TREINTA Y NUEVE: DESPEDIDA

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Los días pasaban tan lentos como si hubiera todo Sido planeado para que el sintiera el vacío agujereando su cuerpo cada hora, cada segundo.

Las sábanas oscuras en las que dormía parecían desprovistas de el confort que el debería sentir. Todo mientras abría los ojos cada mañana le parecía erróneo, su cuerpo desprovisto de calidez, suavidad. ¿Que era esa sensación de necesidad tan exigente que le recorría el sistema? Debería ser un demonio pleno, satisfecho.

Debería ser feliz de ver el rostro de su hija cada día, sonriendo aún cuando su cuerpo estaba perdiendo la vitalidad que debía tener para moverlo, una carcasa de barro. Debería aprovechar cada segundo a su lado, entendiendo que el poder que la haya mantenido ahí, con esa vida prestada, era limitado.

Pero los kimonos delicados, preciosos, con los colores apagados y llamativos que se encontraban en su habitación siempre tomaban su atención por completo, el aroma que ellos desprendian persistiendo aún ese día, un mes después de haberse encontrado dormido, con dolor en el pecho, sintiéndose extrañamente incompleto y con una cadena de plata enrollada en su cuello.

Aún sentía más de lo que debería ser capaz de sentir. Sentía más de lo que jamás creyó ser capaz de sentir, las emociones intensas y desesperadas por buscar el trozo que le faltaba para ser pleno. ¿Que era aquello que no tenía, después de todo?

-Lord Kirinmaru. -Desde la puerta de su habitación se escuchaba el llamado de uno de sus soldados.

-Adelante. -Se incorporó sin pudor en la habitación, enfundandose en los pantalones mientras el demonio se adentraba en aquella estancia.

-La barrera está cayendo, Lord. -La barrera, decía.

La barrera que los había mantenido a salvó, protectora como solo existía otra en todas las tierras, y estaba situada en el Oeste.

-La ni siquiera debería haber estado ahí.

El demonio frente a el parecía incómodo, sus facciones demostrando la contención de algún tipo de idea que no quería dar a conocer.

-Fue espontánea, dicen.

-No seas ridículo, Demonio. -Dijo sin pensar.

"Demonio estúpido" "Demonio ridículo" "Demonio tonto"

Su mente comenzó a dar vueltas, las palabras invadiendolo con el tono de voz más altanero, egocéntrico que pudiera haber escuchado jamás.

Pero solo era su cabeza. Estaba mal de la cabeza.

¿Por qué el pecho se le apretaba tan ferozmente, entonces? ¿Por qué a la mente se le venía la visión de una mujer poderosa, altanera y con los más profundos ojos?

No podía reconocer el rostro que lo atormentaba, siempre en las sombras, siempre las facciones escondidas por los mechones de cabello oscuro.

-La señorita Rion no se encuentra bien, Lord. -Si más, el abandono la estancia, dejándolo con aquella afirmación flotando en el aire, rompiendo aún más su consciencia.

Su hija, la vida prestada en ella, se desvanecía al mismo tiempo que el vacío y la soledad se apoderaban de él.

___

La hoja de su arma zumbó, sus ojos viendo con soberbia cómo caía un demonio más a sus pies. El chillido que había lanzado aquel ser le hizo doler los oídos, casi haciendo que ella perdiera levemente el equilibrio por tal sonido agudo.

-¿Qué demonios acabas de matar ahí? -Escucho a Hisui, quien de un momento a otro había desaparecido de su costado al ser atacado por el gigantesco Demonio serpiente, que lanzaba veneno como si fuera una maldita lluvia.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora