DIECINUEVE: TEMOR

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Sus pies tocaron suelo al mismo tiempo que el gigantesco lobo cargaba contra su cabeza, lo cual se vería ridículo si se tenía en cuenta que era, por mucho, más voluminoso que ella. Al caer se arrastró hacia atrás en el césped por la fuerza de la energía de aquel demonio contra ella.

Su Naginata, fiel completamente a cada movimiento que ella decidía tomar, se mantuvo firme cuando la usó para enterrarla dentro de la boca del demonio, quien iba con los colmillos expuestos a devorarla.

-Eso es. -Susurró suavemente, volviendo a saltar mientras sus oídos sólo eran capaces de escuchar los gruñidos y alaridos de ese demonio colosal.

Su Naginata voló en el aire, ella tomando en su reemplazo el pequeño cuchillo que llevaba a un costado de su bota. Sentía los ojos de Kirinmaru en ella, sentía su estado tenso, y quiso reir por lo ridículo de la situación.

¿No había ella peleado múltiples veces con él? Debería saber ya, que ella no solía dejarse tocar en las batallas.

Su cuchillo aterrizó en la parte superior del cuello de la bestia, al mismo tiempo exacto que lo habían hecho sus pies. Debía tomar su ventaja y cortar el punto bajo su mandíbula.

-Rápido, reina.

La estúpida frase casi le provoca la desconcentración. Gruñó alto, dejándose caer con enojo contenido hasta el punto donde cortó rápido, tomando de la trampilla de su rodillera el pequeño contenedor donde dejó caer las preciadas gotas del fluido líquido.

Pero ella supo que algo estaba mal. Lo supo, por lo que lanzó con todas sus fuerzas el contenedor hacia el lugar donde sabía se encontraba Kirinmaru para recibirlas, y saltó lejos del cuerpo aún aturdido del gran demonio.

Ella estaba completamente concentrada en él, esperando la reacción que creía iba a desatar una maldita locura en el pequeño bosque. Dispuesta a matarlo incluso cuando no tenía la intención de hacerlo, si eso significaba la seguridad de otros seres cercanos.

-...Y en la luz de las estrellas sus ojos en cristales se transformaron... -¿Era la voz de su madre? Sonaba como ella, como sus tarareos suaves y melodiosos.

La distracción hizo que el dolor se apoderara por completo de su cuerpo. Las garras de aquel maldito demonio la habían tocado mínimamente, pero la gran envergadura de su tamaño hicieron aquel tonto roce en una herida punzante en su cadera, donde gracias a su armadura no había llegado a desgarrarla.

Su sangre viajó hasta su mano, sintió su Naginata palpitar por ella, llamándola para ser empuñada, pero ella estaba contra el tiempo, y debió dejar que sus garras afloraran hasta ser capaz de traspasar por completo la garganta de la bestia que la mantenía contra el suelo.

El dolor le nubló la mente por lo que le pareció una eternidad, y sólo habían sido segundos. Sólo cuando el dolor remitió su cuerpo, siendo combatido por su propio veneno, pudo darse cuenta que Kirinmaru había hecho rodar aquella cabeza, probablemente al mismo tiempo que ella lo había apuñalado con la mano.

-Maldita sea Setsuna. -La voz gruñía fuerte, sintió sus manos acercarse al lugar donde el dolor palpitaba en su cuerpo. -Desobediente niñita fría, calculadora.

-Callate, Kirinmaru. -Se intentó levantar, siendo apartada de sus intenciones por las cálidas y fuertes manos que la aferraron de la cintura.

-Quieta. -Su voz era un gruñido bajo, oscuro y peligroso.

-Quiero levantarme...

-¿En que estabas pensando, Hanyo, al dejarte atacar? -Sus ojos estaban posados en el costado de su cuerpo desde donde fluía sangre, pero no la suficiente para hacerla alarmar. Sólo dolía como el infierno.

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora