5. Corre

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Siento un poco de vértigo y hago una mueca: aparte de las inyecciones, tampoco me hace mucha gracia ver sangre, y menos la de alguien que no sea yo. ¡Maldita empatía desproporcionada tengo!

Me atrevo a tomarle el pulso y veo que, aunque está débil, sigue vivo. Menos mal.

Oigo un gruñido que me hace levantar la cabeza.

Los audaces están a escasos metros de nosotros, lo cual me alivia, pero no son ellos los responsables del sonido: el eco del mismo me envuelve, como si viniera de todas partes. Estoy cargada de adrenalina: sé que lo que ha atacado a Root está cerca y es muy rápido, pero no ubico desde dónde puede venir. ¡Maldita sea!

Una fuerte ráfaga de viento me alarma. Intuyendo lo que me espera, ruedo para tumbarme sobre el suelo y esquivar lo que viene a por mí: un torrente de gas vaporoso y afilado que, a su paso, va cubriéndolo todo con una densa niebla.

A través de ella, veo que el gas va tomando la forma de un animal salvaje. Continúa dividiéndose para crear réplicas exactas del original; ahora hay más de cinco de ellos.

¿Qué son? ¿Pumas? ¿Tigres? Parecen... ¿Lobos? ¡Pueden ser hasta osos de lo grandes que son!

Me incorporo y trato de retroceder lentamente arrastrando a Root. ¿Aparecían esas cosas en la guía que me había leído? ¡Seguro que no, para no espantar a los turistas!

"Hombre, si los lobos estos se los comen, difícilmente van a soltar prenda los turistas para que sus compatriotas dejen de venir" pienso con ironía.

¡No es momento para chistes! ¡Uno de los animales de niebla acaba de saltar a por nosotros!

Suelto a Root y me agacho, colocando mi brazo malo sobre su cuerpo mientras aprieto los dientes. El extraño lobo nos pasa por encima y, en el suelo, se vuelve con el lomo crispado e intención de intimidar. Sus "amigos", mientras tanto, comienzan a rodearnos.

El brazo me arde. Giro la cabeza costosamente, comprobando por el color de las vendas que mi herida se ha vuelto a abrir. Estupendo. ¿Por qué me lo esperaba? Si es que no paro...

¡Viene otro por detrás! Conteniendo el dolor, lanzo a Root por encima de mí y sigo rodando.

Me detengo. ¡Anda! Ahora me doy cuenta de que tengo el palo del chico al alcance de mi mano. Lo aferro, aparto a su legítimo dueño de un empujón y me incorporo para cubrirlo de las bestias, empuñando el arma improvisada todo lo firme que puedo.

Uno tras otro, los bichos van pasando por mi lado para que retroceda, cosa que tengo que hacer por narices para esquivar sus ataques. Me desplazo de un lado a otro; el palo ayuda a cortar el viento, pero temo que se rompa -eso si no se me cae antes el brazo con el que lo sostengo.

¡Necesito algo más! ¡No voy a llegar a ninguna parte defendiéndome sin atacar!

Aparte, he advertido un detalle en los lobos que me molesta bastante: están "jugando" conmigo. Son muchos y más peligrosos, por lo que podrían matarnos directamente si quisieran, pero seguro que antes de hacerlo prefieren divertirse un rato a mi costa, cansarme para dar entonces su golpe de gracia. ¿Creen que no me he dado cuenta?

Doy un respingo al notar algo que me roza la pierna. ¡La mano de Root! Menudo susto me ha dado...

-¿Qué quieres ahora? -murmuro mientras me arrodillo junto a él sin dejar de vigilar a los lobos.
Él gruñe, arrastra el brazo por el suelo y se lo lleva a la cadera, intentando meterse la mano, que no para de temblarle, en el bolsillo. Los monstruos, atentos a sus torpes movimientos, retroceden.

Hurgo en su bolsillo por él. Saco el puño cerrado y lo abro: ¿un anillo?

Más que pararme a contemplarlo, prefiero ponérmelo directamente. No está frío en absoluto y se adapta a mi mano a la perfección, como si me lo hubieran hecho a medida.

-¿Qué pasa? -me dirijo a los animales, quietos como estatuas-. ¿Ya no estáis tan juguetones?

Los lobos se contonean. Parecen preparados para atacar; yo también lo estoy.

-¿Lo queréis? -les enseño el anillo-. ¡Pues tendréis que pasar antes por encima de mi cadáver!

Esta es la señal que hace que varios de ellos se arrojen a por mí. En cuanto lo hacen, abro la mano hacia delante, creando un potentísimo torrente de viento que desfigura a las bestias de niebla.

"Así que para esto sirve" me digo para mis adentros. Por desgracia, no es suficiente: los lobos, una vez deshechos, empiezan a recomponerse.

Sin parar de esquivar ráfagas de aire cortante, me defiendo de los bichos que vuelven a surgir levantando polvaredas de tierra con el aire que sale del anillo de Root, elevando los brazos en una U. Es bastante efectivo, pero tan sólo consigo volver a crear el mismo efecto que antes: los lobos se recomponen y están consiguiendo cansarme, su objetivo, pues no me dejan parar ni un momento.

Doblo el brazo hacia arriba y me deshago de un bicho más que, hace un par de segundos, estaba prácticamente sobre mi hombro. Mientras la niebla dispersa trata de aglomerarse de nuevo, recuerdo algo: yo también tengo algo importante en uno de mis bolsillos.

Lo saco unos instantes: es una hoja de papel arrugado con algunas cosas escritas y dibujadas a lápiz.

"Nunca he intentado esto, pero siempre hay una primera vez" pienso, deseando que funcione.
Aún quedan lobos de niebla dispuestos a acercarse. Ahora que nos atacan, es mi oportunidad.

Apunto hacia arriba, murmuro unas palabras entre dientes y de la punta de mi dedo sale una chispa luminosa. Mientras, tras haber sido impulsada por la magia del anillo, ésta se eleva hacia el cielo, me deshago del palo y me aparto a la carrera llevando a Root por el cuello de la camiseta.

La chispa se extiende, originando una enorme bola de fuego que explota en el aire y va convirtiendo la niebla de las bestias en un extraño vapor. Derrapo hacia atrás, me giro y controlo el fuego con el aire del anillo para no incendiar todo el bosque.

Hecho mi trabajo, el fuego se extingue y bajo el brazo. No veo que queden lobos por allí, pero seguro que pueden aparecer más en cualquier momento.

Dicen que una retirada a tiempo puede considerarse una victoria, ¿verdad? ¿Y a qué estoy esperando?

Me echo el brazo de Root por encima de mi hombro y voy con él a por los audaces. ¡Son tan pequeños que puedo llevarlos a los dos a la vez con un solo brazo! Lo malo es que pesan lo suyo...

Avanzo todo lo rápido que puedo. Pasado un rato que me parece eterno, no sé cuanto tiempo más puedo seguir así, casi a la carrera y cargando a todos. La niebla, aunque ya no tiene forma, es densa y no deja ver nada.

Sigo avanzando sin perder el ritmo. Ahora consigo distinguir una zona en la que los árboles están unos más cerca de otros, lo que me da una idea.

Paso entre los árboles y dejo a Root y a los audaces en el suelo. Voy despejando la zona de troncos, hojas, piedras y demás, arrojando lejos todo lo que sobra y dejando lo que me interesa.
Con la rama caída de un árbol, trazo en el suelo un círculo que nos envuelve por completo. Saco mi hoja de papel arrugada del bolsillo, dando gracias porque el dibujo aún no se ha borrado del todo, y hago unos trazos en el suelo similares a los que figuran en el papel. Acabadas las últimas líneas, las marcas comienzan a resplandecer. Un fino haz de luz en movimiento nos envuelve un instante y desaparece; intuyo que el hechizo ha funcionado.

Devuelvo la hoja de papel a mi bolsillo y me acerco al borde del círculo. Acto seguido, extiendo el brazo y coloco la palma de la mano sobre la pared de la cúpula invisible. ¡Funciona!

Levanto la vista. La niebla es menos densa, pero ya es tarde y queda poco para que el sol se pierda en el horizonte. Tal y como me esperaba, supongo que la opción que nos queda es pasar la noche dentro de la cúpula, así que me levanto, dispuesta a recopilar lo necesario para construir un refugio. Sólo espero que el hechizo dure hasta el amanecer.

Tierra de ValorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora