No creyó que vivir bajo el mismo techo que un taciturno y peculiar joven le cambiaría la vida. Niccolò Rossi, su nuevo compañero de piso solía ser retraído, lejano y hermético.
Y, ella estaba ahí, atraída por el muchacho que suponía, encerraba en s...
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Celos
...
—No quiero causar ninguna molestia, he recurrido a Niccolò porque mis padres han bloqueado mis tarjetas y no tengo a dónde ir, así que, le pregunté si podía estar aquí, ¿verdad? —se dirige a él —. È solo questo.
También es italiana. Debí suponerlo por el nombre.
No puedo creerlo. Se repite la misma historia. Otra más que no sabe dónde alojarse. Suspiro hondo. Le pido paciencia al cielo, dosis de comprensión, aunque sea difícil.
—Así es, Clara. Solo se quedará unos días.
—Sí —interviene otra vez —. Ni van a notar mi presencia, estoy de paso, Clara.
Entonces sus ojos expresivos me atraviesan. Suspiro. Lentamente asiento con la cabeza.
—Nic, ¿podrías venir conmigo? —cuestiono y sin rechistar acepta, me sigue hasta el pasillo, lejos de esa tercera metida.
—Clara, no estarás celosa, ¿o si?
Desliza una sonrisa.
—¿Yo celosa? —me apunto y bufo —. No, no se trata de eso, o bueno sí, pero ¿qué clase de chico eres tú, Nic? No sé por qué metes a tu exnovia aquí. Esto no está bien, pero es tu piso y mi opinión no interesa...
—¿Podrías callarte? Piccolina... —me acorrala contra la pared, y sus ojos caen sobre mis labios, entonces me da un beso —. La única chica que me interesa eres tú, Giulia y yo hace mucho que terminamos, ahora solo somos amigos.
—Dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan —susurro, pero alcanza a escuchar, niega con la cabeza —. Eso dicen, Nic, y esa tal Giulia no me cae bien.
—Clara —eleva mi mentón y reparte besos por todo mi rostro, logra sacarme una sonrisa, que no tarda en desaparecer, no piense él que me va a endulzar así. Aunque estoy cayendo —. Es una buena chica, pero no te estoy pidiendo que sean mejores amigas o nada parecido, hay una habitación de huéspedes, puede ocuparla, y siento no decirte antes.
—Sí, debiste ponerme al tanto, pero como te dije, es tu piso, tú decides al final —expiro.
—No te lo mencioné, porque sé cómo te pondrías, dos semanas y se irá.
Pongo los ojos en blanco.
—Vale, catorce días, que temo serán insufribles. Me iré a duchar, estoy cansada y por todo el asunto de Jarek no presté mucha atención en clase así que debo estudiar —emito frustrada. Él arruga el ceño.
—¿Qué asunto?
—Lo de Jarek, lo que pasó... —desvío la mirada —. Ruby y yo estábamos en la habitación que arrendó cuando apareció, por supuesto mi amiga no sabía lo que ese inepto intentó hacerme, pero lo puse en su lugar. Lo enfrenté y le exigí que no se acercara a ninguna de las dos.