Elena giró despacio ante el espejo de cuerpo entero de su dormitorio. Jeremy estaba sentado a los pies de la enorme cama con dosel, con sus ojos muy abiertos y solemnes en señal de admiración.
—Te vez preciosa
—Gracias espero que el piense lo mismo—dijo Elena con algo de inseguridad en su voz.
—Y si no ve lo preciosa que estas es que es un idiota que no te merece.
La muchacha del espejo podría haber salido de uno de los libros de Elena sobre el Renacimiento de Bulgaria. Garganta y hombros quedaban al descubierto, y el ceñido corpiño del vestido azul claro resaltaba su cintura. Las largas mangas abombadas estaban acuchilladas para mostrar por las aberturas la seda blanca de la camisa interior, y la amplia y envolvente falda rozaba apenas el suelo a su alrededor. Era un vestido precioso, su pelo ondulado le daba el toque especial parecia toda un reina.
Mientras se daba la vuelta, la mirada de Elena cayó sobre el anticuado reloj de péndulo situado sobre el tocador.
—Ah, no... Son casi las siete. Stefan llegará en cualquier momento.
—Ahí llega su coche —dijo tía Jenna, echando un vistazo por la ventana—. Bajaré y le abriré.
—No hace falta —dijo Elena, concisa—. Le abriré yo misma. Adiós, Jeremy te espero en la fiesta —Y corrió escalera abajo.
Ahí vamos, se dijo, y mientras alargaba la mano hacia el pomo de la puerta recordó aquel día, hacía ya casi dos meses, en que se había cruzado en el camino de Stefan en la clase de Historia Europea. Entonces había sentido aquella misma sensación de nerviosismo y tensión.
«Sólo espero que esto salga mejor de lo que salió aquel plan», pensó. Durante la última semana y media, había cifrado sus esperanzas en ese momento, en esa noche. Si lo de Stefan y ella no cuajaba esa noche, jamás lo haría.
La puerta se abrió, y ella dio un paso atrás con los ojos bajos, sintiendo casi timidez, temerosa de contemplar el rostro de Stefan. Pero cuando le oyó inspirar con fuerza, alzó rápidamente la mirada... y se le heló el corazón.
La miraba fijamente con asombro, sí. Pero no era el asombro maravillado que había visto en sus ojos aquella primera noche en su habitación. Lo que veía se parecía más a un sobresalto.
—No te gusta —murmuró, horrorizada ante el escozor que sentía en los ojos.
Él se recuperó con rapidez, como siempre, pestañeando y negando con la cabeza. —No, no, es precioso. Estás bellísima.
«Entonces ¿por qué te quedas ahí parado como si acabaras de ver un fantasma? —pensó ella—. ¡Por qué no me abrazas, me besas..., haces algo! »
—Tú tienes un aspecto fabuloso —dijo ella en voz baja. Y era cierto; estaba elegante y apuesto con el esmoquin y la capa que llevaba para representar su papel. A Elena le sorprendió que hubiese aceptado hacerlo, pero cuando se lo había sugerido, él había parecido más divertido que otra cosa. En aquel momento, su aspecto era elegante y cómodo, como si llevar tales prendas fuera algo tan normal para él como llevar los vaqueros.
—Será mejor que nos vayamos —dijo él, con voz igualmente queda y seria.
Elena asintió y fue con él hasta el coche, pero su corazón ya no estaba simplemente helado: era de hielo. Stefan estaba más lejos de ella que nunca, y no tenía ni idea de cómo recuperarle.
Retumbaron truenos en el cielo mientras conducían hacia el instituto, y Elena echó un vistazo por la ventanilla del coche con alicaída consternación. La capa de nubes era espesa y oscura, aunque aún no había empezado a llover. El aire estaba como electrificado, y las masas de cúmulos, de un sombrío tono morado, daban al cielo un aspecto de pesadilla. Era una atmósfera perfecta para Halloween, amenazadora y sobrenatural, pero no despertó más que temor en la muchacha. Desde aquella noche en casa de Bonnie, había perdido el gusto por lo fantasmagórico y misterioso.
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𝔇𝔢𝔫𝔤𝔢𝔯ᴷᴬᵀᴱᴿᴵᴺᴱ ᴾᴵᴱᴿᶜᴱ
Vampire༒𝐘𝐨𝐮 𝐡𝐚𝐯𝐞 𝐚 𝐝𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐨𝐮𝐬 𝐜𝐡𝐚𝐫𝐦...𝐭𝐡𝐞 𝐤𝐢𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐧𝐨𝐭 𝐞𝐯𝐞𝐧 𝐚 𝐝𝐨𝐬𝐞 𝐨𝐟 𝐠𝐨𝐨𝐝 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐧 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐚𝐭༒ 𝒦𝒶𝓉𝑒𝓇𝒾𝓃𝑒 𝒫𝒾𝓇𝒸𝑒➳𝓣𝓱𝓮 𝓥𝓪𝓶𝓹𝓲𝓻𝓮 𝓓𝓲𝓪𝓻𝓲𝓮𝓼 ⓒMirlaaz08