TREINTA Y OCHO: MORIR

249 42 22
                                    

En su pecho llameaba un peso que no era capaz de reconocer, sus extremidades dormidas aún más que su mente, despertando del extraño letargo que había dominado su razón de un momento a otro. ¿Que era lo que le había pasado? ¿Por que estaba tirado en la habitación, completamente desprovisto de defensa?

Se vistió sintiendo en todo momento el dolor extraño que lo dominaba, su pecho lleno de un miedo, pánico incluso, completamente descontrolados y sin ningún tipo de razón aparente. Sui pecho parecía herido más allá de las cicatrices que tenía y que tampoco lograba reconocer.

Sentía como si se hubiera roto desde dentro, el alma que dejó morir hace mucho tiempo.

¿Por que sentía la urgencia de correr hacia un llamado que realmente no estaba ahí? Miró a su alrededor, buscando algún indicio que le diera una respuesta clara a que estaba sucediendo, enfundando sus brazos en la tela de su traje mientras reconocía objetos de mujer, ropa, un aroma insistente diciendole que faltaba la razón de existir y de luz en aquella habitación.

-¡Papá! -La voz de su hija le hizo sentir un escalofrío, pero no logró opacar el miedo y dolor palpitando en su cuerpo. -¿Donde está…?

Ella se cayó al entrar y mirarlo de frente, los ojos verdes de ella abiertos de par en par, miraba fijamente en su pecho. ¿Que miraba?

Al llevarse la mano a aquel punto sintió el metal cálido por su propia piel, la cadena fina contra su cuello cayendo con el peso de un dije de plata en forma de luna, manchada de sangre en los extremos.

-¿Tu me diste esto, Rion? -Algo le decía por dentro que no.

-Yo… -Rion frunció el ceño profundamente. -Yo no, Sets…

-¡Rion! -Keira habló fuerte, entrando en ese momento. ¿Que estaba pasando? -¿Me dejarás todo a mi? ¿No era tu comida favorita la que estamos haciendo?

Keira parecía jalarla, obligarla a salir de la habitación, pero los murmullos que de ellas bajos fueron casi acallados por el estruendo de su corazón, por su cabeza volando y bailando en un mareo que parecía quitarle la vida cada segundo.

Pero sus oídos escucharon claramente una frase de la demonio que había trabajado en ese palacio por más tiempo de lo que podía recordar.

Y provocó en él aún más dolor irracional.

-No debemos tocar los hilos ajenos. Ellos deben reconstruirlo.

¿De que estaban hablando?

___

Cada respiración que daba era una daga en su vientre, en la piel entre sus muslos. Cada respiración que daba hacía que una lagrima más cayera de sus ojos por sus mejillas, humedeciendo aún más el lugar en que su rostro estaba apoyado en el cesped, sus piernas contra su vientre y sus ojos cerrados de forma floja. Cada respiración que daba la hacía ser más consciente del frío en la brisa que la golpeaba, del liquido entre sus piernas mientras la manchada estola intentaba arroparla.

Cada respiración que daba la hacía ser consciente de que su vida ya no tenía valor en absoluto.

¿Alguna vez se imaginó su muerte? Lo cierto era que sí, más de una vez se imaginó la forma en que iba a morir, probablemente en batalla, siendo acabada por un oponente de honor. No se imaginó muriendo de esa forma, envuelta en un dolor insoportable, sobre todo en su corazón.

En su alma.

Su corta vida fue turbulenta. Su infancia fue solitaria. Pero el tiempo, los años que pasaron luego, cuando su familia la rodeaba la hizo creer que no moriría sola. Los últimos meses que pasó junto a Kirinmaru, siendo profundamente adorada le hizo creer que su vida podría terminar siendo completamente feliz, plena, con su familia rodeandola y su Demonio estúpido a su lado.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora