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×DOS HORAS DESPUÉS×

Estaba sentada aún en el sofá ansiosa de que mi madre se fuera a dormir de una buena vez pero resultó que hoy no tenía nada de sueño porque eran las 12 y aún estaba despierta muy alegremente viendo su programa.

Tenía varios mensajes de alex diciendo que su hermano había vuelto y que había escondido a Vélez en su habitación para que no se diera cuenta, y que, me apresurara en idear un plan para sacarlo de ahí. Obviamente no tenía ni idea de qué hacer para que mi madre fuera a dormir pero utilicé mi típico comodín, me levanté y comencé a estirarme mientras bostezaba.

—Creo que iré a dormir mamá, hoy fue un día algo cansado— le regale media sonrisa.

—Tienes razón, es mejor ir a dormir y así tener fuerzas para mañana— se levanto —. Por cierto, mañana me darán el día libre, solo iré al noticiero del medio día y tendré todo el día para descansar.

Estaba en shock.

No esperé eso, lo admito.

¿Cómo piensas sacar a christopher de tu departamento, tonta?

Y ahí estás de nuevo, estúpida conciencia...

Soy tú, por si no lo recuerdas.

Desgraciadamente eres esa parte de mí que no soporto

—¡Es muy bueno eso!— fingí alegría —así podrás dormir todo lo que no puedes dormir en días— había un toque de sinceridad en mis palabras, y no mentía.

Mi madre trabaja tanto que cada día la veo mucho más cansada y algo envejecida, los años le caía más rápido mientras ella se daba una mala vida con tanto trabajo.

Comenzamos a caminar en dirección a las escaleras y cuando ella se detuvo en su puerta me despedí y le deseé las buenas noches, luego entró y yo camine hasta la puerta de mi habitación, entre y espere unos minutos a que mi madre se durmiera bien para ir rápido donde alex. Mi madre tenía el sueño pesado y se dormía con facilidad, así que eso no sería un problema ahora.

Le mande un mensaje a alex ‹‹Voy saliendo, ¡corre!››, muy despacio abrí la puerta de mi habitación y con mucho cuidado de no hacer ningún ruido baje las escaleras y corrí a la puerta para abrirla, al hacerlo chris ya estaba fuera con alex.

¡Aleluya!

—¡Casi nos descubren!— susurró alex con nerviosismo.

—Admito que tu amiga no sabe mentir, se vuelve un desastre por completo— en su tono de voz había una pizca de burla. Ignore por completo a chris y me dirigí a mi amiga.

—Muchas gracias alexita— le di un rápido abrazo —me salvas nuevamente— mire a chris con cara seria —Ni te atrevas a hacer algún ruido

Me hice a un lado para que pasara y lo primero que hace es tropezar con la mesita que está junto a la puerta, donde se dejan las llaves, lentes de sol y unas cuantas cosas innecesarias. Entendía que estaba oscuro pero ¿que tan tonto había que ser para tropezar a la primera?

Me lleve las manos a la cabeza mientras que en sus labios soltó un «Lo siento» sin hacer ruido. Me despedí de mi amiga y entre junto a chris para guiarlo y que no hiciera más ruido. Fue difícil, lo juro.

Finalmente llegamos a mi habitación y luego de cerrar la puerta tras de mi solté todo el aire que no sabía que albergaba en mis pulmones, sí que había sido todo un reto. Vélez se tiro en mi cama muy confiado y relajado.

—Y bien ¿a qué viniste?— solté finalmente, Necesitaba respuestas.

—Yo dije que hoy la íbamos a pasar juntos— jugueteó con los cordones de su abrigo.

—¿Y..?— insisti para que continuara.

—Y que me quedaré hoy como ya dije— soltó muy relajado, despreocupado —yo siempre cumplo mi palabra.— guiño un ojo.

Yo no sabia que decir, me había tomado por sorpresa.

Estaba bromeando si pensaba que lo dejaría quedarse aquí y más si estaba mi madre. Comencé a reír con nerviosismo pero me detuve al ver que él seguía inexpresivo y que no estaba jugando cuando decía que se quedaría.

—¿Dónde piensas dormir?— lo mire desafiante.

Miró donde estaba recostado y sonrió con malicia. —aquí— y sin esperar protestas a cambio comenzó a quitarse las botas negras y acomodarse en mi cama.

Esto no podía ser cierto.

Me miró y elevó su ceja izquierda. —¿Piensas quedarte ahí parada? Ven, acuéstate— señaló el espacio libre a su lado.

Mi cama era un poco chica pero dos personas cabían perfectamente, dos personas del mismo grosor que yo y chris era todo lo contrario. Era tres cabezas más alto que yo, su espalda era ancha y tenía cuerpo atlético. Yo era simplemente un bichito junto a él.

Al ser mi cama de esa forma, era bastante obvio que íbamos a dormir muy pegados... Demasiado para mí gusto, aunque, en el fondo muuuy en el fondo sí quería estar tan cerca de él y... No, eso no pasaría de nuevo.

¿Y si pasaba de nuevo, qué?

¿Un beso no mata a nadie, no?

A pasos dudosos comencé a caminar a mi lado y recostarme, apagué la lámpara de mi mesita de noche y todo quedó en oscuridad absoluta, chris se sentó en el borde de la cama y comencé a ver como se levantaba el abrigo y luego una camiseta sin mangas negra que llevaba debajo.

¡Oh Santa Virgen de los milagros! ¿¡Por qué me haces ésto!?

Si espalda ancha se veía muy trabajada y con buena forma, embobada lo miraba con descaro hasta que volteo a verme y sonrió con la diversión clara en su rostro.

—¿Te gusta lo que ves?— murmuró de una forma muy sexy y su voz ronca le daba el toque.

Me iba a desmayar si no paraba.

Se recostó boca arriba y por un momento ladeó la cabeza quedando muy cerca de mí, aún no salía de mi aturdimiento. Debo disculparme por soltar tanta saliva pero literalmente era la primera vez que tenía alguien medio desnudo en mi cama, al cual podía deleitarme con toda confianza.

Giro su cuerpo quedando sobre su lado izquierdo apoyando su cabeza en la palma de su mano, me veía descaradamente y yo no me quejaba. A mi habitación entraba siempre la luz de la luna y por eso siempre dormía con las cortinas abiertas así no quedaba tan oscura.

Hice la misma acción que chris quedando frente a frente, su mano reposo en mi mejilla dando leves caricias con su pulgar. Podía sentir el calor emanar de su piel, no sabía si era el momento o en realidad estaba muy caliente.

Por un momento creí que mis ojos me fallaban cuando sentí que nos estábamos acercando mucho, incluso pensé que estaba loca por ver demás, hasta le eche la culpa a la oscuridad, pero, todo cambió cuando sentía que nuestras respiraciones se mezclaban.

Diosito... Tú estás claro cuánto me negué a que sucediera eso, pero, ¡no podía negarme ante el Dios de la belleza que tenía en mi cama!

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