12. Piensa

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Fuera el ambiente es húmedo y limpio. Me tumbo sobre el césped; el suelo es blando y me hace cosquillas en la espalda.

Me pongo las numerosas estrellas, sin enfocar del todo la mirada a pesar de que hoy luzcan preciosas. Aún no he soltado la espada, pero la he aflojado y parece que Clavis, aunque la hace vibrar un poco, no consigue abandonarla.

De momento puede seguir encerrado. Necesito pensar, respirar hondo y tomar decisiones. Ya me he desvelado, así que no hay mejor momento que el ahora para decidir mi próximo movimiento.

Sé que Clavis me va a hacer la vida imposible si lo llevo conmigo, pero siento que cargar con él es mi responsabilidad y no puedo abandonarlo a su suerte. Lo sé, hizo algo malo en el pasado y no para de culparme siendo yo inocente, pero me imagino que si se pone a la defensiva conmigo es porque experiencias tan duras como la de que te separen de tu cuerpo para castigarte lo han hecho desconfiado. Quedarse solo ante el peligro podría hacerle mucho daño; lo mejor que puedo ofrecerle es mi ayuda.

Entonces, ¿adónde debería ir mañana? Teniendo en cuenta que me persiguen y que aún me queda mucho por hacer en Bellarcadia...

-¿No duermes? -me sobresalta una voz justo a mi lado.

Doy un brinco. ¡Qué susto! Menos mal que el pelo naranja y rosa de Root, llamativo hasta habiendo poca luz, es inconfundible. Al incorporarme me lo encuentro mirando al frente, sentado sobre el césped con las piernas estiradas.

-¡Root! Vaya, no te esperaba por aquí. Esto... ¿Cómo estás?

-Al igual que tú, despierto -ríe-. Y casi recuperado. Diga lo que diga mi madre, el médico que se está ocupando de mí es de lo más eficiente.

-Qué bien. ¿Tan rápido te ha curado?

-La herida tenía muy mala pinta, pero no era para tanto al final -suspira, y su tono de voz se vuelve temeroso-. Lo más doloroso ha sido darme cuenta de que en el bosque me comporté como un idiota. De verdad, ¡l-lo siento! De héroe no tengo nada y encima estorbo. Soy un inútil...

-¡No! No te culpes por eso -sonrío mirando en su misma dirección-. Te equivocaste, eso es todo. ¡Peores errores he cometido yo a lo largo de mi vida!

-Te enfadé...

-Un poco al principio, pero todo acabó por arreglarse y ya ha quedado atrás.

-¿No me tienes ni un poquito de rencor por tener que cargar conmigo?

-¿Para qué? Fue bonito saber que estaba haciendo una buena acción y quería ayudarte porque, en el fondo, sólo querías ayudar. Además, comparto contigo el deseo ese que tienes de realizar acciones heroicas y supongo que te respeto por eso.

Él se ríe con los ojos brillantes. Calla unos segundos antes de decir nada, como si no encontrase las palabras adecuadas.

-Junie, tú... me has salvado la vida y... No sabes lo que...

-No me lo agradezcas -lo interrumpo-. Y, por favor, seas un héroe o no, ¡no abandones tus "hazañas" habituales! Con precaución, claro, pero no las dejes hasta dar con la tecla; aún te quedan muchas cosas buenas por hacer y mucha gente a la que puedes hacer feliz.

Menuda cara me trae después de la retahíla que le he soltado. Me ha costado la vida decirle lo que le acabo de decir porque me entra la timidez cuando hago cupmlidos, pero ha merecido la pena:  ¡está emocionado de verdad!

-No sabes cómo te agradezco que me hables así -dice con voz temblorosa-. Mi madre no lo hace. No es partidaria de que me vaya de aventuras... Después de lo ocurrido no pretendía salir nunca más, ¡pero gracias a ti me ha vuelto la esperanza! Gracias, de verdad. Eres una buena persona.

Tierra de ValorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora