No sé lo que pretende este desconocido, pero doy un frenazo, tirando de mi brazo para soltarme antes de que me lleve demasiado lejos y me aparte de mis escoltas. Es mi brazo malo, así que procuro no ser muy bruta forcejeando.
–¡Para! ¡Quieto! ¡Déjame en paz!–le exijo.
Mi mano se desliza entre la suya. Intenta aferrarme por la muñeca, pero no la alcanza.
Me paro en seco, contemplando con ira al individuo frente a mis ojos, sin miedo a plantarle cara si así lo exige la situación. Un momento... ¡Si sólo es un chaval!
Este niñato debe tener aproximadamente mi edad, pero es bastante alto y temo confundirme al echarle más o menos años de los que tiene. Destaca bastante por su cabellera, naranja zanahoria y ¡con mechas rosas! Un poco hortera para mi gusto, pero seguro que la moda de Breicasell es así. Es delgado –larguirucho quizás–, pecoso y de mirada afable y un tanto triste.
Sonríe con autosuficiencia, aferrando con su mano derecha un palo bastante largo. ¡Un palo!
–Eres libre –declara–. Ya no tienes por qué temer a esos bichos. ¡Yo, Root, futuro héroe, te acabo de salvar la vida, modestia aparte! ¿No te alegras por ello? –esboza una sonrisa de oreja a oreja.
–¡¿Alegrarme?! ¿Qué estás diciendo? ¡Pero si estaba claro que...!
Apenas me escucha; mira al cielo y sonríe, sumido en su soberbia. Será egocéntrico...
–¡EH! –esta llamada de atención parece espabilarlo un poco. Uf, no se puede ser más... –. En fin, ¿cómo no te has dado cuenta de que "esos bichos" no me estaban secuestrando? ¡Era evidente!
–¿Qué? Oye, pero qué dices –ríe por lo bajo–. Te llevaban consigo, y...
–Íbamos cantando por el camino.
–Pero tenían lanzas.
–Y silbando. Y brincando. Y contando chistes. Y... Un momento, ¡pero si tú tienes un palo!
–¿La herida de tu brazo no es acaso de lanza? Y en la cabeza también pareces tener algo –ese toniquete... Seguro que es la forma de hablar propia de la Capital. Fijo que se me acaba pegando.
–¡¡¡No-lo-son!!! ¡Son golpes de un accidente!
–Pero esos bichejos...
–¡...han llegado a corear mi nombre, que es Junie, además de más apodos que me han buscado! ¿Los oías o no? ¡Y también me defendieron cuando viniste a atacarnos!
–Junie, pues; ¡eran raros! –se queja.
–¡ERAN MIS ESCOLTAS! ¿CÓMO NO VOY A TENER CLARO QUE NO INTENTABAN SECUESTRARME? –gesticulo un montón al decir esta frase, sobre todo con las manos.
–Ah, ¿de verdad? –al decir esto, parece recapacitar ¡por fin!–. ¿Tus escoltas? Vaya, hombre. ¡Haber empezado por ahí! Lo siento –se lleva un brazo tras la cabeza–. Pero, la verdad, ¿cómo iba a saberlo? Si sólo pasaba por aquí...
¡Cuentos los mínimos! He tenido que insistirle una y otra vez en que los audaces no intentaban secuestrarme para que se entere de ello (cuando, en realidad, estaba más que claro que íbamos juntos). ¡Que no intente arreglarlo ahora! ¡Me pone nerviosa lo alelado que está!
–Lo que tú digas –no suelo ser así pero, al ser los audaces inocentes y la situación injusta, estoy fuera de mis casillas–. ¡Haz lo que te dé la gana! Yo, me vuelvo con mis compañeros.
Y eso hago: me doy media vuelta y camino a paso ligero, buscando perderme en el frondoso bosque.
–¡Eh, espera! ¡He dicho que lo siento! –intenta detenerme, pero yo ya me encamino a buen ritmo hacia donde están los audaces, esquivando ramas y raíces sin inmutar mi expresión airada –¡No sabía que los gatos esos eran inofensivos! ¡Soy un futuro héroe, y mi prioridad es la acción a la reflexión! ¡Hay cosas que se me pueden escapar...!
"¡Iluso!" pienso. ¡Un héroe sin una buena estrategia no es nada! ¡Que piense antes de actuar! Cómo está la gente aquí con el tema de héroe...
Además, ¿un héroe? Según mis libros, la gente de esta tierra tan nueva para mí lleva desde hace siglos esperando a un héroe que no aparece. Antaño, siempre solía haber alguno activo, dispuesto a mantener "el equilibrio entre luz y oscuridad", pero ahora...
Actualmente, no se sabe por qué, no queda ningún héroe ni aparece ninguno nuevo, por lo que ya muchos no creen en ellos y los rebajan a "cuentos de viejas". ¡Hay hasta quien cree que el mundo puede estar sumido en una maldición que impide que surjan más héroes!
Pero aún queda gente con esperanza, gente que anhela el despertar de un nuevo héroe: los audaces, tan interesados en mi aura, y... ¡sorpresa! también este chico.
–¿Qué tal si empezamos de nuevo? –insiste, siguiendo mi ritmo con dificultad y utilizando su palo tanto a modo de bastón como para despejar el camino–. ¡Podemos hacer que nada ha pasado!
¡Los audaces! ¡Ya los veo! Están bien escondidos gracias a su reducido tamaño y sus ropajes oscuros, pero no se han movido de sitio al seguir aturdidos. ¡Estamos muy cerca de ellos!
–¡Puedo arreglar lo que he armado! –continua–. ¡Podemos ser un equipo! ¡Podemos...!
El aire se congela de golpe. Siento que alguien nos observa.
Me doy la vuelta, pero ya es tarde: el pelirrojo da un tremendo batacazo y sobre el suelo se desparraman diminutas gotas de sangre. El palo se aleja rodando de su mano.
Siento un escalofrío. ¿Qué ha pasado? Esa caída no ha sido por un tropezón, eso seguro.
Olvido todo lo pasado; este Root puede ser todo lo pesado que él quiera, pero tampoco lo aborrezco tanto como para que le pase algo malo. Espero que esté bien.
Me agacho a su lado con algo de nerviosismo. ¿Dónde está la cámara oculta? Primero caen los audaces, luego él... ¿Quién es el siguiente? ¿Yo?
Giro su cuerpo con delicadeza para ver lo que tiene, aunque sin esperarme algo tan grave como lo que me encuentro: un desgarrón desde su hombro hasta su cadera, y parece profundo.
No se mueve. ¿Está muerto? Por favor, que no esté muerto...
¿Quién ha sido capaz de hacer algo así? De pronto, todo a mi alrededor se ha vuelto tan frío...
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Tierra de Valor
Fantasy"Mi nombre es Junie Thunderlight. He decido empezar una nueva historia en la que opto por viajar por motivos personales oscuros hasta Bellarcadia, un lugar idílico custodiado por un héroe que vela por la seguridad de los civiles. Por desgracia, las...