CAPÍTULO XVIII

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Un mes después.

Jungkook observaba atentamente el cielo mientras escuchaba a su padre hablar. Las nubes eran más espesas y grises, el calor se había terminado y en su lugar el frío había comenzado.

Ya habían llegado las fechas en las que las lluvias se hacían más concurridas llegando también a nevar debido al frío pues todos estaban situados en una de las colinas de aquel lugar.

Su atención fue llamada por su padre quien le dio la orden de dar aquellos pedazos de pan circulares. Con una sonrisa se puso de frente de aquella fila de personas para así poner una en cada una de sus bocas. Todo iba normal hasta que llegó la última persona.

Su corazón comenzó a latir rápidamente mientras desviaba su mirada hasta su padre quien estaba distraído aún hablándole a los demás. Tragó saliva y sólo tomó otra de aquellas hostias para luego ver cómo Taehyung se inclinaba un poco abriendo su boca.

Jungkook con algo de nerviosismo sólo la colocó en la boca de este para luego ver cómo se iba cómo si nada. Últimamente lo había estado viendo cerca de la iglesia o cuando su padre daba misas en la plaza del pueblo. Siempre estaba ahí recostado en alguna pared fumando, pero, nadie más podía verlo.

Al cabo de unas horas, él junto a sus padres caminaron hasta su hogar. Prestaba atención a lo que estos hablaban y fue más en la hora del almuerzo.

— ¿Qué? ¿Se van a ir? Pero... ¿y la iglesia? ¿Qué pasará con todo? La comida, el ganado y--

— Tranquilo, cariño. —Habló su madre llevando su mano hasta la de su pequeño—. Sólo serán por unos meses. Estoy seguro de que podrás con todo, y--

— La iglesia quedará a manos de alguien más. —Interrumpió el mayor en aquella mesa.

— ¿Qué? ¿No habíamos hablado de que quedaría todo a manos de él? —frunció el entrecejo la mujer.

— Si, pero... no confío. Aún es muy pequeño y... sin experiencia. De igual forma puede ir y seguir con su rutina habitual, ¿no es así, muchacho? —desvió la mirada al castaño.

Este solamente asintió algo triste. No entendía por qué ahora su padre ya no lo tomaba en cuenta y mucho más en cosas departe de la iglesia aún sabiendo que a él le gustaba hacer todas esas cosas. No entendía por qué ya no confiaba en él, ¿en qué se había equivocado?

— Madre... no quiero estar sólo. —musitó una vez vio a su padre ponerse de pie yendo hacia afuera.

— Jungkook, no vas a estar sólo. Yo confío en que estarás en buenas manos y ya sabes a quien me refiero. —sonrió—. Es más, si te sientes sólo aquí, puedes ir a la iglesia y limpiar o sólo a leer la biblia. Tal y cómo hacías.

— No será lo mismo, no estoy acostumbrado a estar sólo y... —suspiró—. ¿No soy muy joven para esto? Tengo miedo.

— No hay por qué temer, cariño.

— ¿Y si te hace algo a ti? No estaré ahí para cuidarte, déjame ir contigo. —sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

— No me hará nada, mi niño. —acarició el cabello de éste.

Aquella mujer se puso de pie asomándose a la ventana viendo cómo su esposo se alejaba con otro hombre hacia aquella iglesia de nuevo. Fue ahí cuando aprovechó para ir hasta el horno y sacar un pequeño traste que contenía dentro un delicioso pastel.

Jungkook al verla se asombró. Llevaba años de no probar uno y ahora, estaba ahí, frente a sus ojos.

— ¿Tú lo hiciste?

La adversa asintió para luego ponerlo en la mesa y luego ir por unos cubiertos al igual que dos platos pequeños.

— El próximo viernes es tu cumpleaños, cariño. ¿Lo olvidaste? —rió levemente mientras cortaba aquello—. Y ya que no estaré para ese día, quise hacerlo antes y así disfrutarlo contigo. ¿Te gusta?

— ¿Mi cumpleaños...? ¿El viernes? Entonces... ya tendré 20, ¿no es así?

— 21. ¿Ya perdiste la cuenta? —sonrió dejando aquel pastel frente a su hijo.

— ¿¡21!? Pero... ¿no tenía 19?

Su madre solamente rió para luego negar. Ambos juntaron sus manos para así comenzar una pequeña oración dándole gracias a Dios por permitirle un año más de vida a aquel chico.

Este aún no asimilaba que ya tenía... 21 años. Ahora entendía por qué su padre lo veía cómo un inútil, a su edad ya se había casado con su madre, tenía un trabajo y una casa, mientras que él apenas y entendía qué era ser independiente.

— Has crecido tanto, pero aún te veo cómo un bebé. Ah, aún recuerdo que... cuando naciste, todas las personas fueron a verte. —Sonrió al recordar aquello—. Aunque, pensándolo bien, había alguien más que yo no conocía.

— Seguramente algún vecino nuevo, madre.

— No, es que... fue extraño. Era una persona... que tenía sus ojos rojos, llevaba ropa muy lujosa y... aunque no recuerdo su rostro, sus ojos me llamaron la atención. —Soltó una pequeña risa—. Hasta podría decir que se parecía a Taehyung, pero él ni de chiste podría tener sus ojos rojos. Seguramente fue mi imaginación, el parto fue muy doloroso y estaba débil.

Jungkook en ese momento comenzó a ahogarse con aquel pastel por lo que su madre rápidamente dio unas cuantas palmadas en su espalda para luego darle un vaso con agua.

¿Taehyung había estado desde su nacimiento? O sea que... ¿él ya lo conocía? ¿Siempre estuvo ahí? ¿Esperó... hasta que él fue mayor?

Ahora entendía por qué su madre no se asustaba al verlo. Hacía que ella lo viera de otra forma, sus ojos no eran rojos, entonces... ¿cómo lo veía su madre?

Al cabo de unas horas solamente ayudaba a su padre a subir las maletas hasta aquel carruaje con algunas pertenencias. Por lo que había entendido, irían a una iglesia muy lejos de aquel pueblo. Era difícil pensar en que... ahora sería sólo él el que cuidaría de aquella casa.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al sentir los abrazos y los besos de su madre mientras esta se despedía. Para ella también le era difícil dejar a su hijo pero no podía llevarlo aunque quisiera, era peligroso y... prefería que él estuviera a salvo en casa.

Jungkook solamente movía su mano despidiéndose de ambos hasta que desaparecieron de su vista. Dolía dejarla ir con su padre, de alguna forma, se sentía preocupado.

— Descuida, ella estará bien. —musitó Taehyung a su lado—. Ya mandé a alguien para que la cuidara.

— Gracias... —respondió Jungkook sin quitar la mirada del camino por el que se había ido.

Justo en ese momento volvió a su mente lo que su madre había dicho. Lentamente desvió su mirada hasta el mayor quien ya estaba encendiendo un cigarro de nuevo.

— Tú y yo tenemos que hablar. —Musitó para luego darse la vuelta y caminar de regreso a casa.

Taehyung mantuvo la mirada en él sintiendo algo de ¿nervios?, era extraño cómo con aquel pequeño sentía tantas cosas "humanas", cosas que nunca antes había experimentado. Buenas y malas.

— ¿Me vas a regañar? —preguntó caminando detrás de él sin recibir respuesta.

Esperaba no haberse metido en problemas.

𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍 | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora