DIECIOCHO: DESPUÉS

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Sus ojos se abrieron perezosamente, la luz escasa en el exterior que se filtraba por la pequeña ventana del cuarto donde se encontraban. Setsuna sentía el calor en su espalda, enredado en sus piernas y en la mano que le sostenía pesadamente la piel del vientre. Su cuerpo estaba completamente relajado en el lecho improvisado en el suelo. Su cabeza descansaba en el pecho del demonio, su respiración tomando el aroma de Kirinmaru.

¿Por que su cuerpo se sentía tán cómodo en esa situación, en el incómodo suelo cubierto de una tela y rodeada por los brazos de aquel demonio que tanto daño le había hecho a su familia?

Ella lo había matado. Recordaba el brillo en sus ojos, carentes de alma en ese momento. Él la había matado a ella, dejándola caer en el frío más intenso que había sentido en toda su vida. Y ahora era su cuerpo el que la mantenía caliente, envuelto en la seguridad que pensó no poder llegar a encontrar en otro lugar que no fuera el seno de su familia, aferrándola cómo si él no estuviera dispuesto en absoluto a dejarla caer en ningún maldito lugar.

La muy tenue luz de la luna le tocaba los ojos, haciendo que se removiera levemente contra él, buscando un poco más de oscuridad en el temprano nacimiento de esa noche.

-¿Intentando escapar nuevamente, Setsuna? -La voz le llegó tan ronca cómo era de esperarse de un ser que apenas y despertaba, su brazo tensándose sobre ella, jalándola más cerca.

¿Por qué se sobresaltó de esa forma? ¿Es que era ella una niña?

-No tengo intención de permanecer en el suelo tendida. -Su voz sonaba seria, pero ella estaba bromeando de forma suave, tranquila, y sin siquiera darse cuenta de que lo había hecho en primer lugar.

-Te puedo mantener cómoda, Hanyo. -La dió vuelta y ella lo dejó hacer, sus ojos se chocaron en una batalla de voluntades silenciosa, sus labios tiraban en una sonrisa de autosuficiencia.

La debilidad cayó sobre ella, y se sintió sumida en la necesidad de levantar su mano y acariciar la piel caliente de ese ser. Quería sentir el pinchazo que le recorría el cuerpo cuando lo tocaba deliberadamente, quería también la cercanía de ser ella, cómo él había dicho, la única a la que había dejado tocar sus cicatrices y marcas.

Su mano se levantó hasta el lado derecho de su rostro, tocando cada marca de escama suave en la piel. El demonio le acarició la espalda con un tinte posesivo, nunca dejando de mirarla.

¿Que había hecho? Sus manos temblaron, su mano derecha sintió el pinchazo de dolor que había ya interiorizado en ella y que no le daba importancia en lo absoluto.

Quitó la mano del rostro del demonio, sintiendo como su rostro se volvía a endurecer por sí mismo con la mueca distante y fría que solía tener como defensa.

Pero el demonio que la mantenía estrechamente pegada a su cuerpo no le dió importancia en lo absoluto a aquella máscara que había tomado sus facciones. Tomó la mano que ella había retirado de su rostro.

-Estás nuevamente corriendo, Setsuna.

-Estoy contra tu cuerpo, desnuda. -Sentía el maldito impulso de levantarse e irse, pero su cuerpo se sentía malditamente bien ahí, con la respiración de ambos haciendo que sus pechos no se pudieran despegar.

-Baja esa máscara de tu rostro. -Él se había acercado a ella, sus labios estaban en su oído, besándola suavemente. -Dame tu alma con la transparencia de esos preciosos ojos violetas.

-Estás siendo muy tonto, Rey bestia. -Ella se intentó separar, pero él simplemente gruñó.

Sintió las garras del demonio en su espalda, corriendo suavemente hasta la piel de su cadera. Su cuerpo despertaba inmediatamente ante cualquier tipo de movimiento de él. ¿Sabía Kirinmaru de esto? ¿Era capaz de comprender que tanto poder tenía el sobre sus sentidos?

Red Thread - Kirinmaru & Setsuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora