VIII

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Agosto, 2020.


Eleonor.

Nos dirigiamos al coche de Tom y de repente, me acordé de la discusión que tuvo con Daniel. No quería ser indiscreta ni mucho menos, pero me llenaba de curiosidad el por qué Tom discutió de esa manera con Daniel.
Respiré hondo y le dije:
- Tom... Una cosita...
- Dime.- respondió girándose hacia mí.
- Verás... Hace unas semanas te oí discutir con Daniel y claro, nuestros vestuarios están unos al lado del otro... Quisiera saber por qué lo hacíais... Si no es mucho preguntar- dije tímidamente.
Vi como Tom se tensó, justo cuando llegamos a su coche. Entramos a él y me miró fijamente. Suspiró.
- Bueno, no hay nada malo que lo sepas... Verás, Daniel está con Erin y no me parece bien que coquetee contigo estando con ella. Me ha dicho muchas veces que solo es como amigos, pero no soy tonto, Eli y sé que le gustas. Yo... Yo no quiero que te haga daño. No quiero que te ilusione y después, para nada. Él no va a dejar a Erin y yo... Yo no voy a dejar que haga daño, no quiero que te haga nada. No sé por qué, pero siento que te tengo que proteger...
- Tom...- dije llevándome la mano al pecho.
No me esperaba aquellas palabras. Me quedé mirándolo mientras él comenzó a conducir.
- Eli, yo... Yo no quiero que pienses nada raro de mí, ni mucho menos que soy un aprovechado... No sé que pensarás después de lo que te he dicho, pero yo...- comenzó a decir, pero se calló.
- Pero, ¿Qué?- aquellas palabras me salieron solas.
Algo me decía que iba a decir algo que me iba a sorprender.
Siguió conduciendo un rato sin hablar y yo me estaba poniendo nerviosa.
Después de un rato, casi llegando a mi casa, al fin habló.
- Eleonor, perdona por no decirte nada, pero no encontraba las palabra exactas.
- ¿Decirme el qué, Tom?
- Que... Que tú...- suspiró y me miró- Me gustas, Eli.
Sentí que el corazón se me paralizaba mientras lo miraba con la boca abierta.
¿Tom Felton me acababa de decir que yo le gustaba?

Tom.

Ya estaba dicho.
Ya no había vuelta de hoja, ni había marcha atrás.
Paré el coche frente a la puerta de la casa de Eleonor, quien seguía sin hablar.
Quizás había metido la pata, ella no debía sentir nada en absoluto por mí, era lógico. Pero sentía que debía decirle la verdad. Tenía la necesidad de protegerla y así lo haría aunque ella no quisiera nada conmigo, pero siempre estaría ahí como un amigo.
- Tom, yo...- comenzó a hablar pero se calló nuevamente.
Bajó la mirada hacia sus manos, que jugaban con la correa de su bolso.
- Está bien, Eli... Entiendo que tú no sientas nada por mí. Pero debía de decírtelo.
Suspiró.
- No es eso, Tom. Pero... Pero estoy algo confundida... - dijo levantando la mirada hacia mí.
- ¿Confundida?- pregunté extrañado y ella asintió.
- No entiendo cómo a Daniel le gusto, como tú dices. Él está bien con Erin, pero no para de invitarme a salir... Y después, estás tú, que me acabas de decir esto... Yo... Yo siento lo mismo que tú, Tom, pero esto se me hace un lío en la cabeza.
- ¿Sientes lo mismo que yo? - pregunté sorprendido y ella volvió a asentir.
Pasé mi mano izquierda por la cara y Eleonor volvió a suspirar.
- Pero estas confundida entre Dan y yo, por todo lo que está pasando, ¿cierto?
- Yo no quiero ser la tercera en discordia, yo no quiero eso, Tom. No me quiero meter en la relación de Daniel y Erin. Él me atrae... Pero contigo es diferente. Es verte y me lleno de felicidad, el corazón se me quiere salir del pecho... Más de una vez he tenido que disimular delante de ti para que no notes como me pongo nerviosa... Tú siempre estás ahí, ayudándome en todo... Daniel también, pero tú... Tú eres especial, Tom. No puedo verte mal... Te veo así y se me cae el mundo... - confesó.
- Solo quiero protegerte, Eli... Yo si que no puedo verte mal. Desde que te conocí en el set, se me hace más fácil ir al trabajo. Si tú quieres, podemos ir despacio... No quiero presionarte.
- ¿Poco a poco?- preguntó ella sonriendo.
- Poco a poco, sin ningún tipo de prisas- respondí y me acerqué un poco a ella.
Su sonrisa se hizo más amplia y coloqué un mechón detrás de su oreja. Ella me miró a los ojos y acarició mi mejilla, haciendo que yo cerrara los ojos ante su contacto.
Suspiré.
Abrí los ojos y tenía su cara a pocos centímetros. Ella tenía aún su mano sobre mi mejilla. Pensé en besarla, pero no, no era propio.
Iríamos poco a poco y lograría ganarme su corazón por completo ahora que sabía lo que ella sentía por mí.
Aunque, ojalá, este momento que estábamos viviendo, durara por siempre.

Daniel.

Estaba en la terraza de casa, sentado en un sillón con un cigarrillo en la mano.
Le di una calada y de nuevo, Eleonor, apareció en mi mente.
Debía de dejar de pensar así en ella. No estaba bien.
Le di otra calada y, en ese momento, Erin llegó, vestida con un simple camisón corto, de seda negra, que yo mismo le regalé no hacía mucho. Se acercó a mí, sentándose sobre mis piernas, a horcajadas. Puse mi mano libre sobre sus caderas, para que no se cayera y me di cuenta que no llevaba nada debajo del camisón.
- ¿Te vienes a la cama, amor?- preguntó quitándome el cigarrillo.
Le dio una calada y lo apagó en el cenicero que había en la mesita que teníamos allí en la terraza al lado de los sillones.
- Si, vamos.- respondí.
Me levanté con ella, quien se sujetó a mis caderas entrelanzando sus piernas. Soltó una risita y entramos a la casa.
Aquella noche, cuando hicimos el amor, por fin, Eleonor no apareció en ningún momento por mi mente.
Y me alegré.

Noches de Plata (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora