No creyó que vivir bajo el mismo techo que un taciturno y peculiar joven le cambiaría la vida. Niccolò Rossi, su nuevo compañero de piso solía ser retraído, lejano y hermético.
Y, ella estaba ahí, atraída por el muchacho que suponía, encerraba en s...
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...
Por suerte está ileso, cavilaciones peligrosas que terminan vacías gracias al cielo, sale del baño. Trae el pelo húmedo, solo una toalla en la cadera que deja expuesto su delgadez. ¿Es que no se está alimentando como debe? No me extrañaría encontrar la afirmativa a la interrogante.
—Dejaré que te pongas algo de ropa, mientras tanto iré a la cocina y te haré algo de comer, porque sé que no has comido. —amonesto en vista de que él no se está alimentando y solo bebe como si no hubiera mañana.
—Clara... —frena mi retiro, sus dedos se enroscan alrededor de mi muñeca y sus ojos se clavan en los míos. Avisto el arrepentimiento, presiento que lo expresará, siempre lo hace. Ya perdí la cuenta —. Lo siento, cariño. Siento que no puedo parar, esto me supera, esto me domina y no sé cómo recuperar el control...
Lagrimeo un poco, la compañía de un dolorcito en la garganta aprieta. Propensa a echarme a llorar, trato de sonreír a ver, solo una mueca en su lugar aparece.
—Papá no todo está perdido, sabes que tu problema tiene solución, pero debes poner de tu parte y renunciar a ese maldito vicio que te tiene así. Te hace mal, a mí también. Eres muy joven, ¿es qué no lo ves? Con cuarenta y tres años no puedes hundirte de esa manera, estoy segura de que hay muchas cosas que debes vivir. Además yo te necesito —agrego y me ciño a su cuerpo abrazándolo con fuerza. Siento su beso en mi coronilla antes de tomar mi cara entre sus manos y sumergirme en esos ojos celestes que las circunstancias se han encargado de ajar su brillo.
—No tengo el coraje para aceptar la rehabilitación, y-yo...
—Pero sí para ahogarte en el alcohol —reclamo exasperada —. No quiero perderte papá, a ti te da igual, ¿no?
—No, no me da lo mismo, ¿cómo podría? Tú eres mi hija y te amo.
—Entonces demuéstralo, el hecho es lo que vale, cualquiera puede emitirlo. Esto es por ti, por tu bien, ¿de acuerdo?
—Temo que no funcione.
—Ni siquiera lo has intentado, o sí, pero de esta forma jamás, ir a rehabilitación es lo mejor —prosigo alargando una mano para acariciar su hombro izquierdo —. A pesar de todo, yo siempre he creído en ti, no importa lo que mamá diga de ti, eres mi padre y te amo. No estás solo.
—Gracias. —me atrae a su cuerpo, los dos lloramos un poco, al fin me libera y me voy con la certeza de que esta vez puede surtir efecto, sé que el panorama se iluminará.
Hago pollo frito con salsa y spaghetti, no es un platillo exquisito, ni elaborado a la perfección, pero me esforcé en dar lo mejor. Pongo la mesa y lo espero. Su retorno sucede a los segundos, está aquí y se sienta a comer conmigo.
—Sabes que no soy tan buena —le advierto antes de que le dé una mordida al pollo.