De improviso, las tres muchachas dieron un salto atrás cuando el cuervo lanzó un graznido áspero y agitó violentamente las alas, saliendo disparado del árbol hacia ellas. En el último momento descendió en picado en dirección al pequeño perro, que en aquellos momentos ladraba histéricamente. Pasó a centímetros de los colmillos del can y luego volvió a remontar el vuelo, sobrevolando la casa para desaparecer en los oscuros nogales situados más allá.
Las tres muchachas se quedaron allí de pie, paralizadas por el asombro. Luego Bonnie y Meredith se miraron una a la otra y la tensión se hizo añicos en forma de carcajadas nerviosas.
—Por un momento pensé que venía a por nosotras —dijo Bonnie, acercándose al indignado pequinés y arrastrándolo, ladrando aún, de vuelta dentro de la casa.
—También yo —respondió Elena con calma, y no se unió a las risas de sus amigas mientras las seguía al interior.
Una vez que Meredith y ella acabaron de guardar sus cosas, la tarde adoptó una pauta familiar. A Elena le resultaba difícil mantener su sensación de inquietud en la salita abarrotada de Bonnie frente a un buen fuego y con un tazón de chocolate caliente en la mano. Las tres no tardaron en estar discutiendo los últimos planes para la Casa Encantada y la joven se tranquilizó.
—Lo tenemos todo bien definido —dijo Meredith por fin—. Desde luego, hemos pasado tanto tiempo pensando en los disfraces de todo el mundo que ni siquiera hemos pensado en los nuestros.
—El mío es fácil —dijo Bonnie—. Seré una sacerdotisa druida, y sólo necesitaré una guirnalda de hojas de roble en el cabello y una túnica blanca. Mi abuela y yo la podemos coser en una noche.
—Yo creo que seré una bruja —dijo Meredith, pensativa—. Todo lo que hace falta es un largo vestido negro. ¿Y tú, Elena?
Elena sonrió.
—Bueno, se suponía que era un secreto, pero... Tía Jenna me dejó ir a una modista. Encontré una ilustración de un vestido de dama del Renacimiento en uno de los libros que usé para mi trabajo oral y lo estamos copiando. Es de seda veneciana, rojo vino, y es realmente bonito.
—Suena precioso —dijo Bonnie—. Y caro.
—Estoy usando mi propio dinero del fideicomiso de mis padres. Sólo espero que a Stefan le guste. Es una sorpresa para él..., bueno, sólo espero que le guste.
— ¿De qué irá Stefan? ¿Está ayudando con la Casa Encantada? —preguntó Bonnie con curiosidad.
—No lo sé —respondió Elena tras un instante—. No parece demasiado entusiasmado con todo eso de Halloween.
—Resulta difícil imaginarle envuelto en sábanas desgarradas y cubierto de sangre falsa como los otros chicos —coincidió Meredith—. Parece..., bueno, demasiado distinguido para eso.
— ¡Ya lo sé! —Exclamó Bonnie—. Sé exactamente lo que puede ser, y apenas tendrá que disfrazarse. Fijaos, es extranjero, su rostro es más bien pálido, tiene una maravillosa mirada inquietante... ¡Ponle un frac y tienes a un perfecto conde Drácula!
Elena sonrió a pesar suyo.
—Bueno, se lo pediré —dijo.
—Hablando de Stefan —intervino Meredith, los oscuros ojos puestos en Elena—, ¿cómo van las cosas?
La muchacha suspiró, desviando la mirada hacia el fuego.
—No... Estoy segura —respondió por fin, lentamente—. Hay momentos en los que todo es maravilloso, y luego hay otros momentos en que...
Meredith y Bonnie intercambiaron una mirada, y a continuación Meredith preguntó con delicadeza:
— ¿Otros momentos en que qué?
Elena vaciló, considerándolo. Luego tomó una decisión.
—Esperad un segundo —dijo, y se puso en pie y corrió escalera arriba.
Volvió a bajar con un pequeño libro de terciopelo azul en las manos.
—Escribí parte de ello anoche cuando no podía dormir —explicó—. Esto lo dice mejor de lo que podría hacerlo yo ahora. Localizó la página, aspiró profundamente y empezó:
17 de octubre
Querido diario:
Me siento fatal esta noche. Y tengo que compartirlo con alguien.
Algo no funciona entre Stefan y yo. Existe una tristeza terrible en su interior que no puedo alcanzar, y eso nos está separando. No sé qué hacer.
No soporto la idea de perderle. Pero se siente muy desdichado por algo, y si él no quiere decirme lo que es, si no quiere confiar en mí, no veo ninguna esperanza para nosotros.
Ayer, cuando me abrazaba, percibí algo liso y redondo bajo su camisa, algo colgado de una cadena. Le pregunté en broma si era un regalo de Caroline. Y él simplemente se quedó como paralizado y ya no quiso seguir hablando. Fue como si de repente estuviera a miles de kilómetros de distancia, y sus ojos..., había tanto dolor en sus ojos que apenas pude soportarlo.
Elena dejó de leer y repasó las últimas líneas escritas en el diario en silencio con los ojos:
Me da la impresión de que alguien le ha herido terriblemente en el pasado y que no lo ha superado. Pero también pienso que hay algo a lo que teme, algún secreto que no desea que yo descubra. Si al menos supiera qué es, podría demostrarle que puede confiar en mí. Que puede confiar en mí sin importar lo que suceda hasta el final.
—Si al menos lo supiera —susurró.
— ¿Si al menos supieras qué? —preguntó Meredith, y Elena alzó los ojos, sobresaltada.
—Ah..., si al menos supiera lo que va a suceder —se apresuró a decir, cerrando el diario—. Quiero decir, si supiera que acabaremos rompiendo, supongo que simplemente querría acabar de una vez. Y si supiera que todo saldría bien al final, no me importaría nada de lo que sucede ahora. Pero pasar día tras día sin estar segura es espantoso.
Bonnie se mordió el labio y luego se irguió en su asiento con ojos chispeantes.
—Puedo mostrarte un modo de averiguarlo, Elena —dijo—. Mi abuela me contó el modo de saber con quién se casará una. Se llama una cena silenciosa o un banquete de los difuntos.
—Deja que lo adivine, es un viejo truco druida —comentó Meredith.
—No sé lo antiguo que es —respondió ella—. Mi abuela dice que siempre ha habido cenas silenciosas. En todo caso, funciona. Mi madre vio la imagen de mi padre cuando lo probó, y al cabo de un mes estaban casados. Es fácil, Elena; ¿y qué tienes que perder?
Elena paseó la mirada de Bonnie a Meredith.
—No sé —repuso—. Pero, escuchad, realmente no creeréis...
Bonnie se irguió muy tiesa, con expresión de dignidad ultrajada.
— ¿Llamas mentirosa a mi madre? Vamos, Elena, no hay nada malo en probar. ¿Por qué no?
— ¿Qué tendría que hacer? —preguntó la muchacha sin convicción.
Se sentía extrañamente intrigada, pero al mismo tiempo bastante asustada.
—Es sencillo. Tenemos que tenerlo todo preparado antes de que den las doce de la noche...
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𝔇𝔢𝔫𝔤𝔢𝔯ᴷᴬᵀᴱᴿᴵᴺᴱ ᴾᴵᴱᴿᶜᴱ
Vampire༒𝐘𝐨𝐮 𝐡𝐚𝐯𝐞 𝐚 𝐝𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐨𝐮𝐬 𝐜𝐡𝐚𝐫𝐦...𝐭𝐡𝐞 𝐤𝐢𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐧𝐨𝐭 𝐞𝐯𝐞𝐧 𝐚 𝐝𝐨𝐬𝐞 𝐨𝐟 𝐠𝐨𝐨𝐝 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐧 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐚𝐭༒ 𝒦𝒶𝓉𝑒𝓇𝒾𝓃𝑒 𝒫𝒾𝓇𝒸𝑒➳𝓣𝓱𝓮 𝓥𝓪𝓶𝓹𝓲𝓻𝓮 𝓓𝓲𝓪𝓻𝓲𝓮𝓼 ⓒMirlaaz08