CAPÍTULO II

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9:40 a.m.

Jungkook terminaba de vestirse. El color celeste con blanco en su Hanbok le quedaba tan bien, y es que todos irían de esa forma pero, sólo él llamaría la atención por su belleza. Se veía tan delicado, inocente y muy lindo.

Al cabo de unos minutos fue hasta la "cocina" en dónde su madre bastante preocupada no sabía qué darle de desayunar. En serio daría todo por un sólo pan en buen estado. Se sentía tan mal por no darle lo mejor a su pequeño, y esto era cuestión de todos los días.

- Tranquila, madre, yo traeré algo, ¿si? - sonrió tomando las manos de la susodicha - encontraré algo para poder comer y les traeré.

- Jungkook... no puedes irte con el estómago vacío, puedes sentirte mal - habló preocupada.

- No tengo hambre aún, no te preocupes, estaré bien. Ahora debo irme, ya casi son las diez y yo no estoy allá - se separó para luego tomar aquella biblia en la mesa para luego caminar hasta la puerta siendo acompañado de su madre.

Le dio una última sonrisa para luego despedirse e ir hasta la iglesia que quedaba a unos 10 minutos en el pueblo.

En el camino saludaba a todos los de su alrededor pues al estar en un lugar tan pequeño, podía reconocer a todos y viceversa. Jungkook era tan amable y educado a pesar de no haber tenido la oportunidad de ir a estudiar o algo por el estilo. Sólo ahí se notaba que los valores se aprendían en casa.

Al momento en que llegó, todos estaban formados para poder entrar por lo que algo apenado corrió hasta ellos para así ponerse al lado del último. Comenzó a escuchar lo que aquellos dos hombres les explicaban, lo que estudiarían y qué harían en aquella iglesia.

Jungkook mantenía una sonrisa prestando su total atención. De alguna manera lo hacía sentir tan especial haber sido uno de los elegidos por el sacerdote para ser de ayuda en aquella iglesia.

El tiempo pasaba cada vez más rápido hasta que llegaron las dos de la tarde. Todos los demás jóvenes estaban yéndose, había sido mucho tiempo en aquel lugar pero sólo uno de ellos había creído que era incluso, muy poco tiempo.

- Joven Jungkook - llamaron desde atrás.

- ¿Si?

- El padre quiere hablar con usted. Por cierto, debo irme ahora así que la llave se la daré a él y así cuando se vayan podrían pasar cerrando por completo - sonrió - nos vemos mañana. Que tenga un buen día - hizo una pequeña reverencia para luego finalmente irse.

Jungkook algo nervioso comenzó a caminar hasta dónde el sacerdote se encontraba. Temía que le dijera que no era apto para el puesto o que debería irse sin tener oportunidad de pertenecer a los chicos que lo ayudaban.

Al llegar a la puerta dió 3 pequeños golpes para luego escuchar la voz adversa pidiéndole que entrara. Cerró y se quedó de pie viendo al mayor preguntando qué necesitaba, sentía que ya eran sus últimos momentos cómo parte de los ayudantes.

- Hoy... estuviste genial - sonrió - me gusta la importancia que le pones a lo que digo y no sólo yo, sino, al de arriba - hizo referencia al "todopoderoso".

- ¿En serio? - preguntó algo sorprendido - Y-yo... muchas gracias. Quiero serle de gran ayuda, padre.

- Si, de hecho... creo que serás uno de los primeros en ser elegido. Me gusta tu fluidez al leer, tu forma de explicar y la postura frente a los demás - se puso de pie - además de eso, creo que eres bastante inocente y... puro - llevó su mano hasta el cabello del menor dando una pequeña caricia - eso es lo que busca la iglesia. Un joven puro, de buen corazón y... muy hermoso.

El castaño sonrió agradeciendo al pensar que por fin sería parte de aquella iglesia. Era muy difícil pues, cómo había mencionado él, necesitaban ciertos requisitos; y Jungkook cumplía con todos ellos. Era un gran halago que quisiera tenerlo ahí con ellos, sería un gran orgullo para sus padres e incluso para sus conocidos quienes siempre lo alentaban a seguir con lo que él quería.

- Pero, padre... - levantó la mirada hasta este - No sé si ya estoy listo. Algunas veces me pongo nervioso y... no quiero confundir nada de lo que leo - suspiró.

- Bueno, si es así... podría darte algunas clases especiales, no obstante, tendrías que quedarte una o dos horas más conmigo, solos. ¿Te parece bien? - observó detenidamente al menor - Aunque, ¿Cuántos años tienes?, espero que tus padres no se preocupen aunque estando aquí, en la casa de Dios, no hay ningún peligro.

- ¿Mi edad? Tengo 20, en unos meses ya tendré los 21 - sonrió.

- ¿20? Wow...

- ¿Sucede algo? - preguntó preocupado de nuevo.

- No, no, es sólo que... tú apariencia, tu inocencia y pureza... hacen que te veas cómo de 17 o 18 años - soltó una pequeña risa - No es ningún problema, solamente me sorprendió. Me gusta que te veas pequeño.

- ¿Hm? Disculpe, no... - desvió la mirada - no entiendo por qué eso sería bueno.

- Oh, nada en específico. Es sólo que las personas creen que los jóvenes más pequeños son mejores para pertenecer a la iglesia por su lealtad a nuestro Dios. Pero contigo seguramente habrá una excepción y... - observó de forma lenta al adverso, de pies a cabeza - será bueno.

- Entiendo, de hecho, creo que soy el mayor entre todos los jóvenes que vinieron hoy y...

La atención de ambos fue llamada por una fuerte ráfaga de viento que había entrado por la ventana; esto había provocado que todos los papeles en el escritorio de aquel sacerdote cayeran al suelo.

El castaño rápidamente se puso de rodillas ayudando al mayor a levantar todos aquellos. Era extraño que hubiese entrado aire, la tarde aún seguía bastante soleada.

- Padre, debo irme. Seguramente mi madre está preocupada además de que no he podido comer nada en todo el día - explicó apenado.

- ¿No has comido? - preguntó sorprendido y preocupado - Dios santo, ya es muy tarde - habló yendo hasta un pequeño cajón en aquel escritorio para así tomar algo de dinero - Ten, toma, compra algo para ti y tu familia. Supe que están teniendo dificultades, además de que a tu padre le quitaron todo los sirvientes del Rey.

- No, no, no se preocupe. No puedo tomar el dinero que es para la iglesia, no sería... correcto.

- Jungkook, por favor acéptalo. Todos lo dan para poder mantener este lugar - tomó las manos adversas para así dejar el dinero en la palma de su mano y luego hacer que esta se cerrará - Estoy seguro de que Dios estará muy feliz, debes alimentar a tu familia. Y siéntete libre de pedirme, yo estoy dispuesto a darte si así lo quieres - sonrió observando al menor.

- Padre... muchísimas gracias - hizo una reverencia por unos cuando segundos - Dios se lo multiplicará. Muchas gracias.

Ambos comenzaron a salir de aquella pequeña oficina, aunque, al dar un paso fuera de esta, otra ráfaga de viento hizo que incluso la biblia cayera al suelo. El padre dio un último vistazo para luego ir y recogerla.

Por otro lado, Jungkook abrió aquella puerta para luego salir. Una sonrisa seguía en su rostro, se sentía tan bendecido, su bondad, humildad y amor al prójimo eran tan grandes.

Comenzó a caminar de vuelta a su casa no sin antes pasar a comprar cosas que sabía que le vendrían bien a todos. Estaba muy feliz.

Llevaría comida a su hogar.

𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍 | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora