20. Grita

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 Siento tanta realidad bajo la piel que me cuesta creer que todo esto es sólo un sueño a pesar de que no hay más que nuestra presencia en medio del vacío.

Me pongo en pie, mirando a Clavis de reojo. Su aspecto luce tan distinto... Verlo bajo la misma apariencia que tenía cuando estaba vivo me produce, sin saber por qué, una ligera nostalgia. Suspiro para aliviar mis pulmones y echo un vistazo a mi alrededor, pero sigo viéndolo todo de color blanco.

-¿Fue aquí donde nos encontramos por primera vez? -pregunto con un hilo de voz.

Él no responde. Parece tenso y, por una vez, no se debe a mí: tiene las rodillas y codos flexionados, aprieta la mandíbula y no para de abrir y cerrar los puños, manteniendo una posición defensiva. No aparta sus cinco sentidos del horizonte, como si estuviera a la espera de un ataque inminente.

Creo que tiembla, pero no sé qué sentimiento le invade.

Hago un ademán de repetir mi pregunta, pero decido que lo mejor es callar. Hago bien: no han pasado ni unos segundos cuando empiezo a oír un leve siseo. Algo se está desplazando a ras del suelo, algo, sin duda, peligroso.

Contengo el aliento y retrocedo, ahora de espaldas a Clavis con los brazos por delante del pecho. No sé de qué nos protegemos, y eso es lo que más me asusta.

Vuelvo a oír el mismo siseo, esta vez proveniente de un extremo distinto. Me estremezco, moviendo mis pupilas en busca de lo que nos acecha.

Lo encuentro saltando sobre nosotros. Flexiono las rodillas para recibir el ataque, pero antes de que aquello pueda siquiera rozarnos, una violenta fuerza me aferra los hombros y me arroja a metros de distancia.

Ruedo golpeándome las articulaciones y la cabeza hasta que la fricción me detiene. No estaba preparada para reaccionar a algo así, menos viniendo de Clavis.

¿Por qué ha intentado... ?

Me doblo para incorporarme llevándome una mano a la frente. ¿Qué ha pasado con él? Levanto la cabeza y, al encontrar negro en vez de blanco, se me paralizan los músculos.

Sobre el punto en el que antes había estado Clavis ahora se eleva un enorme torrente de espeso material negro que no cesa de ascender. Ahora, empujado por la fuerza gravitatoria, contemplo con terror su caída hacia el suelo.

Me levanto para correr, pero de poco sirve huir de tan gigantesca ola oscura. Si esto es una pesadilla, ojalá no tarde en despertarme.

Me va a alcanzar. El líquido se arrastra hacia mi dirección oscilando con precisión, como si me persiguiera de forma intencionada. Como... si tuviera vida propia.

Pero... no es la primera vez que me enfrento a algo sin cuerpo. Aprieto el puño derecho, salto y, en medio del aire, me giro con un manotazo que envía hacia la masa viva una onda expansiva de aire.

La ola gigante antes cernida sobre mí se diluye como la tinta, desparramándose hacia los lados. Su textura también es la de la tinta. ¿Es eso a lo que me enfrento?

El material negro comienza a girar a mi alrededor, abriéndose en círculos y despegando el terreno. Vigilo el terreno más allá de mis pies, buscando una vía de escape. Buscando... a Clavis.

Dirijo mis pupilas hacia el horizonte. Una figura conocida aparece en mi campo de visión, y su posición revela un detalle del que hasta ahora no me había dado cuenta.

Yo no soy a quien buscan. Lo quieren a él.

Lo contemplo levantarse con la especie de tinta oscilando a su alrededor, formando círculos cada vez más estrechos y frenéticos. Está aturdido. No podrá escapar.

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