TREINTAICUATRO: BARRERA

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-Vete, Kirinmaru. -Ella tembló, pero mantuvo su rigidez mientras el le besaba la nuca. -Toma todo el tiempo que puedas con tu hija.

-No me apetece dejarte, me abandonaste. -La voz ronca resonó en ella.

-Te estoy dando tiempo y espacio. ¿No disfrutas de sentirte completo por fin? -No pudo soportarlo más.

Su rostro de semblante serio y enfadado se enfrentó a aquellos ojos verdes, se dió la vuelta para darle la cara, sin querer que el creyera que ella no hablaba en serio.

-No estoy completo en absoluto si no estás conmigo, Mujer. -Los ojos verdes ardían con la verdad en ellos.

El realmente la necesitaba de esa forma, pero igualmente ella no era capáz de enconrtrar un lugar adecuado en la escena que formaban él y su hija juntos. ¿Era ella un reemplazo para una madre que en realidad jamás conoció? ¿Era una amiga?

¿Que era ella en ese juego enfermizo?

Porque Setsuna era completamente consciente de que todo estaba pasando por alguna razón, como un movimiento para un juego mucho más grande de lo que ellos eran capaces de ver, y las palabras que había escuchado de los labios de su abuela, pero que su mente había difuminado hasta hacerlas confusas, comenzaron a palpitar en ella.

La Diosa Irasue le había dicho que debía ser fuerte y no permitir que nada la rompiera, incluso si sentía que podía morir.

Mientras dejaba que su mente se perdiera por completo en sus pensamientos y sus ojos en las profundidades verdes, preciosas y brillantes, la pregunta vino a ella de la forma más súbita y extraña que le hubiera pasado jamás.

¿Podría ella hacer que esa niña se quedara permanentemente en la vida de su esposo?

Si realmente existía la mínima oportunidad de hacerlo, ella lo tomaría todo por su mano y la mantendría en esa vida, torciendo el juego de quien la había llevado hasta ahí para hacer el mal dentro de esas tierras. Le brindaría esa felicidad a su esposo, aún cuando ella aún no comprendía el lugar en que podría encajar. Ella lo iba a hacer, costara lo que costara.

-¿No le temes a lo volátil que puede ser la vida, Kirinmaru? -Se levantó de la cama, su espalda herguida mientras miraba el rostro de aquel hombre aún tirádo entre las sabanas, su atención sólo en ella.

Su ceño se frunció, sus ojos curiosos ante tan extraña pregunta.

-Me preocupa más tu pregunta. -Lo sintió moverse a su espalda, las manos fuertes tomando sus caderas con cuidado para hacer que ella se apoyara en su cuerpo.

Se rehusó, dando vuelta su cabeza para poder mirarlo.

-Es serio, Bestia torpe.

La sonrisa sincera y suave que se formó en su rostro removió sus sentidos, la hizo recordar que era vulnerable a él, que ese demonio podía hacerla suspirar de formas que ella jamás había pensado antes eran posibles.

Esa sonrisa le rompió el alma, completamente abierta para ella.

-Tus ojos se oscurecen en ciertas condiciones, ¿Te lo había dicho alguna vez? -Kirinmaru volvió a aferrarse a sus caderas, jalandola hasta que ella estaba sentada de frente a el, las poderosas manos de aquel demonio herido acariciaban sus costados.

-Estás siendo ridículo, demonio tonto. La única ves que mis ojos se oscurecen no hay luna en el cielo.

-Tus ojos son preciosos. -El se acercó a ella, la sonrisa en su rostro sin borrarse mientras buscaba encontrar el punto en que ella sentía el nervio y ansiedad por tenerlo contra sus labios. -Pero no los conoces del todo, ¿Verdad? Se oscurecen cuando tú ánimo está bajo, cuando el enfado está dominandote. -Ella contuvo la respiración, desesperada por mantener la compostura mientras el demonio frente a ella mantenía toda su concentración en su rostro, sus labios queriendo devorarle los suyos. -Se vuelven especialmente oscuros y preciosos cuando el placer te consume.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora