Mis tardes después de ese día podrían describirse en el uso de lindos vestidos y sonrisas falsas, mi presentación a los subordinados más cercanos de Sasori fue de lo más peculiar, sobretodo porque más de uno no escatimó en decir lo innecesaria que era mi presencia, a lo que el pelirrojo sólo sonreía, sin contestar una sola preguntar, para mi disgusto.
Pero ese día en específico no hubo un toque en mi puerta, no tuve que gemir con cansancio ante la idea de un idea casi tan tedioso con el anterior, simplemente fue tranquilidad. Claramente, pensé que se habían atrasado un poco, que en cualquier momento llegaría a hacer añicos mis esperanzas de un día en cama con nada más que mis pensamientos, de esos que hacía algún tiempo para acá no había conseguido a causa del montón de reuniones en las que fui partícipe. Pero a medida que los minutos transcurrían y aquella mujer que se encargaba de hacer de mis mañanas una tortuna no aparecía, entendí que era un mensaje claro para confirmarme mi tan ansiado día libre.
Me tiré de espaldas a la cama, logrando rebotar un poco a medida que una sonrisa surcaba en mis labios, sentía que de mi espalda desaparecía un peso monumental, mis facciones se relajaron y me permití dormir un poco más, si no lo hacía terminaría con ojeras de por vida.
Pero no todo fue tan bueno como eso, porque no había pasado mucho desde el comienzo de mi siesta cuando sentí que me sacudían con evidente intención de despertarme, gemí lastimeramente y manoteé a ciegas al aire a ver si me dejaban tranquilan, el toque no cesó. Ya, entendiendo que no me dejarían tranquila, me levanté con pesadumbre, encontrándome cara a cara con mi compañero. De mi garganta brotó un pequeño grito, ¿qué hacía aquí?
Mis ojos se desviaron de los suyos por un momento con nerviosismo, clavándose en la puerta, cerrada. Rogué internamente por ayuda.
—Ah, sigues igual de tonta. —dijo él con resignación mientras se ponía de pie—. Vístete con algo ligero, tienes entrenamiento.
—¿Entrenamiento? ¿D-de qué?
—De combate —exclama como si fuera obvio—, apresúrate, tienes mucho que aprender.
Refunfuñando internamente me levanté y caminé en dirección al armario donde ahora e encontraban las cosas que anteriormente guardaba en el baúl, lo abrió encontrando cantidades industriales de ropa ordenada meticulosamente por color, no podía entender como un mundo como este existieran aquellos llamados sirvientes, personal doméstico, ¿no se supondría que siendo todos tan poderosos tuvieran el potencial de entrar a las fuerzas de combate? Al parecer no, puesto algunos ángeles realizaban trabajos normalmente visto en humanos, como cocinar —cabe a destacar que innecesariamente, ya que no es necesario—, lavar ropa o limpiar el fuerte. Ahí noto que he empezado a divagar nuevamente, por lo que desecho el pensamiento inútil y me enfoco en lo que realmente importa.
Con relajo escojo un mono cualquiera y una camisa que no sea calurosa, aunque independientemente de lo que vista terminaré sudando, siendo franca, la India parece un caldero hirviente, supongo que mi cuerpo se acostumbró a los climas fríos, por lo se me hace casi imposible concebir que existan personas frescas como lechugas mientras yo sudo como una cerda.
Luego de lanzar la ropa en la cama, me vuelvo hacía el pelirrojo, mis bellos se erizan al notar que me está mirando fijamente, ¿qué le sucede?
—Tomaré una ducha. —Pasé incómodamente mi peso de una pierna a otra, esperando que entendiera el significado de mis palabras, pero al parecer no fue así, él se limitó a acostarse en mi cama y cerrar los ojos, solté un bufido—. Deberías esperar afuera.
—No es como si hubiese algo que no haya visto —respondió sin abrir los ojos, haciendo que mis mejillas se calentasen al recordar tan vergonzoso momento.
Entonces decido dejarlo tranquilo y llevar mis cosas dentro del baño, cabe a resaltar lo traumático que fue acercarme a él para tomar la ropa que anteriormente había tirado sobre el colchón, con miedo de que si tentaba mi suerte y mi mano estaba a su alcance la tomara. Ni siquiera entiendo qué me haría de ser ese el caso, pero estoy segura de que no sería nada bueno.
Si bien todavía no olvido sus palabras, tampoco termino de creerlas por completo. ¿Cómo podría ser verdad que su vida me pertenece? Casi me reiría si un sentimiento amargo no se situara en mi estómago cada vez que pienso en que me miente, debería acostumbrarme, ¿acaso no lo han hecho ya demasiadas veces? No obstante, sigue doliendo como la primera vez, sumándole que cada vez que lo hacen terminan sembrando aún más desconfianza en mi ser, impidiendo que pueda creer en algo o alguien con la misma facilidad de antes.
...
Después de haber tomado una ducha, Sasori me ha llevado a uno de los pisos subterráneos del lugar, que es igual o más alucinante que Akatsuki, cruzamos un salón cubierta de alfombras, cosa para nada rara en el lugar, y llena con lo que parecía ser un centenar de soldados, quienes se irguieron al verlo y le hicieron una profunda reverencia, sabía que era poderoso, pero el poder observar con mis propios ojos el alcance de su influencia me aterra un poco más.
Pero, ¿acaso hay algo en este arcángel que no me aterre?
Después de esa curiosa escena atravesamos el lugar y fuimos a parar a un salón igual de grande, me atrevería a decir que idéntico al otro, con la única diferencia de que este se encontraba absolutamente vacío, nadie además de nosotros, un escalofrío se apoderó de mi en el momento que escuché como la gran puerta se cerraba, ya ni siquiera me sorprendía la ostentosidad del lugar, en aquellas semanas había aprendido que cada objeto potencialmente visible de la fortaleza valdría el equivalente a un auto de último modelo. Ni siquiera tenía ánimos de preguntar por qué habían estatuas recubiertas con lo que parecía ser oro en las esquinas.
—Bien, manos a la obra. Lo primero que haré será evaluar tu resistencia física, da diez vueltas en el salón —metió sus manos en aquellos pantalones de lujoso cachemir, tengo que admitir que en aquella pose se veía extrañamente guapo, pero... dicen que las caras bonitas esconden mentes horrendas—. ¿Qué esperas? Corre.
Yo le observé con estupefacción, ¿me estaba ordenando que corriera? Si, porque asintió como si leyera mis pensamientos.
—¿T-tú me entrenarás?
—Creo que es evidente. Sin embargo no te veo obedeciéndome, pareces un poste ahí parada, apresúrate —ordenó nuevamente, suspiré resignada observando los tenis que él mismo me había conseguido, no me hacía ninguna gracia darle la espalda, pero me hacía aún menos el pensar lo que haría si se molestaba por ni negativa.
Que Dios se amparara de mi... ¡Cierto! No puedo pedir tal cosa, al menos no desde que escuché que ese antipático pelirrojo es como un Dios aquí, gran esperanza la mía.
†
Holis<3
Disculpen la tardanza, es que enserio la escuela no me da tiempo de nada. -U-¿Qué les ha parecido el capítulo? Espero que les gustara, no tenía ganas de escribir, pero mi mente me carcome al dejarlas sin capítulo otra vez. </3
Pooooor cierto, no he contestado comentarios del capi anterior, es que enserio no he tenido tiempo :'v, en un rato me pongo con eso, pero aclaro, si los leí y me sacaron un montón de sonrisas, chicas, enserio, son las mejores lectoras que una escritora podría tener<3 [Y si hay algún chico, pues ¡también eres el mejor lector![?]]
¿Qué más? ¡Ah si! ¿Desean que les dedique algún capítulo a futuro? Sólo pídanlo. <3
Yo... iré a seguir viendo Stranger Things, pinchi serie hipnotizante.
Nos leemos cuando el liceo me deje publicar nuevamente, las amo. <3
Saben que pueden dejar sus opiniones en los comentarios, adoro leerlas, me hacen feliz.
AHHHHH, se me había olvidado. Tenía un especial para halloween, pero no lo terminé en el momento TuT, ¿quieren que lo termine y lo suba o esperamos al siguiente año?
Ahora si, Esposa de Akasuna No Sasori fuera.
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Tú eres mi Ángel [Sasosaku]
FanfictionSakura Haruno era una joven normal, tenía un novio al que amaba con locura y buenos amigos que darían la vida por ella. Hasta que un accidente hace que su vida acabe de una forma temprana e inesperada. Ahora debe ser una espectadora de como todo ca...