XXXIX

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Diciembre, 2021


Eleonor.

Después de hablar con mis padres durante un buen rato por teléfono, (incluyendo los insultos en voz alta de mi hermana Lisa por verme ido y dejar a Tom), la decisión de irme de nuevo a Londres estaba decidida.
Volvería a la tierra que me vio nacer en el próximo vuelo con Tom e Irma.
Me apenaba mucho dejar a mis abuelos y a la ciudad que tantas veces me había acogido y que sentía mía, pero tenía que volver.

Y llegó el día de volver.
Irma me había ayudado hacer las maletas la tarde de antes, como hizo el día que me fui de la casa de Tom, cuando él salió por unos asuntos de trabajo. Vino, me ayudó y metió las maletas en su coche para llevárselas antes que Tom volviera, para que no se diera cuenta de lo que iba hacer. Recogí lo imprescindible, lo justo para que él no se diera cuenta. Dejé muchas de mis cosas allí. Lloré haciendo aquello y me arrepentiría toda la vida.
Pero ahora todo era distinto, ahora volvería para ser feliz junto a la persona que más amaba en el mundo.
Lo que no sabía era si iba a vivir de nuevo con él o me quedaría en casa de mis padres. Creo que sería lo más lógico.

Lloré mucho cuando me despedí de los abuelos, pero les prometí que volvería lo más pronto posible.
- Cuida de mi niña, muchacho. Ella es un sol y se merece lo mejor- le dijo el abuelo con una sonrisa mientras abrazaba a Tom.
- Es el sol que ilumina mi vida, señor. No dude que la seguiré cuidando con mi vida- respondió Tom.
Irma y yo nos miramos ante las palabras de Tom, sonriendo tontamente las dos.
Después de muchos besos y abrazos, los tres nos subimos en el coche que nos llevaría al aeropuerto.
Sin dudas, el dejar a los abuelos y a la tierra de mis amores (Sevilla), era muy doloroso.
Pero volvería pronto, eso era más que seguro.

Una vez que hicimos los trámites en el aeropuerto (debo de añadir que Tom iba con una gorra y gafas de sol para pasar desapercibido), nos montamos en el avión. Irma, quién iba en el asiento de delante de nosotros, se giró y nos dijo:
- Por favor, despertarme cuando lleguemos, no me apetece aparecer en otro lado que no sea Londres.
- Vaya, yo creía que querías irte a Cancún- bromeó Tom.
- No estaría mal, búscame un amigo y me voy.- dijo guiñando un ojo antes de volverse para su asiento.
Negué con la cabeza, riendo ante las palabras de mi amiga.
Noté como Tom agarraba mi mano y levanté la mirada hacia él.
- Por fin hacia Londres, juntos- dijo Tom sonriendo.
- Si, al fin- respondí de la misma manera.
- ¿Sabes? Willow te espera en casa, tiene tantas ganas como yo de tenerte allí.
- ¿En casa?- pregunté entre extrañada y sorprendida.
No esperaba aquello.
- Si, por supuesto. ¿Esperabas que te dejara dormir en otro lado que no fuera en nuestra casa?
Mis ojos se llenaron de lágrimas y me llevé la mano libre hacia la boca. No esperaba que él me dijera que volviéramos a vivir juntos tan pronto.
- No pienso dejar que estés más lejos de mí. Te necesito en mi vida a cada segundo. Eres el amor de mi vida, Eleonor.
Mis lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y Tom las secó con su mano libre.
- No puedo quererte más, Tom.
Él sonrió y se inclinó para besarme en la cabeza.
Si, y dentro de mí había algo que me decía que, a partir de ahora, todo iba a ir bien.
Y agarrada de la mano de Tom, me quedé dormida sobre su hombro, mientras regresábamos a nuestro hogar.

Tom.

Mientras nos dirigiamos a casa, no solté la mano de Eleonor en todo el camino. Era como un sueño que aún no me creía.
Aparqué el coche a las afueras de casa y bajamos. Decidimos ir directamente a casa, era bastante tarde y mejor mañana por la mañana ir a ver a sus padres. Ella ya les había llamado para contarles que volvía a estar conmigo y a vivir en casa. No pusieron objeción ninguna.
Entramos en casa, después de bajar el equipaje de Eleonor del coche. Lo dejamos en un lado, cerca de mi despacho. Mañana tendríamos todo el día para adecuarlo de nuevo en la habitación.
De repente, una mancha negra apareció, abalanzandose encima nuestra, entre ladridos y lametones.
Willow.
Después de saludarla efusivamente, caminamos hacia el salón y nos sentamos en el sofá.
- Eli, ¿quieres un té?- pregunté.
-¡Oh, si, si! Me encantaría, gracias.
- Vale, ahora vuelvo- dije mientras me levantaba y la dejaba a ella en el sofá acariciando a Willow, con los pies subidos.
Le gustaba quitarse los zapatos y ponerse de aquella manera en el sofá.
Me dirigí a la cocina para preparar el té.

Diez minutos más tarde, me dirigía con dos tazas humeantes hacia el sofá. Le di a Eleonor una y me fui a sentar a su lado, pero tan mala fue la suerte que tropecé con la pata de la mesa, volcándose el contenido de la taza sobre mí.
- ¡Joder!- grité mientras soltaba la taza sobre la mesita.
-¡Tom!- exclamó Eleonor soltando la taza rápidamente.- ¿Estás bien?
- Voy a ir a cambiarme. Esto está demasiado caliente- dije algo desesperado e intentando que no se me pegara la ropa al cuerpo.
Me dirigí a las escaleras para subir a mí habitación, seguido de una Eleonor bastante preocupada.
Llegamos y me dirigí al armario para coger algo de ropa, pero Eli me paró.
- Ve al baño y te quitas eso, ahora te llevo yo ropa seca.
Yo solo asentí e hice lo que ella me había dicho. Entré en el baño mientras ella me buscaba algo de ropa seca, maldiciendo por tirarme a mí mismo el té encima.
Salía del baño, solo en bóxer, cuando tropecé con Eleonor, quién me traía un pijama entre sus manos.
- ¡Perdona, cielo! No te he visto.- dije suavizando la voz.
- No te preocupes.- dijo ella y me extendió el pijama, sin evitar pasar la vista por mi cuerpo rápidamente.
Lo noté. La conocía bastante bien.
Dió un paso para atrás, para girarse, pero la tomé del brazo, acercándola a mí.
Nos miramos una fracción de segundo y la besé.
El pijama cayó al suelo, mis manos se colocaron en su cintura y, las suyas, en mi cuello.
Tenía tantas ganas de estar con ella...
Mis manos pasaron a desabrochar su pantalón, que cayó al suelo en un instante. Se quitó el pantalón caído a sus pies y su jersey voló a algún lado de mi habitación, quedándonos ambos en ropa interior.
Sus manos y las mías comenzaron un baile de caricias entre nuestros cuerpos. Lentamente la acerqué a la cama. Noté como suspiró cuando nos tumbamos en la cama.
Comencé a acariciarla por encima de su ropa interior, arrancándole leves suspiros.
- Tom...
- Dime, cielo.
Puso sus piernas alrededor de mis caderas y sus manos en mi cuello, antes de decir:
- Hazme el amor.
Sonreí y la besé dulcemente, convirtiendose aquel beso en apasionado.
Comencé a besar su bonito cuerpo, liberándolo de aquella poca ropa que le quedaba, dejandola caer en algún lado del suelo de la habitación, haciendo lo propio con la mía.
Sus suspiros se convirtieron en jadeos suaves al notar mis dedos dentro de ella.
- Tom...
- Shh, tranquila, pequeña.
- Por favor... Tom... No puedo más... Te necesito.
Sentí un pellizco en el estómago al oír sus palabras. Me necesitaba como yo a ella. Acerqué mi boca a su oído y le susurré:
- Lo que ordenes, pequeña.
Y entré en su cuerpo, comenzando a moverme lentamente, pero aumenté mis movimientos, al notar como apretaba sus piernas en mi cintura.
Sus manos, acariciaban mis brazos, pero, de repente, noté como apretaba sus manos en ellos, su espalda se arqueaba y sus jadeos se convirtieron en gemidos de placer.
- Tom...
- Hazlo, pequeña...
Y con un pequeño grito, llegó a la cima.
Yo di varias embestidas más y también llegué.
Salí de ella, tumbandome a su lado, intentando recuperar el aliento.
Me moví rápidamente en la cama, cubriendonos  con las sábanas y abrazándola bajo ellas.
- Ha sido mejor de lo que recordaba- dijo Eleonor, aún con la respiración agitada.
- Si, mucho mejor- dije.
Le besé en la cabeza y noté como ella pasaba su pierna entre las mías.
- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Tom.
- Tú también lo eres, Eli.
Giré mi cabeza hacia ella, topandome con sus labios. Sin pensarlo dos veces, me besó, apoderándose de nosotros de nuevo la pasión.
Esta vez ella se subió encima de mí.
- No pienso volver a dejarte en la vida, señor Tom Felton.
- Me alegra oír eso, señorita Eleonor Ponce.
Y se inclinó para besarme, comenzando así una noche tan pasional como bonita.
Sinceramente, tenerla entre mis brazos de nuevo era un sueño hecho realidad.

Noches de Plata (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora