Capitulo treinta y tres

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Elena por un segundo se quedo quieta en el lugar sin moverse, para otras personas era un segundo para ella parecia una eternidad como si el mundo se hubiese parado

—Vamos —le dijo a Bonnie y Elena salio de su transe tan tortuoso—. Vayamos a la parte delantera.

Atajaron directamente por la Habitación del Aterrizaje Alienígena y la Habitación de los Muertos Vivientes, deslizándose entre las mamparas, para ir a salir a la primera habitación en la que entrarían los visitantes y donde serían recibidos por el hombre lobo. El hombre lobo se había quitado la cabeza y conversaba con una pareja de momias y una princesa egipcia.

Elena tuvo que admitir que Caroline estaban magnífica como Cleopatra, con las líneas de aquel cuerpo bronceado francamente visibles a través de la transparente tela de hilo del vestido de tubo que llevaba. A Matt, el hombre lobo, no se le podía culpar si sus ojos no dejaban de desviarse del rostro de Caroline para descender por su cuerpo, pero el que mas le gusto fue el de Dereck, tiene un esmoquin negro de corte largo, sin camisa por dentro dejando ver su pecho desnudo mostrando sus pertorales e adominales, lleva un sombrero alto y un baston de madera que en la punta de arriba era en forma de Grifo tan detallado.

—¿Cómo va todo por aquí? —preguntó Elena con forzada frivolidad.

Matt se sobresaltó ligeramente, luego se volvió hacia ella y Bonnie. Elena apenas le había visto desde la noche del baile, y sabía que él y Stefan también se habían distanciado. Debido a ella. Y aunque no podía culpar a Matt por eso, sabía lo mucho que le dolía a Stefan. Dereck se acerco con cautela a el grupo de amigos

—Todo va estupendamente —respondió Matt, algo incómodo.

—Debo de admitir que te ves preciosa señorita Gilbert-este agarra la mano de Elena y deposita un beso delicado

—Usted no es la exepcion señor Salvatore-dice Elena mirando hacia los ojos de Elena, estos se quedaron mirando por un segundo

—Por que hablan como si estuvieran a finales de el siglo 18-dice Bonnie y saca a Elena de la intensa mirada con el hermano de su novio

—¿Y cuando se nos va a unir Stefan?-dice Dereck cambiando de conversacion

—Cuando Stefan acabe con Tanner, me parece que va a venir—dijo Elena—. Puede ayudar a hacer entrar a la gente.

Matt alzó un hombro con indiferencia, Dereck puso una cara de incomodidad:

—¿Acabe qué con Tanner?

Elena le miró sorprendida. Habría podido jurar que él había estado en la Habitación del Druida hacía un minuto. Lo explicó.

Fuera, volvió a retumbar el trueno, y a través de la puerta abierta Elena vio cómo un relámpago iluminaba el cielo nocturno. Se escuchó un nuevo y sonoro trueno al cabo de unos segundos.

—Espero que no llueva —dijo Bonnie.

—Sí —repuso Caroline, que había permanecido en silencio mientras Elena hablaba con Dereck—. Sería una auténtica pena que no viniera nadie.

Elena le dirigió una aguda mirada y vio sincero odio en los ojos entrecerrados y felinos de Caroline.

—Caroline —dijo impulsivamente—, oye. ¿No podemos dejarlo de una vez? ¿No podemos olvidar lo sucedido y empezar de nuevo?

Bajo la cobra de su frente, los ojos de Caroline se abrieron y luego volvieron a entrecerrarse. Torció la boca y se acercó más a Elena.

—Jamás olvidaré —declaró, y a continuación se dio la vuelta y se marchó.

Se produjo un silencio, con Bonnie y Matt mirando al suelo. Elena fue hacia la entrada para sentir el aire fresco en las mejillas. En el exterior distinguió el campo de juego y las ramas de los robles que se agitaban más allá, y una vez más se sintió invadida por un mal presentimiento. «Esta noche es la noche —pensó, desconsolada—. Esta noche es la noche en la que todo va a suceder.» Pero no tenía ni idea de qué era «todo».

Una voz sonó a través del transformado gimnasio.

—Vamos ya, están a punto de dejar entrar a la fila que hay en el aparcamiento. ¡Cierra las luces, Ed!

Repentinamente, la oscuridad descendió sobre todos ellos y el aire se llenó de gemidos y risas maníacas, igual que una orquesta afinando. Elena suspiró y se dio la vuelta.

—Será mejor que te prepares para empezar a conducir a la gente por aquí —le dijo Dereck en voz baja.

El chico sonrio para darle animos a Elena y desapareció en la oscuridad. Matt se había colocado la cabeza de hombre lobo y ponía en marcha una grabadora que añadía música fantasmagórica a la algarabía.

Stefan dobló la esquina, con los cabellos y las ropas fusionándose con la oscuridad. Únicamente la blanca pechera destacaba con claridad.

—Todo solucionado con Tanner —anunció—. ¿Hay alguna otra cosa que pueda hacer?

—Bueno, podrías trabajar aquí, con Matt, haciendo pasar a la gente...

La voz de Elena se apagó. Matt estaba inclinado sobre la grabadora, ajustando minuciosamente el volumen, sin alzar la mirada. Elena miró a Stefan y vio que su rostro estaba tenso y sin expresión.

—O podrías ir al vestuario de los chicos y encargarte del café y las cosas para los trabajadores —finalizó en tono cansino.

—Iré al vestuario —respondió él. Mientras se alejaba, Elena advirtió un leve titubeo en su paso.

—¿Stefan? ¿Te encuentras bien?

—Estupendamente —dijo él, recuperando el equilibrio—. Un poco cansado, eso es todo.

Contempló cómo se alejaba con una creciente opresión en el pecho. Se volvió hacia Matt con la intención de decir algo, pero en ese momento la fila de visitantes llegó a la puerta.

—Empieza el espectáculo —anunció él, y se agazapó en las sombras.

𝔇𝔢𝔫𝔤𝔢𝔯ᴷᴬᵀᴱᴿᴵᴺᴱ ᴾᴵᴱᴿᶜᴱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora