-¿Ya estás despierta, querida? ¿Cómo estás? ¿Ha funcionado la magia de ayer?
¿En serio? ¿Querida? Madre mía, hacía años que no escuchaba a nadie decir esa palabra, y creo que es la primera vez que la usan conmigo. Me siento como Eria Jumps en el segundo capítulo de Golden Podium.
Me encuentro sujetando la puerta de madera que conduce al exterior. No llevo a Clavis conmigo, pero dudo que lo vaya a necesitar si puedo usar la magia (y también dudo que pueda serme de utilidad si sigue igual de cabezota). Estaba dispuesta a salir, pero la voz situada detrás mía me ha parado los pies.
-Estoy bien, gracias -he tenido días mejores, pero me conformo conque todas las marcas de mi lucha anterior hayan desaparecido a base de hechizos-. ¿Dónde está Sam?
La última vez que he visto a Sam ha sido la noche anterior. ¡Qué locura de noche, por cierto! Primero me pasa lo de Clavis y después recibo una paliza de unos ladrones por su culpa. ¡Y para colmo el que me acabó sacando las castañas del fuego no fue otro que Sam, que resulta que ahora sabe técnicas de defensa personal! ¡Qué callado se lo tenía!
-Lo siento, no lo he visto -se disculpa Leafia-, aunque nos ha dejado una nota diciendo que está en la biblioteca. Puede que siga en el mismo sitio.
Tiene que ser una broma. ¿La biblioteca? ¡Ese era el sitio al que iba a ir yo!
-¿Necesitas hablar con él? -me pregunta con dulzura-. Lo comprendo: después de todo lo que pasó ayer querrás que te dé un buen puñado de explicaciones...
La verdad es que no me vendría mal: no recuerdo con claridad lo sucedido después de que me diera aquel golpe tan brusco en la cabeza y como justo después acabé directamente en la cama no le pude hacer ninguna pregunta. Sin embargo, el tiempo apremia y prefiero ir a lo seguro: me pasaré primero por la biblioteca y acto seguido interrogaré a Sam en cuanto coincida con él.
-Tengo unas cosillas que hacer antes, pero a ver si me lo encuentro por el camino -sonrío haciendo amago de irme tirando de mi cuerpo hacia la puerta.
-¿Y no quieres tomar nada antes, Junie?
¡Uy! Se me ha ido la mano y he acabado dando un portazo sin querer. Menudo corte...
Bueno, qué se le va a hacer...
Lidiando con un dolorcillo de cabeza que parece que soporto a la perfección -y que le debo al golpe de la noche anterior-, dejo caer las páginas distraída. No estoy centrada en la lectura, sino intentando olvidar una imagen que se me ha quedado grabada: las ruinas de la casa incendiada ayer. He pasado por delante de ellas de camino a la biblioteca y, aunque ya no queda ni rastro de las llamas, la visión de lo que queda del edificio resulta estremecedora. Me habría gustado ver si la reubicación del anciano y de la niña iba bien, pero estaba todo lleno de guardias tratando de hacer algo con los escombros. Perder tanto así... debe ser duro. Menos mal que nadie resulto herido...
"Bueno, eso de que nadie resultó herido es discutible" pienso con una sonrisa irónica puesta en la cara.
-¿Qué estás haciendo aquí?
Pongo el libro abierto en vertical sobre la mesa y miro descaradamente por encima de la cubierta. ¡El que me habla es Sam!
-Iba a preguntarte exactamente lo mismo -mantengo mi cara de póquer-, además de un par de cosas más.
Sam ignora mis sospechas y, dejando el libo que trae consigo sobre la mesa, se sienta apaciblemente a mi lado observándome con curiosidad.
-¿Qué lees?
-¿Esto? -dejo caer el libro para que las páginas queden hacia arriba-. Es sólo un libro de magia. Quiero apuntarme un par de hechizos más antes de irme de aquí.
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Tierra de Valor
Fantasy"Mi nombre es Junie Thunderlight. He decido empezar una nueva historia en la que opto por viajar por motivos personales oscuros hasta Bellarcadia, un lugar idílico custodiado por un héroe que vela por la seguridad de los civiles. Por desgracia, las...