CAPÍTULO V

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Taehyung caminó tranquilamente hasta llegar a la iglesia en dónde aquel sacerdote, bastante atemorizado aún, salía para así dirigirse a su casa. El azabache no tenía nada qué hacer por lo que se le haría divertido ir junto con él y así atormentarlo toda la noche.

Se había molestado al notar cómo éste quería obligar a Jungkook a hacer algo que no quería. Sin duda alguna creía que los más asquerosos e hipócritas se encontraban refugiados en una religión inútil sólo para disfrazar el verdadero monstruo que ocultaban tras esos "rezos", "plegarias" y demás cosas.

— Hey, estuve buscándote todo el día, ¿en dónde estabas? —habló aquel castaño.

— Ahora no, Namjoon, estoy ocupado... — respondió siguiendo su camino.

— Al menos escúchame. —suspiró—. Yoongi... está comenzando a hacer cosas estúpidas. Te dije que no era bueno ponerle ese cargo.

— ¿Qué hizo ahora? ¿Robar? —rió.

— No... —observó al adverso seguir caminando— él... —suspiró—. Ven, es mejor que él mismo te lo diga.

Taehyung giró los ojos y dio un último vistazo hacia su alrededor para luego ir directamente a donde Min se encontraba. En cuanto puso un pie dentro de aquel templo pudo sentir el fuerte olor a sangre derramada por todo el lugar. Caminó con indiferencia y al ver aquella escena sólo rió acomodando su ropa.

— ¿Te estás divirtiendo? —preguntó—. Parece que encontraste una nueva forma de distraerte —observó el suelo.

El rubio levantó la mirada haciendo contacto visual con Kim. Le era odioso saber que sin que él dijera algo, no podía hacer nada de lo que quería. Tiró la espada y sólo mantuvo su mirada en el suelo esperando no recibir algún golpe del adverso. Siempre solía corregirlo, realmente lo odiaba. 

— ¿Qué pasó?

— Nada.

— Yoongi... no me hagas saberlo por mi propia cuenta. Sabes que puedo descubrir mucho más de lo que me has estado ocultando. —caminó lentamente hasta llegar al frente del susodicho.

— Fue por... —mordió levemente su labio—. Hay una persona a la que... le hicieron mucho daño por el simple hecho de pensar diferente. No... —suspiró apretando levemente su puño—. No quise quedarme de brazos cruzados. Esta estúpida gente cree que todo se basa sobre ese maldito libro.

— ¿Querías vengarte?

— Ayer casi lo matan a él... por mi culpa —levantó la mirada— No pude contenerme. Tú lo sabes, si le hicieran lo mismo a ese chico... estoy seguro de que no dejarías a nadie vivo.

Taehyung sin decir nada se alejó para así observar cada uno de los rostros de aquellas cabezas. Habían casi 10 personas ahí, lo gracioso es que... esas 10 personas eran las primeras en estar al frente a la hora de que aquel sacerdote daba su tonta charla. Cada vez se daba cuenta de lo falsa que era la gente.

Soltó una risa y se inclinó tomando una de las cabezas para así observar detenidamente cada una de sus facciones. Yoongi siempre había sido muy impulsivo, tenía una sed de venganza tan grande que no le importaba matar siquiera a un niño. Si él lo creía conveniente, lo haría.

— ¿Nadie te vio?

— Solamente... la mujer que hace la lim--

— Liquidala —ordenó—. No quiero salvar tu maldito trasero cuando el pueblo se de cuenta que tú eres el asesino.

Al culminar aquella charla solamente salió de aquel templo. No le importaba para nada los problemas que tenía Min, mientras no se metiera con él, todo estaba bien. Siguió su camino hasta llegar a una especie de pozo para lavar sus manos, fue ahí cuando pudo escuchar un llanto silencioso, una sonrisa se formó en su rostro y volteó directamente hacia dónde provenía aquel sonido.

Quién diría que Yoongi se iba a enamorar de un campesino. Creía ser el único cometiendo aquel "error" pero ahora veía que no, era gracioso. Nunca creyó que Min algún día podría tener sentimientos, y lo que le daba mucha más gracia es que siempre juró tenerle asco a los humanos. En especial a los campesinos.

Curioso por lo que había sucedido se dirigió hasta aquel castaño quien al verlo se asustó instantáneamente. Quería huir pero era imposible. Taehyung tenía ciertos poderes que lo hacían ser el mejor en aquel lugar, e incluso, el mejor en todo el mundo.

Observó directamente a los ojos del adverso para así poder saber qué era lo que le había sucedido.

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Jimin corría con un cuchillo en mano tratando de escapar de aquel grupo de hombres que iban con la intención de no dejarlo con vida. Nunca se habían llevado bien por lo que no les sería difícil asesinar al castaño. Lo habían atormentado toda la vida al punto en que Park solamente se refugiaba en aquel templo dónde su lugar "seguro" era con Min.

— ¡Ven aquí, idiota!

Sus lágrimas comenzaban a llenar sus ojos haciéndole difícil correr entre la oscuridad. Pero al ser casi 15 personas contra él, era imposible salir con vida.

Al llegar a un lugar del cual ya no tenía salida solamente se puso de rodillas tratando de que le tuvieran compasión.

— Basta, por favor. No hice nada malo... l-les juro que lo que vieron... no es real.

— ¿Qué? ¿No es real? —rió— ¿No fue real verte besándote con aquel hombre?

Jimin limpio rápidamente sus ojos para luego volver a ponerse de pie. Apretó aquel cuchillo con el cual pudo hacerle daño a unos pocos pero al momento en que se lo quitaron, los golpes vinieron por segundo y no pudo defenderse.

Trataba de gritar por ayuda logrando despertar a las personas que vivían en aquel lugar pero después de unos segundos todo se quedó en silencio. Incluso él. Las lámparas de fuego se apagaron, todo estaba apagado, la oscura noche no tenía ninguna otra luz que no fuera de la luna sobre ellos.

Park intentó ponerse de pie, podía escuchar a los demás hombres gritar de dolor pero no sabían qué sucedía, no podían ver absolutamente nada. Era cómo pelear con una sombra.

En cuanto el susodicho quiso correr de nuevo, cayó, estaba muy lastimado. Nunca lo habían golpeado tan fuerte que incluso... le habían dado con palos de madera e incluso de metal.

En ese instante solamente levantó la mirada hasta la persona frente a él que de alguna forma pudo saber que se trataba del Rey. Quiso ponerse de pie pero... fue imposible por lo que cayó, no obstante, el adverso ya lo tenía entre sus brazos.

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— Ya veo —soltó una pequeña risa—. Yoongi te salvó, que tierno. Matar a 15 personas por un campesino... es un poco increíble, ¿no? —musitó.

El castaño sintiéndose bastante perturbado por lo que acababa de suceder solamente salió corriendo de aquel sujeto de ojos rojos. Habían pasado tantas cosas ese día que... creía que se estaba volviendo loco.

Por otro lado, Taehyung lo observaba con indiferencia. Sin duda alguna era el tipo de persona de la cual Min se enamoraría.

𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍 | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora