« D I E C I S É I S» /Clara

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Dulzura De Un Beso

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Dulzura De Un Beso

...

La plática con Ruby me ha dejado tirada en la cama y viendo hacia atrás, lo que pasó no sale de mi cabeza. Cada vez que mis párpados caen, mi mente flota en el instante en que sus labios pincelaron sobre los míos la dulzura de un beso. Ya no veo el lienzo en blanco, hay pintura en él, es solo que no comprendo el arte, sigue siendo complicado hallar el significado.

Quiero creer que las ganas por hacer lo que me gusta es lo que inspira la comparación. Ya estoy mirando esos quinientos dólares como si fuera una fortuna. Mamá invade mi cabeza con su "ayuda repentina" ¿Debo aceptar? Son tantas cosas a la vez, no sé qué es lo correcto, la urgencia económica me está arrastrando.

Aburrida dejo la cama, no encuentro qué hacer en el piso, ¿quién se encarga del mantenimiento aquí? Es una pregunta que ronda en mi cabeza. Se lo preguntaré cuando lo vea, soy muy curiosa y pocas veces puedo quedarme con la incertidumbre.

Recuerdo a Silver, no sé dónde estará, quizá Nicco salió con él, o está tomando su siesta. En todo caso quiero salir y averiguarlo.

Escucho voces en el exterior. Afuera lo avisto, es Nicco. Lo saludo agitando la mano, me sonríe y continúa hablando por teléfono.

Aguardo a que termine.

A los segundos me habla.

—Terminaste temprano de trabajar —menciona viniendo a mí, se guarda el móvil en el bolsillo trasero.

—Sí, ha sido media jornada, oye, compré algunas cosas, me pagaron y me pasé por el mercado, no es mucho pero...

—Descuida, no debiste hacerlo, pudiste guardar ese dinero para ti, Clara.

—No, quiero sentir que aporto algo.

—Si te sientes bien haciéndolo, de acuerdo, solo no te preocupes mucho por eso —una fugaz sonrisa dibuja —. Por cierto, estaba por preguntarte qué te gusta comer, así lo tengo en cuenta cuando haga las compras.

—No, que pena, yo no voy a exigir nada —me cohibo un poco.

—Nada de eso, incluso puedes venir conmigo —se encoge de hombros.

—En ese caso, no es menester que te haga una lista de lo que suelo comer, iré contigo cuando me digas.

Sus ojos sobre mí, me dejan turbada, hace días no me sentía envuelta por esa mirada europea, ahora me afecta, y eso me aleja de lo que soy, me tira a ese nerviosismo que no era parte de mí, eso ha cambiado, es dueño y domina mi sistema. Siento la sacudida de esa intensidad, la conexión ha superado el tiempo, convirtiendo la duración en un instante incómodo y aclaro mi garganta antes de apaciguar el aprieto surgido.

El Chico Delle Fragilità © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora