OCHO: IRA

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Tras años de haber estado privada de sueño, para ella aún era extraño el caer dormida. En ese preciso momento, con la luz del temprano amanecer cayendo en sus ojos y provocando la salida de su cuerpo del estado de somnolencia podía notar, como cada mañana al despertar, que su mente se mantenía inestable, desorientada, hasta que luego de algunos minutos por fin volvía a estar alerta.

Dormir no era algo bueno, tampoco.

Los malos sueños la acechaban en la oscuridad, provocando pesadillas tan realistas que a veces la despertaban en mitad de la noche, temblando por las imágenes que le recordaban el tiempo en que había estado completamente sola en el mundo.

Esta vez, sin embargo, mientras los rayos solares la golpeaban suavemente a través de un árbol a lo lejos, su cuerpo y mente se volvieron líquidos, erráticos y confusos al recordar que el sueño que la invadió no había sido una pesadilla como tal. Era una tortura a su cordura.

Si alguien le hubiera dicho que al iniciar esa estúpida pelea verbal con Kirinmaru dos noches atrás todo acabaría con una situación completamente humillante, ella se habría reído. No había forma de que ella, Setsuna, cayera en un juego tan absurdo.

Pero lo había hecho, había caído en el juego retorcido del longevo demonio, quien armado de conocimientos que ella no lograba manejar la despojó de sus defensas. La había besado, cuando ella jamás había dejado a alguien acercarse a su boca ni mínimamente, invadiendola de su sabor masculino y caricias extrañas.

-Que me maten. -Se levantó de su futón, apretando con sus dedos el puente de su nariz. La cabeza le palpitaba hasta poder sentir el rítmico sonido en los oídos, desorientandola aún más. -Soy una maldita imbécil.

La culpabilidad por haberse dejado engañar así la estaba volviendo loca. No había forma de que nadie, mucho menos Kirinmaru volviera a hacer caer sus defensas. No dejaría que nuevamente se acercara tanto a ella. Ni él, ni absolutamente nadie.

Tras un par de pasos tambaleantes se inclinó, viendo al rostro que le devolvía la mirada en el reflejo de la clara y cristalina agua. Los ojos violetas se veían cansados, exhaustos de cada paso que ella había decidido tomar. La astucia vacía que reinaba en ella cuando aún se encontraba privada de sueño había dejado de brillar en ella por completo. Ahora solo se veía dolor y vacío en sus pupilas.

Antes de siquiera poder decidir a entrar por completo en aquella fuente de agua sus sentidos se agudizaron, provocando en ella una sensación de expectación que se estaba volviendo más insistente a cada segundo que pasó.

Ajustó las mallas blancas de exterminadora a sus piernas y cerró contra su pecho la parte superior de su traje nuevo con tanta rapidez como sus manos se lo permitieron, manteniendo siempre cerca su espada corta y su preciada Naginata. Era bien sabido por los lugareños que la hija del Rey Bestia del Oeste estaba rondando esas tierras, e invitada del Rey local o no, Setsuna era consciente de que no era bien vista en absoluto. La llamaban despectivamente Híbrida.

Ella había aprendido a apoderarse de esa palabra hasta hacerla su arma.

Cuando notó a lo lejos los destellos de fuego acercarse rápidamente hasta su posición, toda la tensión que reinaba en cada uno de sus músculos se liberó. Solo tardó un par de segundos en poder divisar con extrema claridad a la gata demonio Kirara, bufando suavemente con Hisui en sus lomos. La mirada de determinación y seriedad en el chico, normalmente relajado y tranquilo le causó inquietud, pero no la distrajo de su labor al completar su vestimenta.

-Hisui. -No existía otra forma de saludarlo para ella, fijando sus ojos en ajustar adecuadamente el lateral de su armadura, hasta que su cuerpo se sintió abrazado por el poder de aquella prenda.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora