Capitulo Diecinueve

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Elena y Tyler caminaban por el cementerio y al minuto siguiente la conducía hacia abajo en dirección al viejo cementerio. 

—No pasa nada, de verdad, no está lejos del sendero. Mira, ahí, ¿ves? —e indicó algo que brillaba a la luz de la luna. 

 Elena lanzó una exclamación, sintiendo el corazón en un puño. Parecía una persona allí de pie, un gigante con una cabeza redonda y calva. Y no le gustaba estar allí en absoluto, entre las desgastadas e inclinadas lápidas de granito de siglos pasados. La brillante luz de la luna proyectaba sombras extrañas, y había charcos de oscuridad impenetrable por todas partes.

 —No es más que la bola de la parte superior. Nada de lo que tener miedo —dijo Tyler, arrastrándola con él fuera del sendero y hacia la brillante lápida. 

 Estaba hecha de mármol rojo, y la enorme esfera que la coronaba le recordó a Elena la abotargada luna del horizonte; una luna que en aquellos momentos brillaba sobre ellos, tan blanca como las manos de Thomas Fell. Elena no pudo contener sus escalofríos. 

 —La pobre nena tiene frío. Tendremos que calentarla —dijo Tyler. 

 Elena intentó apartarle, pero él era demasiado fuerte y la rodeó con los brazos, atrayéndola hacia sí. 

 —Tyler, quiero irme; quiero irme ahora mismo... 

 —Claro, nena, nos iremos —dijo él—. Pero primero tenemos que calentarte. ¡Caramba, estás helada!

 —Tyler, para —instó ella.

 Los brazos del muchacho a su alrededor habían sido simplemente molestos, limitando sus movimientos, pero en aquel momento, con una sensación de sobresalto, sintió sus manos en su cuerpo, tanteando en busca de carne desnuda. 

 Elena no había estado nunca en su vida en una situación como aquélla, muy lejos de cualquier ayuda. Dirigió un afilado tacón al empeine del chico, pero él lo esquivó. 

 —Tyler, quítame las manos de encima. 

 —Vamos, Elena, no seas así, sólo quiero calentarte todo el cuerpo...

 —Tyler, suéltame —le espetó con voz ahogada.

Intentó desasirse de él. Tyler dio un traspié, y entonces todo su peso cayó sobre ella, aplastándola contra la maraña de hiedra y maleza del suelo. Elena estaba desesperada. 

—Dejame Tyler-dice esta con las lagrimas cayendo por sus mejillas, ella cierra los ojos pero de un  momento a otro Elena no siente el cuerpo de Tyler encima suyo, abre los ojos y ven a un hombre golpeando a Tyler hasta dejarlo inconciente, su salvador le mira demostrando, Elena tenia el vestido rasgado se le podia ver su ropa interior esa noche hacia frio, esta estaba en shock no savia que hacer. El chico se le acerca y se quita su abrigo e se lo pone 

—¿Estas mejor?-esta no le respondio solo le abraza fuertemente

—Sacame de aqui-dice esta asustada, el chico le trata de ponerla em pie pero sus piernas temblaban asi que la tuvo que cargar en brazos 

—¿Como te llamas?-pregunta este 

—Elena...-dice esta casi susurrando

—Yo me llamo Dereck-dice este y la saca de el sementerio, la sube a su auto—¿Tienes a alguien que pueda llamar para que te recoga?

—No...-dice esta tapandose lo mas posible

—Bueno dame la direccion de tu casa para llevarte-dice este arrancando el auto

—Yo te voy indicando por donde ir.


Matt conducia su auto como loco hasta llegar a el cementerio, en su auto estaba Meredith, Bonnie y Jeremy, estos estaban como locos buscando a Elena. 

—Espera..., para aquí —dijo Bonnie—. Me pareció ver algo. 

 El abollado Ford de Matt aminoró la marcha, acercándose lentamente al borde de la carretera, donde zarzas y matorrales crecían tupidos. Algo blanco centelleó allí, yendo hacia ellos.

 —¡Oh, Dios mío! —dijo Meredith—. Es Vickie

 La joven apareció dando traspiés en la trayectoria de los faros y se quedó allí, tambaleante, mientras Matt frenaba en seco. Los cabellos castaño claro de la muchacha estaban enmarañados y desaliñados, y los ojos miraban vidriosos en un rostro tiznado y sucio de tierra. Llevaba puesta únicamente su ropa interior. 

 —Metedla en el coche —dijo Jeremy. 

 Meredith abría ya la portezuela del coche. Saltó afuera y corrió al encuentro de la aturdida muchacha.

 —Vickie, ¿estás bien? ¿Qué te ha sucedido? 

 Vickie gimió, sin dejar de mirar directamente al frente. Luego pareció ver de improviso a Meredith y se aferró a ella, clavándole las uñas en los brazos. 

 —Marchaos de aquí —dijo con los ojos llenos de desesperada intensidad, la vozextraña y pastosa, como si tuviera algo en la boca—. Todos vosotros... ¡marchaos de aquí! Ya viene.

 —¿Quién viene? Vickie, ¿dónde está Elena?

𝔇𝔢𝔫𝔤𝔢𝔯ᴷᴬᵀᴱᴿᴵᴺᴱ ᴾᴵᴱᴿᶜᴱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora