3:30 p.m.
Jungkook tarareaba en un tono bajo una melodía mientras terminaba de limpiar algunas esculturas en aquella iglesia junto con otro de los chicos que estaban aprendiendo junto con él. Los días anteriores se había estado sintiendo bastante triste, y de alguna forma, estar en aquella iglesia lo hacía distraerse de toda la carga que su padre le daba ya que quería hacerlo un "hombre de bien"; erróneamente seguía creyendo que su hijo había robado.
— Joven Jeon —llamó aquel sacerdote.
Éste volteó hacia él prestando atención a lo que diría pero sólo había dado un aviso al otro chico que podía irse, a excepción de él.
— Padre, lo siento mucho... debo irme pronto a casa —habló apenado mientras acomodaba el pequeño lazo que simulaba una bandana sobre su frente.
— ¿Qué? Pero... ya habíamos quedado que te quedarías aquí, ¿acaso no te gusta? —preguntó en un tono un poco serio.
— No, no, no, no es eso —sonrió apenado— es sólo que... ahora mi padre me pone a trabajar mucho más que antes. Debo volver pronto.
El mayor suspiró y mordió el interior de su mejilla levemente mientras mantenía la mirada fija en el joven frente a él. Los rayos de luz que entraban por los vidrios se reflejaban sobre el rostro de éste y podía verlo incluso mucho más angelical que antes.
— ¿Estás negando a Dios?
Jungkook cambió su expresión al instante y sólo suspiró desviando la mirada hasta sus manos para así limpiarlas con el trapo entre ellas. No sabía qué hacer, entendía que estaría restando punto para poder pertenecer a aquel lugar pero tampoco podía faltar a la palabra de su padre.
—No, así que... lo siento pero debo irme. Lo lamento mucho —musitó para luego hacer una pequeña reverencia y así dejar aquel trapo sobre una de las sillas.
Al caminar hacia la puerta escuchó de nuevo cómo aquel hombre llamaba a su nombre, al detenerse y dar la vuelta, lo tuvo tan cerca que incluso se había asustado, la forma en que éste le reprochaba por decir que debía irse y la forma tan brusca con la que tomaba sus manos lo hacían asustarse e incluso enojarse.
— Hey —llamó una tercera voz.
Ambos se dieron la vuelta hacia una de las últimas sillas en dónde aquel apuesto hombre se encontraba sentado. Su mirada era tan penetrante que con sólo hacer contacto visual podía intimidar al que quisiera.
— ¿Acaso no lo escuchaste? Debe irse.
Jungkook frunció levemente su entrecejo preguntándose cómo había entrado, la puerta tenia pasador, e incluso era imposible entrar al lugar y no escuchar las pisadas, además, sus zapatos tenían tacón, era... inexplicable.
Por otro lado Taehyung finalmente se puso de pie mostrándose incluso más alto que aquel sacerdote. Caminó de forma tranquila hasta ellos, sus pasos -ahora sí- sonaban en aquel eco, su forma de caminar demostrando superioridad, grandeza y hermosura llamaron totalmente la atención de aquellos dos. Pero para los ojos de Jungkook era el ser más hermoso que había visto; para el padre... quizás el más terrible.
El miedo lo invadió, sus ojos conectaron y fue ahí cuando pudo ver lo rojos que eran estos, su piel se erizó, sentía que todo se tornaba oscuro y frío a su alrededor. Quería huir pero sus pies no respondían, estaba petrificado de miedo.
— ¿Qué? ¿Te dí miedo? —preguntó burlesco viendo hacia aquel tipo.
Con delicadeza posó su mano sobre el hombro del menor el cual sonrió por inercia.
— ¡F-fuera de aquí! —alzó la voz, se podía escuchar el terror en cada palabra— ¡Esta es la c-casa de Dios, no puedes entrar aquí! —apretó aquella biblia en sus manos.
— Padre... ¿está bien?
En ese momento Taehyung no pudo evitar reír, lo hizo tanto que incluso su estómago comenzó a doler. Le hacía tanta gracia ver a los mortales en aquella situación, llevaba años en la tierra y nunca se aburría.
— Vaya... cómo que Dios tiene muchas casas ¿no? —preguntó observando a su alrededor— bueno, creo que ya es hora de que vuelvas a casa —habló en un tono más dulce hacia aquel hermoso chico a su lado— Yo te acompaño —musitó enredando sus manos en el suave cabello del adverso.
Jungkook sonrió de nuevo manteniendo su mirada en aquel sujeto para luego asentir. Al volver a ver al sacerdote se impresionó por cómo éste ya se había ido corriendo de aquel lugar.
— Vaya... que cobarde —susurró Taehyung para si mismo.
Por inercia llevó su mano a la del menor para así tomarla y salir de aquel lugar. Odiaba la forma en que ese tipo quería aprovecharse de "la palabra de Dios" para hacer lo que quisiera.
Al salir por fin de aquel lugar el menor desvió su mirada hasta el sol que estaba comenzando a esconderse entre las montañas. Taehyung bajó la mirada hasta él de nuevo y sonrió al ver de nuevo lo precioso que éste llegaba a ser sin siquiera intentarlo. La forma en que sus cabellos brillaban... y lo suave que se veía su piel, lo atraían, pero mucho más aquellos brillantes ojos que creía que eran negros, pero, al verlos en la luz del sol, llegaban incluso a ser de un tono avellana.
Ambos comenzaron a caminar de regreso a la casa del más pequeño, en silencio. Jungkook aún no podía comprender por qué el padre se había comportado de esa manera, cómo... si estuviera viendo al mismísimo lucifer en persona. Irónico.
— Por cierto, ¿cómo hizo para entrar?, estoy seguro de que... —observó hacia su derecha en busca de aquel sujeto— dejé la puerta cerrada... —terminó la oración.
Nuevamente observó a su alrededor pero no estaba.
— Estoy volviéndome loco...
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𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍 | Taekook
FanfictionEn el momento en que te pones de rodillas, sientes tus ojos llenarse de lágrimas y pides misericordia a aquel ser omnipresente sientes que todos tus pecados son bañados con agua bendita de las preciosas manos del "Señor". Ruegas por piedad y das las...