Veintiocho

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SAKURA

Lo peor de depender de la fuerza de alguien, es que no puedes ser útil para proteger a aquellos que amas, y en situaciones como estas, sólo puedes ser un simple espectador de como todo se derrumba en cuestión de segundos. No puedo evitar preocuparme al dejar de sentir a Sasori en mi mente, sus emociones se vuelven un ruido sordo, incomprensible para mí. Y casi lloro por la frustración de no saber qué ocurre con él.

No estoy acostumbrada a sentirlo, pero desde el momento en que pisé el campo de batalla pude notar como nuestro vínculo se hacía más fuerte, como sus emociones rondaban por mi mente, y ahora todo está en silencio.

A mi lado, Zetsu y el resto de soldados enemigos sólo observaban el despliegue de sangre con lo que parecía ser satisfacción, y yo sólo deseo poder cerrar mis ojos, dejar de ver como vidas son mermadas, como los ángeles se torturan entre si, como aún después de la muerte, el egoísmo y dolor no dejan de estar presentes.

Ver a Sasori luchando fue horrible, ver su majestuosidad en el campo de batalla, como acababa con todos sus enemigos en un abrir y cerrar de ojos parecía ser un recordatorio constante de su poder, de que no era alguien corriente, y que no tenía miedo de llegar a los extremos más aberrantes, pero lo peor, sin duda, fue observar como aquel hombre, si es que se puede llamar así, llegaba con la única intención de matarlo.

El campo de batalla se silenció repentina y aterradoramente cuando ambos hicieron contacto visual, esa calma me heló los huesos, porque no anunciaba nada bueno. Y lo supe apenas aquel ser se deformó de una manera horrible.

Fue entonces cuando llegó mi salvador del día, puesto Kimimaro aterrizó directamente sobre Zetsu y clavó uno de sus huesos en su cabeza. De él emergió una risa.

—Me esperaba a la rubia... Pero tampoco puedo quejarme —esbozó una sonrisa, mientras se arrancaba la estaca y su piel se regeneraba.

No obstante, no recibió respuesta del albino, sino que este le atacó nuevamente, antes de hacerme un gesto muy claro. Y mi entorno, por completo, fue un campo de batalla. Yo le obedecí y corrí, no sabía a dónde me dirigía, pero si en dónde no debía estar, mucho menos cuando él intentaba mantener ocupado al hombre-planta.

Las fuerzas de ambos bandos para ese momento eran reducidas, y la mayor parte de los guerreros en pie se encontraban abajo, luchando junto a Sasori. Por ello, podía moverme, pero tampoco debía confiarme, era vulnerable aquí, y sobretodo, lo hacía vulnerable a él.

Sasori me había entrenado... Algunos días, pero no era algo que hubiese hecho un hábito o desarrollado alguna habilidad de batalla en mi. Así que mi futuro no se veía prometedor.

Intenté volver al castillo, pero estaba herméticamente cerrado, así que sólo podía buscar un refugio dentro de esa batalla campal. Entonces, me permití a mi misma lo que tenía rato suprimiendo, y me estaba desquiciando. Fijé mi mirada en ese punto en el cielo.

Parecía una lucha desigual, aquel ser amorfo contra el arcángel, pero para mí culposo gusto, Sasori no se dejó intimidar —cosa que tampoco me calmaba especialmente—, quizás por eso, cuando le vi hacer aquella extraña técnica y cortar en pedazos a su oponente, pude sentir un extraño alivio mezclado con culpa en mi ser.

Cosa que duró unos pocos segundos únicamente, porque no pude ahogar el grito se horror que subió por mi garganta al ver como todo se volvía a juntar, y peor, como Sasori no parecía reaccionar a tiempo ante el peligro.

Fue algo de segundos, verlo ser envuelto por aquellas extremidades, el sonido que retumbó en todo el lugar a pesar de lo que ocurría, sólo un instante, pero el recuerdo nunca podría salirse de mi mente. Porque fue entonces cuando concebí la idea de que lo perdería, y eso me destruyó.

Tú eres mi Ángel [Sasosaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora