"Teníamos que estar detrás de una maldita cascada", es el pensamiento que me taladra la cabeza conforme me acerco al borde. Claro que Clavis no nota el movimiento del aire empujado por la caída del agua, pero los que somos de carne y hueso tenemos un equilibrio que mantener, ¿sabéis?
Interrumpido por mis pasos, Clavis levanta la cabeza y tensa el gesto, haciendo ademán de levantarse. Yo, ignorando mi propio dolor como ya es costumbre, busco que no se deje cegar por mi estado: lo necesito atento a mis palabras.
Y vaya forma de elegir las palabras. De todo lo que quiero y pienso decir, alzo la palma de mi mano y respondo:
-Estoy bien.
Y me dejo caer torpemente a su lado, guiñando un ojo al notar el escozor en el pecho.
-...Ya -me mira de arriba a abajo, desviando de nuevo la vista hacia la cascada-, lo estás. Si tú lo dices...
Estoy rígida como un muñeco de palo y noto el corazón en la garganta. Tengo que hablar. Tengo que decir algo. ¿Sigo debiéndole explicaciones? ¿Querrá algo más de mí? No sé qué darle y no sé qué hacer. Me quedo dando vueltas en silencio, ocupando más tiempo del que querría e inspirando más fuerte de lo que me gustaría hacer notar.
"Tranquilízate, Junie", me digo. Tengo que centrarme...
Entonces, decido mirarle. Observarle. Ahora que lo pienso, no me ha apremiado a hablar y se ha preocupado un mínimo por mí, y eso es nuevo. También está lo de la reverencia, pero esa parte me parece tan surrealista que la recuerdo como una anécdota tras una noche de embriaguez. ¿Habrá cambiado la relación que tenemos?
Disimuladamente, lo contemplo. Parece cansado, perdido, pero también muy sereno, más de lo que acostumbro a ver en él. Su mirada se pierde en la caída del agua para no regresar a la superficie.
Quizás no debería pensarlo tanto; Clavis valora la sinceridad, o eso me ha demostrado. Abro la boca para decir el primer pensamiento que aparece en mi cabeza.
-¿Cómo estás? Pareces... cansado.
-Ah... -no se vuelve ni para mirarme, y en seguida me arrepiento de lo que he dicho-. Estoy bien, supongo.
Un hombre de muchas palabras.
-Esto... me han contado todo lo que hiciste -continúo-. No lo recuerdo con mucha nitidez, pero... quería darte las gracias.
Él, por unos segundos, no contesta.
-No tienes por qué darlas -responde con monotonía-. Si ahora soy una espada, alguien tendrá que llevarme.
"Sí, sí, ¿pero por qué yo? Vamos, Clavis, me odiabas antes de esto. ¿A qué viene esta actitud?"
Noto algo en ebullición bajo mi piel, una ira extraña que pide a gritos respuestas. No obstante, en cuanto vuelvo a mirar el perfil de Clavis, recuerdo todo lo que nos ha pasado y tomo una respiración profunda. Sé que está ocultando el dolor que no parece sentir y merece que, esta vez, tenga paciencia con él.
A pesar de ello, no puedo aguardar más. Tomo una segunda inspiración y hago la pregunta:
-¿Por qué?
-¿Por qué, qué? -repite él.
-¿Por qué no me mataste?
En cuanto la pregunta está sobre la mesa, es como si la iluminación del lugar cambiase, o como si el agua nos abofetease en la cara.
-Por qué no te maté... -vuelve a repetir mis palabras-. Es una buena pregunta.
Baja un poco la cabeza antes de continuar, como si buscase en el paisaje algo para distraerse.
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Tierra de Valor
Fantasy"Mi nombre es Junie Thunderlight. He decido empezar una nueva historia en la que opto por viajar por motivos personales oscuros hasta Bellarcadia, un lugar idílico custodiado por un héroe que vela por la seguridad de los civiles. Por desgracia, las...