22. Destruye

12 2 0
                                    

Estoy huyendo. El bosque se transforma: ahora es un vacío blanco por el que me persiguen entes oscuros que gotean tinta. Se parecen a Clavis, pero no son él, sino que lo buscan.

"No podéis atacar a nadie" repito para mis adentros. "Sois invisibles. Si queréis atacar a alguien, atacadme a mí. ¡Venga, intentadlo!"

En esta nueva pesadilla, algo me dice que Clavis puede oírme desde la distancia.

"¿Queréis causarle miedo? No vais a conseguir ni que se sienta estúpido, porque vais a dejarlo en paz y venir a por mí."

"No os temo. El miedo es normal: su miedo es normal y el mío también. No voy a preocuparme por algo normal. Vosotros no merecéis la pena".

Abro los ojos. Ya la haya tenido despierta o no, sólo era una pesadilla más.

¿Dónde estoy? No recuerdo cómo he llegado hasta allí, pero me encuentro oculta tras un montículo que han levantado las raíces de los árboles. Tengo las piernas entumecidas, me queman las mejillas y me pican los ojos.

Al notar una molestia en mi hombro, lo recuerdo: nada más escupir la verdad frente a Clavis, he salido corriendo. No había sido decisión mía el huir de él: me había movido el impulso. Ahora que me he perdido de vista, no creo que pueda encontrarme si me pongo en movimiento.

Todo es agrio y frío. He perdido un arma que por fin empezaba a dominar y me he separado de un compañero con el que podría haber acabado mejor. El lado bueno de todo esto es que ya no tengo que discutir constantemente con nadie.

Comienzo a caminar y me encuentro cómoda al dar los primeros pasos. Mis piernas heladas comienzan a responder, me olvido de la molestia sobre mi hombro y respiro hondo. He escapado con vida. Todo está bien.

No, no está bien. Son demasiadas cosas de golpe y la cabeza aún me da vueltas. ¿Cómo van a estar las cosas bien?

A pesar de mi amargura, me repito que todo irá a mejor. Cumpliré las tareas, venceré a Meth y me encargaré de que no atormente a nadie más. Además, puede que al final hasta salga bien para Clavis.

Clavis... ¿Estará bien solo? 

No sé ni para qué me lo pregunto. Si sabe levitar, se las apañará aunque no tenga piernas. Seguro que hasta le va mejor que conmigo. Mientras no volvamos a encontrarnos, todo estará bien. Aparte, tengo que forzarme a recordar que no debo desvivirme más por él, ya que puede que ahora quiera matarme.

Esto es el colmo. Todo lo que he hecho por ayudar para que ahora... En fin, da igual.

¿Para qué me estoy reprimiendo las ganas de llorar? Normalmente, cuando las cosas van mal, lloro sin más hasta que, mágicamente, se me pasa en tan sólo unos minutos. Ayuda más que guardarse la rabia dentro, eso desde luego.

Al cuerno. No he dado ni un par de pasos, pero necesito desahogarme.

Me siento otra vez en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho, y entierro la cabeza entre mis piernas sin emitir un ruido. Se está mejor así. Quizá deba plantearme pasar aquí el resto del día.

Pero, justo en el momento en el que mis ojos comienzan a humedecerse, un ruidito constante interrumpe el silencio:

"Tic, tac, tic, tac..."

Parpadeo para detenerme. Aquí hay algo que no me cuadra.

Vuelvo a levantarme, conteniendo el aliento para oírlo mejor. Eso es... ¿un reloj? Lo busco con la mirada, pero sólo veo hojas secas.

"Tic, tac, tic, tac..."

Es evidente: está pasando algo muy cerca de donde estoy. Tan parecido me resulta el sonidito al de un reloj que me crispo tratando de adivinar lo que es. ¿Y si es una bomba? Sí, definitivamente es una bomba. ¿O será que simplemente se le parece? ¿Sabe acaso la gente de esta zona lo que es una bomba de relojería? ¡¿Me estoy poniendo demasiado nerviosa?!

Tierra de ValorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora