guardia perteneces tu?

Él sonríe con diversión antes de contestar, me sorprende la rapidez con la cual cambia de actitud.

—Esa no es una pregunta muy dificil, en verdad debes ser recién llegada, ¿dos? ¿tres días? —pregunta, evadiendo mi respuesta

—Tres, hoy.

—Adorable —Acerca su gran mano a mi rostro y tomándo mi mandíbula lo inspecciona con detalle—. Realmente adorable.

Mi espalda se tensa ante su toque, no me gusta el tipo, no me agrada ni un poco su actitud despreocupada y cambiante. Poco a poco se ha ido acercando a mi, con cada paso que da yo retrocedo o intento retroceder dos, ¿qué le pasa? Me comienzo a poner nerviosa, verdaderamente nerviosa, y aún más cuando noto que me encuentro de espalda a una pared, y con él todavía frente a mi, sin escapatoria.

Tú eres mi Ángel [Sasosaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora