DIEZ: FAMILIA

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La había herido. Las palabras habían resbalado torpes desde su boca, y podía recordar perfectamente el cuerpo cálido contra el suyo temblando ante el dolor que había sentido, él aún teniendo sus manos sobre el lujurioso cuerpo de ella.

La frase había sido impulsada por el lado de su cerebro que aún intentaba moverlo por un lado de venganza que había descartado, entendiendo que era una estupidez de pérdida de tiempo.

Setsuna se había ido nuevamente, esa vez caminando de la forma más digna que hubiera visto jamás en cualquier parte del maldito mundo, alejándose de él luego de haberlo barrido también con una pelea verbal. Esa mujer, Hanyo, era quien tenía la llave para romper su autocontrol por completo. La Hanyo que lo había matado, pero que también lo había remediado al instante.

Ahora se encontraba vacío, en el mismo lugar donde habían peleado y luego lo había dejado.

Con justa razón.

___

Setsuna estaba frente a la barrera de su familia, en las tierras dominadas por su sangre. El cielo estaba tomando un tinte rojizo que iluminaba todo a su alrededor, volviéndolo cálido y de ensueño. Ese era el lugar seguro al que siempre había aspirado. Esa era su zona de confort, y el cuerpo completo le dolía por entrar ahí, dejarse abrazar por su hermana y madre, tener los ojos duros de su padre vigilando su seguridad.

Tener el cuerpo frágil de su hermano contra su pecho, jugando en la mañana mientras le robaba risas suaves.

¿En qué momento ella se había vuelto tán blanda? Se miró el cuerpo, su traje de exterminio montado en perfecto orden sobre ella, su armadura cerrada con la misma rigidez que ella solía mantener. Pero todo ahora le parecía diferente.

De sus ojos resbaló una solitaria lágrima que bajó hasta caer por su barbilla, humedeciendo su cuello. Ella quería ser la misma de siempre otra vez, dura y sin necesidades. Pero no era capaz de borrar la sensación de las malditas manos contra su piel desnuda.

Al parecer la fría Setsuna si podía romperse, después de todo.

Su Naginata comenzó a palpitar contra su mano derecha, intentando comunicarse con ella de forma desesperada. Por un segundo el arma la despojó de todo otro sentimiento, viéndola volverse color escarlata.

-¿Qué quieres mostrarme? -Ella sintió el susurro en el viento, y miró al frente buscando la fuente.

Ante sus ojos aparecieron múltiples hilos, cada uno brillando sin haberse enredado en los demás, Muchos iban directo hacia el otro lado de la barrera, otros tomaban caminos diferentes en direcciones inciertas. Ella estaba viendo con sus propios ojos todas las conexiones que había formado a lo largo de los años.

Pero una le llamó la atención por sobre las demás. Era delgada, frágil, y apenas tomaba un color rojizo pálido. Quiso acercarse y tocarla con su arma, pero el filo de la hoja palpitó en su contraria.

No podía cortar sus propias conexiones.

Estaba decidida a cortar el flujo de su sangre hacia el arma, cuando su mano derecha le ardió. De ella aparecía el único hilo de color oscuro, sucio, y que se dirigía hasta el Norte, y Setsuna no lo pensó demasiado.

Con su mano izquierda aferró la Naginata, lista para cortar la maldita cosa, pero cuando chocó contra ella solo comenzó a vibrar, provocándole a ella misma mareos innecesariamente intensos. Sus oídos zumbaron con la sensación.

-Qué patética soy, inutil. -Volvió a apoyar el filo de su arma en ese hilo, rasgándolo para encontrar consuelo, imágenes que le mostraran por qué ella. Por qué su destino estaba hilado con el desastre.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora