Capitulo Trece

154 8 1
                                    

Sobre su cama en la habitación de techo bajo, Stefan gimió. Entonces la oscuridad lo atrajo más profundamente, y nuevas imágenes empezaron a titilar en su mente.

Eran visiones dispersas del pasado que no formaban una secuencia coherente. Las vio como escenas brevemente iluminadas por relámpagos. El rostro de su hermano, crispado en una máscara de furia inhumana. Los ojos cafes de Katherine, centelleando y danzando mientras efectuaba piruetas con su nuevo vestido blanco. El fugaz atisbo de algo blanco tras un limonero. El contacto de una espada en su mano; la voz de Giuseppe gritando desde la distancia; el limonero. No debía dar la vuelta al limonero. Volvió a ver el rostro de Damon, pero en esa ocasión su hermano reía como loco. Reía sin parar, con un sonido parecido al chirriar del cristal roto. Y el limonero estaba más cerca pero no de Demon sino de su otro hermano, ya...

—¡Dreck... Katherine... no!

Estaba sentado totalmente tieso en la cama.

Se pasó unas manos temblorosas por los cabellos y serenó su respiración.

Un sueño terrible. Hacía mucho tiempo que no se había visto torturado por sueños como aquél; mucho, desde luego, desde la última vez que soñó algo. Los últimos segundos pasaron una y otra vez por su mente, y volvió a ver el limonero y escuchó de nuevo la risa de su hermano.

Resonó en su mente casi con excesiva nitidez. De improviso, sin ser consciente de una decisión deliberada de moverse, Stefan se encontró ante la ventana abierta. Sintió el frío aire nocturno sobre las mejillas al mirar a la oscuridad plateada.

«¿Dereck? » Envió el pensamiento en una oleada de Poder, rastreando. Luego se sumió en una inmovilidad total, escuchando con todos sus sentidos.

No sintió nada, ninguna ondulación como respuesta. A poca distancia, una pareja de aves nocturnas alzaron el vuelo. En la ciudad, muchas mentes dormían; en el bosque, animales nocturnos se dedicaban a sus ocupaciones privadas.

Suspiró y volvió a girar hacia la habitación. A lo mejor se había equivocado respecto a la risa; a lo mejor incluso había estado equivocado sobre la amenaza en el cementerio. estaba silenciosa y tranquila, y él debería imitarla. Necesitaba dormir

5 de setiembre (en realidad, primeras horas del 6 de septiembre... sobre la 1 de la madrugada)

Querido diario:

Debería regresar a la cama en seguida. Hace apenas unos pocos minutos desperté pensando que alguien chillaba, pero ahora la casa está en silencio. Han sucedido tantas cosas extrañas esta noche, que tengo los nervios destrozados, supongo.

Al menos desperté sabiendo exactamente qué voy a hacer respecto a Stefan. Todo el asunto más o menos se me ocurrió de repente. El Plan B, Fase Uno, se inicia mañana.

Los ojos de Francés llameaban, y tenía las mejillas arreboladas mientras se aproximaba a las tres muchachas sentadas ante la mesa.

—¡Elena, tienes que oír esto!Elena le sonrió educadamente, pero sin demasiada familiaridad. Francés bajó la cabeza.

—Quiero decir..., ¿puedo unirme a vosotras? Acabo de enterarme de la cosa más absurda respecto a Stefan Salvatore

—Siéntate —indicó Elena con deferencia—. Pero —añadió untando mantequilla en un panecillo— no estamos realmente interesadas en la noticia.

—¿Vosotras no...? —Francés se la quedó mirando fijamente; miró a Meredith, luego a Bonnie—. Vosotras, chicas, estáis de broma, ¿verdad?

—En absoluto. —Meredith ensartó una judía verde y la observó con suspicacia—. Tenemos otras cosas en la cabeza hoy.

𝔇𝔢𝔫𝔤𝔢𝔯ᴷᴬᵀᴱᴿᴵᴺᴱ ᴾᴵᴱᴿᶜᴱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora