CAPÍTULO III

794 148 42
                                    

— ¡No! Lo juro, yo no hice nada... e-el padre... él padre me lo ¡Ah!

Sus lágrimas salieron cada vez, sus brazos ardían. Nadie le creía y no podía ni siquiera defenderse. Hubo un momento en el que vio la sangre salir, gota a gota, siendo cada una de ella tan dolorosa.

— Dime la verdad, ¿De dónde robaste esto? — habló molestó su padre sosteniendo aquel látigo de cuero.

— JungJae, para, por favor... — pidió aquella mujer siendo ignorada por el susodicho.

— No lo robé — gimoteó — el padre me lo dio — levantó la mirada — dijo que estaba bien porque... ¡ah! — exclamó de dolor al sentir otro golpe siendo ahora mucho más fuerte.

— No nos mientas, Jungkook... nosotros no te criamos de esa forma — alzó la voz — ¡El padre no pudo darte eso! ¡Está prohibido tomar dinero de la iglesia si no es para ella!

El menor temblaba de dolor, no sabía cómo hacerles ver que era verdad, no sabía cómo convencerlos de que él no había robado nada. Su mirada se desvió hasta las bolsas con verduras, carne y frutas, todas estaban en el suelo siendo envueltas por la suciedad, el polvo e inclusive, tierra.

— Soyeon, por favor... — suspiró — ve a devolver todo eso. Ya tenemos suficiente con lo que yo conseguí.

— Pero, JungJae, esta comida... no podemos desperdiciarla, no tenemos...

— ¡Dije que la fueras a devolver, mujer! — alzó la voz sometiendo a la susodicha quien asustada sólo recogió todo para así limpiarlo y salir de casa.

Jungkook permaneció de rodillas durante todo ese rato, al menos el ardor en sus antebrazos había cesado un poco. Se sentía tan triste, había comprado todo aquello con tanta emoción y felicidad pensando que sus padres lo recibirían con una gran sonrisa, pero en su lugar, fueron latigazos.

En cuanto pudo levantarse al fin, salió de casa yendo hasta el pozo del pueblo para así poder limpiar sus brazos.

De sus ojos no terminaban de brotar las lágrimas, seguía estando muy sentido por lo que había sucedido, fue un error haber aceptado aquel dinero, fue un error... ir con él después de que sus "clases" terminaran.

— ¿Estás bien?

Rápidamente giró a su izquierda viendo a aquel hombre de nuevo, su mirada quedó fija en él por unos segundos. Estaba ahí, frente a él, pero, ¿qué tal si era parte de su imaginación? Suspiró y volvió su mirada al balde con agua para seguir limpiando sus brazos y manos.

— ¿Puedo... ver tus heridas? — habló aquel hombre de nuevo.

Jungkook volvió a girar, ahora teniéndolo mucho más cerca. Sus ojos estaban conectados.

— ¿Q-quién eres? — preguntó poniéndose de pie al instante mientras cubría sus heridas con una de sus manos — P-por qué... — su respiración comenzó a agitarse cada vez más al darse cuenta de lo rojos que eran sus ojos, eran... tan terroríficamente hermosos.

— Puedes llamarme Taehyung — sonrió — ¿Puedo ver tus heridas? — preguntó de nuevo.

El castaño lentamente fue quitando su mano dejando que los rayos del sol de aquel atardecer resaltaran mucho más las líneas rojas que había dejado aquel látigo. Con sólo tocar ardía y creía que estaría así por un largo tiempo.

Taehyung poco a poco tocó aquellas con uno de sus dedos escuchando los quejidos del adverso pero aún así, no se detuvo. Sus manos estaban frías, se sentían tan bien en aquella piel tan caliente por los golpes que al posar estas sobre aquel antebrazo, el menor ni siquiera se quejó.

Ambos levantaron la mirada volviendo a hacer contacto visual. Jungkook admiraba las facciones de aquel hombre, su cabello tan oscuro hacía resaltar el tono de su piel tan claro al igual que el de sus increíbles ojos y labios rojos. Era cómo estar viendo a un Dios.

Por otro lado, Taehyung no podía dejar de sonreír al ver aquél joven tan hermoso. Su cabello "brillaba" al estar contra aquél sol de atardecer, sus ojos cristalinos, sus labios rojos al igual que sus mejillas y su piel de porcelana. Era cómo... el ángel más hermoso que haya visto, literalmente.

— Bien... — musitó quitando su mano — ¿Te sientes mejor? — observó aquella piel que no tenía rastro de ningún golpe.

— ¿C-cómo... lo hizo? — preguntó sorprendido al ver que sus heridas ya no estaban.

— Eso no importa — respondió tomando la otra mano del castaño para volver a hacer lo mismo — Es una lastima que quisieran dañar tan hermosa piel, un jovencito cómo tú no debería estar sufriendo esto por un... estúpido — murmuró al final recordando lo que había visto en aquella iglesia.

— ¿Quién eres? — preguntó de nuevo aún sin poder creer lo que estaba viendo y viviendo en su propia piel — Tú...

— ¡Jungkook!

El susodicho desvió la mirada ante su madre que bastante preocupada se acercaba a él, en cuanto estuvo lo suficientemente cerca abrazó a su hijo sintiendo tanta tristeza de lo que su esposo le había hecho.

— Perdóname, cariño... — musitó acariciando el cabello de su pequeño — perdón por no poder defenderte — se separó — Quiero ver tus brazos — pidió entre lágrimas para luego ver detalladamente la piel de su hijo la cual estaba intacta — Oh, gracias a Dios no te pasó nada, es un milagro de nuestro señor, ¡pasó su mano de sanidad sobre ti! — exclamó sonriente.

Taehyung al instante la observó con desagrado para luego sólo darse la vuelta e irse. "Dios" no había hecho nada, fue él.

— Mamá, fue él... — llevó su mirada a la izquierda de nuevo notando que sólo estaban ellos dos — Pero... — frunció su entrecejo no pudiendo creer que aquel sujeto había desaparecido.

Observó todo su alrededor en busca de aquel sujeto pero no vio a nadie, ni siquiera a lo lejos.

En ese momento volvió su atención hacia su madre para luego comenzar a caminar con ella de nuevo a su hogar. Bajó la mirada notando que todo su dolor había desaparecido, todo se había esfumado... al igual que él.

Lo que no sabía es que aquel azabache lo observaba desde atrás con una pequeña sonrisa.

Ese campesino... le atraía demasiado.

𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍 | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora