VEINTISIETE: UN REY NO NECESITA REINA

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El corazón humano de su Setsuna iba demasiado rápido, ella le había privado por completo de sus ojos y la calidez que siempre encontraba en ellos, dejándolo fuera de sus pensamientos y sentimientos. ¿Por que ella creería que había estado de esa forma con alguien más?

El, Kirinmaru del Alba, jamás había experimentado algo que siquiera se le pareciera al profundo sentimiento que ella le hacía experimentar, cegador, arrasador y absolutamente adictivo. Nunca antes había sentido la necesidad de proteger a una mujer, nunca sintió que necesitaba su cuerpo cerca del suyo para así encontrar paz.

Su mano acarició la mejilla surcada por la lágrima, cremosa y suave al tacto de su mortífera mano.

Esa criatura lo podía hacer arrastrarse tan solo por ver sus preciosos ojos, y ni siquiera lo sabía.

La amaba.

-Sólo tu, Setsuna. -Se acercó cuidadosamente a ella, los labios rosa no esperando en absoluto que él los besara tan suave que incluso podría no haber pasado. -Sólo tú has estado en mis brazos, solo a ti te he rodeado con ellos. Sólo tú.

Ella no abrió los ojos, por lo que simplemente besó aquellos párpados que le escondían el tesoro del color de las amatistas.

-No me mientas. -Su voz sonaba quebrada.

No le gustó en absoluto la vulnerabilidad que ella mostraba. No quería sentirla herida jamás.

-Juro jamás hacerlo. Juro que jamás lo he hecho, Setsuna.

Los labios de ella se abrieron levemente por una mueca extraña, de negativa silenciosa parecido al de un bebé.

Y él, en ese momento, con aquella mujer en sus brazos llevándo a su hijo en el vientre, fue completa y absolutamente feliz. ¿Había conocido la plena felicidad antes?

En un momento de su vida, cuando su hija respiraba, él creyó que podía llegar a serlo, a sentir esa paz y júbilo que todos llamaban absoluta felicidad. Y aunque fue inmensamente dichoso de haberla tenido, jamás llegó a sentir la plenitud que ahora sabía existía, con Setsuna en sus brazos. Él había adorado a su hija, su pequeña niña, pero vivió su existencia temiendo de que ella fuera tocada.

Eso la llevó a cuidarla demasiado.

Para luego perderla.

-Me estás mintiendo.

Se acercó lentamente, su boca abierta para besar el punto en el cuello donde podía ver perfectamente el pulso de su cuerpo. Mordió suavemente la piel para luego calmarla con la lengua. El precioso sonido ahogado de su garganta retumbó en él, adorándolo.

-Tuve en mis brazos a otra mujer, pero jamás como te tengo a tí. -Al separarse vió las profundidades violeta brillantes, llenas de miedo. -¿A qué le temes, Amor?

-No me digas así. -Las delgadas manos se aferraron a él, parecía como si ella quisiera apartarlo, pero no podía.

-No conocía el amor, ni la palabra ni la sensación, antes de conocerte a tí siendo ya una mujer fuerte y feroz. Eres mi Amor por eso, Setsuna, porque tu me mostraste el sentimiento. Eres mi alma.

-Pero la sostuviste a ella.

“Ella”

¿Es que Setsuna había escuchado de su hija, la pequeña Rion? ¿Creía que su afecto hacia su primera hija rivalizaba con el amor de compañeros, esposos que él sentía por ella?

-Sostuve a quien, Setsuna. -Suspiró, mirándola fijamente en su absurdo sufrimiento sin sentido. Era preciosa.

-A ella. A la madre de tu primera heredera.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora