VEINTITRÉS: MÍO

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La persiana que cubría uno de los ventanales estaba abierta, la luz temprana se colaba hasta su rostro, haciéndole incomodo el mantenerse en esa posición. Uno de sus brazos se movió por inercia hasta sus ojos, protegiéndose de los rayos solares que lo perturbaban.

La ligereza del movimiento le hizo notar que su cuerpo no se encontraba pegado al de su compañera en lo absoluto.

Frunciendo el ceño se levantó, la luz que le golpeaba de frente lo cegó levemente, pero de inmediato vió el lugar que había ocupado Setsuna en esa cama, ahora frío por su partida. ¿Nuevamente había escapado de la confrontación de las palabras dichas por el la noche anterior? La había percibido distinta, un cambio que se venía acrecentando con los días que pasaban.

Su energía estaba revuelta de una forma completamente extraña.

Pero no debería desconfiar de la palabra que ella le había brindado, aunque el no verla le demostraba una intención silenciosa de no enfrentarse a él en lo absoluto. Estaba dentro del palacio, la sentía perfectamente rondando. ¿Debía ir tras ella?

¿Debía dejarla en su libertad?

Lo único que sabía con certeza era que debía moverse rápido. Era capaz de sentir la presencia indeseada de la energía demoniaca oscura, se acercaba a sus tierras con alarmante determinación.

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-La mano debe ir mucho más firme. -Setsuna se inclinó, ayudando al niño a que aferrara de buena forma el arma pesada de metal que llevaba en la mano. Seguramente era de su padre.

-Lady Setsuna. -El niño, que no debía tener más de diez años, hizo el ademán de inclinarse ante ella.

Eso sólo lo había intentado la gente del Oeste, y fueron frenados de inmediato por la naturalidad cercana de su madre, quien gustaba de relacionarse con todo mundo como una igual. Su gemela y ella también demostraron que no importaba en absoluto el título que podrían tener.

-Solo Setsuna. -Sonrió suavemente, tranquila luego de ver los ojos celeste cielo del niño volverse más relajados. -Puede que esa espada sea demasiado pesada para tu porte.

-Su arma parece muy grande y pesada también, Mi Lady. -Ella no pudo evitar arquear una ceja, aquel niño completamente seguro de sí mismo.

Su mueca se ahogó en el sonido ahogado del movimiento de aquel palacio, que ahora se llenaba de la vida que ella no fue capaz de ver antes, no sabía si porque no existía, o porque siempre estuvo demasiado inmersa en sí misma y en las peleas con Kirinmaru.

-Normalmente no debes necesitar demasiada fuerza para levantar tu arma. -Ella tomó su Naginata del lugar donde la tenía aferrada, entre su cinto y su estola.

El peso perfecto de aquella poderosa arma se balanceaba suavemente en su mano, haciéndola ágil incluso sin la ayuda de su otra extremidad.

-Lo que quiero decir es que no debes cambiar la naturaleza de tu cuerpo para poder empuñar un arma. Debes encontrar un arma que se amolde a ti.

-¿Puedo tomarla? -Setsuna miró su Naginata.

-No creo que sea una muy buena idea. -Siguió su camino, el niño siguiendo sus pasos ahora, curioso.

-¿Es una de esas armas de energía?

-Fue forjada con lapislázuli y cenizas de mi abuelo, el Gran Perro Demonio. Responde a mi sangre, y repele a cualquier otra que la toque.

El niño parecía completamente fascinado con lo que ella le contaba, sus manos moviendose nerviosamente por saber más.

Era una buena distracción, de hecho.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora